3; Wilmington, Delaware.

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La alarma sonó nuevamente como el día anterior, no era mi intención maldecirlo a todo momento pero... MALDITO VIEJO. Estaba a punto de gritar el nombre de Bruno al momento que salía de cama, pero de mi boca no logró salir nada cuando recordé que ya no estaba en casa.

Respiré lentamente.

Arrojé las sábanas al suelo, ya que si se quedaban conmigo de seguro me quedaba dormida de nuevo.  Oprimí suavemente mis manos contra mis ojos evitando lastimarme, pero repentinamente me alerté al oír desesperados mensajes acumularse en mi bandeja de entrada. 

6:10 a.m.

Marqué ágilmente el teléfono de Anna. 

Dos timbres, tres timbres, cuatro... ¡Ahí está!

 ––Buenos dí- la interrumí al segundo.

 ––¿Qué quieres? –– dije y mi voz no sonaba nada agradable. Podía ser molesta, aveces.

 ––¿Por qué el mal genio? –– preguntó sin más.

 ––Sólo estoy cansada ¿Por qué tantos mensajes? –– pregunté al salir de la habitación.

 ––Queríamos saber como estábas, no nos llamaste –– creo que era la primera vez que no oía esa tan chillada voz de mi mejor amiga. 

 ––Estoy bien, te llamo en un rato –– colgué.

Incorporé mi cuerpo en la ducha, vaya que lo necesitaba. Respiré brevemente, otra vez. ¿Por qué me sentía tan extraña? digo, no es para tanto, Wilmington, miles y miles kilómetros lejos de Seattle. Nah, no es para tanto. Traté de convencerme de la mejor manera posible.

Deslicé lentamente la cortina de baño, y me envolví en la toalla. Tomé el celular entre mis manos marcando nuevamente el número de Anna.

 ––Lo siento, necesitaba un respiro –– dije dulcemente.

 ––Está bien ¿Y? ¿Qué tal el apartamento?  –– preguntó ella.

 ––Para ser sincera, es cuantiosamente cómodo el apartamento –– dije al salir del baño.

 ––¿La ciudad? –– preguntó breve.

 ––Pues, en verdad no... –– comencé a hablar y mágicamente el celular se me había caído.

Sorpresa.

Igualmente me había caído, mi cuerpo chocó de la nada con el de Luke y tontamente habíamos caído al piso. Trágame tierra.

Mi cuerpo estaba arriba de el de Luke y eso era más que una molestia, puedo garantizar que se oían risitas desde mi teléfono celular. ¿Mencioné que no llevaba camisa? pues.... NO LLEVABA CAMISA, tengo que decirlo estaba jodidamente sexy, sus músculos se marcaban formando curvas y  delideradas líneas rectas.

 ––¿Estás bien? –– preguntó poniendo su mano en mi cintura.

 ––¿Por qué mierda estás abajo de mi cuerpo? –– grité, incorporándome tratando de no sonrojarme.

 ––¿Por qué estás tú arriba de el mío? –– arrugó la frente.

 ––Ruega que mi telégono no esté muerto porque si no; ten por seguro que vas a pagar por el –– grité nuevamente  y tomé el celular que estaba cerca de su nuca para luego ponerme de pie.

 ––Si no fueras tan tonta no hubieras chocado conmigo –– rodó los ojos poniéndose de pie.

 ––Pues, es obvio que tu chocaste conmigo a propósito, pervertido –– chillé.

¿Compañero de piso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora