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Arregladas y bañadas (al menos yo en el segundo caso), hemos bajado a la recepción de la Residencia. Nuestro edificio se divide en dos ramas: mujeres el lado derecho y los hombre el lado izquierdo. Por ninguna normativa nos podemos mezclar en los cuartos, hasta visitar la rama opuesta está prohibida. Ya saben, evitar bebés sorpresas y demás escándalos. Las Universidades de Corea se preocupan mucho por su reputación y son muy rigurosos con las reglas: así que Dulce María, ni pienses en romperlas.

Já, esto estará difícil. Y no es por mi voluntad, es que mi naturaleza busca problemas. 

Sandra se aleja de mí para hablar con Eugenia, una amiga nuestra del grupo. Yo aparte de Sandra solo me llevo con cuatro o cinco personas más. Eugenia es una nerd en toda la regla. Ella vino a Corea no como Sandra o yo, para disfrutar el viaje, ella en cambio vino por fines puramente educativos. Corea es conocida por alto nivel de ingeniería, y ella está muy interesada en conectar con cerebros no solo creativos, sino muy inteligentes. Como no tengo con quien hablar, me uno a Sandra y a Eugenia.

– ¿Esperas que sea chica o chico?– pregunta Sandra.

Ella se arregla las lentes y responde con voz pasiva, claramente no emocionada– Me da igual, mientras no se pase hablando de dramas coreanas.– Me río, Eugenia no era fan del entretenimiento coreano. De hecho no era fan de ningún entretenimiento, su único hobby es estudiar.

Como dije, una total nerd.

– Pues a mí mientras no me toque un soso, estoy feliz– comenta Sandra– me mataría si me toca alguien con quien no puedo hablar de nada. Lo mandaría a freír al final. Para tener sombra silenciosa, prefiero andar por Corea sola.

– Hombre, serán tímidos al principio– contradigo

–Dije soso, no tímido. Sé cuando uno es tímido o simplmente aburrido– y me guiña el ojo. Sonrío poniendo los ojos en blanco. 

Entonces vemos a un grupo de coreanos acercase a nosotros, una mezcla entre chicas y chicos. Como llevaban todos el mismo uniforme blanco arriba y negro la parte baja, figuré que se trataba de nuestros guías. Ellos se detuvieron justo delante de nosotros, poniendo una cierta distancia. El instructor que iba con ellos se adelanta y comienza a hablarnos en inglés acentuado:

– Bienvenidos estudiantes de México. Es un placer recibirlos en nuestra Universidad de Seoul. Me llamo Baek Yoo y espero servios en vuestra estancia. Esperamos que disfruten de su estancia y aprendan más sobre nuestra rica cultura y nuestra gente. Mis estudiantes serán vuestros guías durante el primer tiempo, y tengo la esperanza que para el final del primer trimestre, cuando dejen de ser vuestras guías, sigan siendo vuestros amigos. Procederé a llamar a un estudiante de cada grupo para que podáis ver con quién vais emparejados. Pablo Lamilez y Suni Kim.

Pablo de nuestro grupo fue a pararse en medio, al igual que la chica de nombre Suni. Los dos se sonrieron y se saludaron de forma bastante tímida. Se alejaron del centro y fueron a parar cerca de nuestro guía. El maestro Baek sigue llamando a estudiantes de cada grupo y se fueron formando más y más parejas. 


– Dulce Malía Camposela y Hyun Kwong. 


¿Dulce Malía? Vaya caso con pronunciación. Pero ni modo. Me acerco al centro y veo cómo el chico que es asignado a mí se acerca igual. Es bastante alto, diría metro y ochenta. Bastante delgado, pero es típico en los coreanos, casi todos andan en huesos. Lindos huesos, si me preguntan. Tiene el cabello negro como la noche y sus ojos son de color castaño marrón. Lo que me llamó más la atención fueron sus labios, y no en el sentido perverso. ¡Es que son muy rosas y carnosos! ¡Yo quiero labios así! Qué injusticia de genética, no se vale. Me tiende la mano y le saludo de vuelta, para luego alejarnos y acabar en el mismo cúmulo donde otras parejas estaban. Le miro e intento sonreírle para romper el hielo pero él ni siquiera miraba en mi dirección. Bueno, eso fue incómodo. 

¡AGUANTE COREA CSM!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora