2:00 a.m.
No podía dormir. Era un hecho que iba a vivir a Wilmington, estaba asustada. Tomé mi celular y automáticamente marqué el número de Fred.
––¿Hola?–– su voz se oía ronca.
––Hey, ¿puedo ir a tu casa?––dije con tono de suplica.
––¿Pasó algo?–– dijo preocupado.
––¿Porfavor?–– supliqué nuevamente, odiaba tener que suplicarle a Fred.
––Está bien, pero date prisa–– colgó.
Puse mis pies en el suelo, caminando lentamente para no tropezarme, aunque eso no sirvió de nada. Mi dedo meñique del pié chocó con la pequeña esquina de la cama, ahogué un grito de dolor evitando que abuelo despertara. Creo que ese dedo está hecho especialmente para hacer que caiga.
Me cambié velozmente, colocándome una chaqueta ya que hacía frío, y un gorro sobre mi cabeza. Bajé las escaleras lentamente, y me adentré al patio trasero, para así salir olímpicamente de la casa.
Lo bueno era que Fred vivía a dos simples cuadras de la mía, y no se me hacía tan difícil llegar a estas altas horas de la noche.
Caminé exasperada por llegar a la casa; el frío me inundaba, froté suavemente mis manos contra mis brazos para disminuir la alta temperatura de frigidez impactada en el aire y ahora, en mi cuerpo.
Minutos después ya había llegado, me adentré al patio trasero que obviamente estaba despejado.
Entré a la cocina y Fred me estaba esperando, totalmente despierto. El cerró la puerta, subimos las escaleras y fuimos a su habitación.
Me tiré bruscamente en su cama y el hizo lo mismo. Nos quedamos mirando el techo unos segundos, hasta que Fred se resignó a hablar.
–– ¿Puedes hablar ya?–– mencionó desesperado.
Suspiré.
––Me voy a Wilmington––cerré los ojos rezando para que no me comenzara a pelear o hacer preguntas.
––Haley, ya lo sabía––¿Debía estar furiosa o alegre?
––¿Qué? ––me senté de golpe y mi tono súbitamente cambió.
––Tu abuelo hablo conmigo, bueno con nosotros–– ya sabía que a nosotros se refería a Anna y a el.
––¿Qué demonios y por qué no me dijeron nada?–– pregunté esta vez más alterada. ¿Por qué últimamente me estoy alterando tanto?
––Sabía que no estarías de acuerdo con nosotros, pero, mierda. ¡Eres una maldita genio!, mereces estar en una universidad que valga la pena- respondió seguro.
––No me esperaba esto, ¿Era necesario mentirme?–– suspiré.
––Tranquila, lo hicimos por tu bien ¿te llevo a casa?–– dijo pasando su brazo por mi hombro.
––Está bien–– dije ¿triste? ¿traicionada? ¿decepcionada?
Salimos de su habitación con cuidado antes de que alguien de su familia pudiera despertarse. Mierda. ¡Cuánto los iba a extrañar! sólo esperaba que todo este lío y todo este absoluto cambio de vida valiera la pena, apártarme de los míos no era nada fácil.Estábamos en su auto, y ya comenzaba a sentirme deprimida, tomé aire algunas diez, treinta o incluso cuarenta veces para poder olvidarme de aquello.
Por más que trataba no podía.
––Oye, mejor vamos a casa de Anna–– supliqué suavizándo la voz, y vaya que me sorprendí el haber cambiado tanto el tono de mi voz, a lo que Fred no dijo nada y solo asintió con la cabeza.
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¿Compañero de piso?
RandomHaley Miller; la reencarnación del orgullo y el ego humano, era el tipo de chica que mantenía su vida lejos de todo lo que consideraba tentador y enigmático, más siempre que se le pegara en gana podía ser salvaje y totalmente atrevida. Tenía la amar...