Me dediqué a ver por la ventana todo el trayecto hasta Londres, ninguno habló. Petunia estaciono el auto, al bajar me fije en un bar diminuto y de aspecto mugriento, si no fuera porque prestaba atención no me hubiera dado cuenta. La gente, que pasaba apresurada, ni lo miraba. Sus ojos iban de la gran librería, a un lado, a la tienda de música, al otro, como si no pudieran ver el Caldero Chorreante. Solo la gente mágica podía verlo, pero como Petunia ya había estado antes ahí recordaba el lugar.
Estaba muy oscuro y destartalado. Unas ancianas estaban sentadas en un rincón, tomando copitas de jerez. Una de ellas fumaba una larga pipa. Un hombre pequeño que llevaba un sombrero de copa hablaba con el viejo cantinero, que era completamente calvo y parecía una nuez blanda. El suave murmullo de las charlas se detuvo cuando ellos entraron.
Ignore las miradas que nos dirigían y me acerqué a la barra, con mi tía detrás de mí, el cantinero me miraba algo sorprendido, suponía que se debía a que era un niño pequeño que venía acompañado de una muggle.
-Buenos días ¿cómo les puedo ayudar?
Me tuve que poner de puntillas para que se viera toda mi cara, puse una expresión algo inocente y sonreí.
- Buenos días señor, vera hace poco tuve magia accidental y mi tía me dijo que era mago, ya que su hermana también era bruja, pero ella no sabía mucho sobre el tema así que venimos por algunos libros que nos ayuden, para no descontrolarme tanto. Pero como mi tía es muggle, quería saber si ¿nos podría abrir la puerta para nosotros?
Esta máscara la había perfeccionado con el tiempo, era ideal para una situación como esta, admito que estaba muy emocionado, pero hacía tiempo que había dejado de comportarme de forma infantil y sencillamente ese no era yo. Pero no conocía este mundo así que era la mejor máscara que podía usar.
- Por supuesto- dijo el cantinero con una sonrisa llevándonos a la parte trasera del pub, dónde se detuvieron delante de una pared de ladrillos- presta atención y así cuando tengas tu propia varita podrás hacerlo tú solo, mientras tanto, cada vez que vengas, dime a mí y yo te la abriré y si no estoy en la barra solo pregunta por Tom e iré inmediatamente.
Asentí con la cabeza, Tom sacó su varita y empezó a tocar varios ladrillos, mi tía se estremeció detrás de mí pero la ignore, luego dio tres golpes a la pared con la punta de su varita. El ladrillo que había tocado se estremeció, se retorció y en el medio apareció un pequeño agujero, que se hizo cada vez más ancho. Un segundo más tarde estaban contemplando un pasaje abovedado que llevaba a una calle con adoquines, que serpenteaba hasta quedar fuera de la vista.
-Bienvenidos-dijo Tom- al callejón Diagon.
Traté de controlar mi reacción, pero era difícil, todo el lugar desbordaba magia y ni siquiera me di cuenta de que había dejado a Tom en la parte de atrás del pub. El sol brillaba iluminando numerosos calderos, en la puerta de la tienda más cercana. «Calderos - Todos los Tamaños - Latón, Cobre, Peltre, Plata -Automáticos - Plegables», decía un rótulo que colgaba sobre ellos.
Caminamos tranquilamente mirando las tiendas, las cosas que estaban fuera y la gente haciendo compras. Una mujer regordeta negaba con la cabeza en la puerta de una droguería cuando ellos pasaron, diciendo: «Hígado de dragón a diecisiete sickles la onza, están locos...». Un suave ulular llegaba de una tienda oscura que tenía un rótulo que decía: «El emporio de las lechuzas. Color pardo, castaño, gris y blanco».
Algunas tiendas vendían ropa; otras, telescopios y extraños instrumentos de plata que nunca había visto. Una decía «Oculis, arreglamos tu vista, 100% garantizado». Escaparates repletos de bazos de murciélagos y ojos de anguilas, tambaleantes montones de libros de encantamientos, plumas y rollos de pergamino, frascos con pociones, globos con mapas de la luna...
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Magia Pura
FanfictionEl-que-no-debe-ser-nombrado ha desaparecido, el mundo mágico esta de fiesta, pero no todos celebran, sus seguidores no pueden creer que su amo ha sido derrotado por un bebé de 1 año y ahora son perseguidos para cumplir su sentencia. Mientras tant...