Capitulo 5_ Respuestas y Lágrimas

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Lo miré detenidamente, buscando un atisbe de broma. No lo encontré; estaba serio y las luces de las farolas le daban sombras y reflejos a su rostro,  parecía tanto a una pintura que daban miedo.
-Esta bien. -Susurré, mirando al vacío de la noche. Él me miró con los ojos abiertos y nerviosos. De seguro esperando un mar de gritos. Me encogí de hombros y le medio Sonreí. -Es tuyo, después de todo. -
Allen había cambiado mucho desde que lo vi por ultima vez, esa noche con 16 años decidí que no soportaría más los abusos de mi madre y escaparía. Y lo hice, pero nada me preparó para esto. Y aunque para muchas personas les pareciera los más normal del mundo hablar con su hermano, para mi... Mi vida no era nada normal.
-Que haz echo desde que te fuiste?-Preguntó un poco más relajado. -Supe terminaste tus estudios con honores... Felicidades por cierto. Pero no supe nada más desde ahí. -Su nerviosismo era casi invisible, pero había compartido nueve meses con este engendro como para saber cuando me mentía y cuando no.
Reí alto y me miró como si estuviera loca.
-Allen... Haz estado vigilandome desde... Desde siempre. -Sonreí ante el sonrojo que tenía. -No creerás que no me di cuenta que veinte hombres me perseguían a todos lados en todas partes a todas horas. O si?- Pregunté y me giré a verlo.
Él me sonreía con nostalgia, lo noté.
-Siempre fuiste demasiado inteligente, incluso para una mafia entera, eh?- Reí y vi que acercaba su mano a la mía. Un destello me cegó por unos instantes. Reconocí el anillo de la personas en quien más apoyo recibí.
Me levanté de golpe cuando un nudo se creó en mi garganta. Era capaz de hablar con mis hermanos, pero de recordar a mi padre como si nada.
-Adonde vas?-Preguntó levantándose también.
-Emm... Yo.. Solo... No.. -Estaba nerviosa, tosí para aclarar mi voz. Y luego me reí, también nerviosa. Lo miré y tenía cara de preocupación. Me conocía tan bien como yo a él. -El... es el anillo de papá verdad?- Mi voz volvió a temblar y desvié la vista de sus ojos.
Alzó su mano y observó el pequeño resplandor dorado.
-Si. Es su anillo. -Su voz era extraña, desvió su vista del anillo y me vio a los ojos. -Te molesta que lo lleve?
Esta vez, su voz era molesta, como si le  molestara que preguntara por él. Porqué?
-No. -Dije un tanto tajante, ya estaba molesta. Caminé con cuidado de no caerme y llegue a la ventana. No le dirigí  la palabra, ni él a mi.
Cuando llegamos a la cocina había mucha gente,la mayoría de servicio. Disimulados el haber salido de dentro de una chimenea y nos separamos, yo con la excusa de que necesitaba aire y él iba a ver a Sofia. Según me dijo, era mi sobrina.

...

Caminé por media hora, más o menos, esquivando a todo el que se me cruzara. Hasta que escuché una voz dolorosa para mi mente y mi corazón.
Seguí mi paso disimuladamente y vi  una habitación. En ella habían sirvientas por todos lados, unas cuantas mujeres mayores y mi madre junto a la que supuse era la novia.
Tenia un vestido demasiado extravagante, no sonreía, hasta parecía aburrida de aquello.
Una sirvienta chocó conmigo y me devolvió a la realidad.
Antes de que papá muriera, era la habitación de su hermana, la Tity era muy buena conmigo. No supe nada de ella desde los doce.
Seguí caminando, en busca de una habitación en particular: la mía.
El camino era fácil, lo recorrí desde siempre. Paré en seco al ver dos guardias frente a ella. Quien mierda había puesto guardias frente a mi habitación? Alguien la estaba ocupando? Le habían cambiado algo?
No esperé a que las respuestas llegara desde el cielo, caminé con paso decidido y me planté frente a la gran puerta.
-Señorita, la entrada a esta habitación esta prohibida. -Dijo un guardia a mi espalda. Me crucé de brazos y me giré a verlo.
-Según quien? - Pregunté con voz demandante.
Oh si. Sabrina Allow volvió por más.
-Según el Señor Allow, señorita.- Dijo con el ceño fruncido. -Así que le voy a pedir que se aleje de la...
-Que "Señor Allow"? - Sabía que mi voz era quejumbrosa, pero iba a entrar cueste lo que cueste.
-El señor Neyl Alow prohibió que nadie entrara a la habitación de su hermana, Sabrina, hasta que ella misma viniera. -Soltó de malas maneras.
Una sonrisa malévola se formó en mi rostro.
Gracias, Neyl. -Pensé para mi misma.
-Que bueno que ya estoy en casa, no?- Vi a ambos guardias abrir los ojos y verme como quien ve un fantasma. Me acerqué y me presenté. Era teatral, lo sé, pero si me estaba divirtiendo. -Sabrina Allow, mucho gusto. Ahora, les informo que voy a entrar en mi habitación. Ok?- Ninguno dijo nada, se dieron media vuelta y se fueron. Me encogí de hombros, sin darle mucha atención. -Ok.
Cuando vi que no había nadie, corrí a abrir mi habitación.
La manija chilló un poco, diez años la habían oxidado. Reí como una niña a punto de hacer una travesura y entré, cerrando la puerta enseguida.
Me di media vuelta y mi boca, literalmente, formó una 'O' completita.
Pegué saltitos y chillé un poco. Mi habitación seguía igual que como la dejé. La habían mantenido, limpiado y todo, eso se veía. Pero parecía que nada se había movido de su lugar.
La mansión era antigua, y mi habitación era el claro ejemplo de ello.
Tenía mi cama de dos plazas en una esquina, en la otra y encima de un escalón estaba mi espejo de plata con esmeraldas. Mi gran ropero, lleno de ropa de adolescente y mis zapatos ... Vi una pequeña luz y me apresuré a abrir las cortinas rojas del ventanal. Al hacerlo, una cálida luz de luna lo iluminó. Era tenue, pero la necesaria como para que yo recordara como jugábamos aquí a las escondidas.
Y entonces recordé algo, un secreto solo mío.
Me acerqué a la cama y recogí el vestido de Hatty, me mataría si supiera que estoy casi limpiando el piso con él. Debajo de mi cama, había una tabla suelta; La había descubierto cuando me escondía debajo de ella.
Con un poco de trabajo la conseguí abrir.
Había una pequeña cajita, una lágrima calló encima de ella. Limpié las demás y sonreí. Era mi caja de tesoros.
Pero mi felicidad no duró mucho, escuché pasos fuera de la habitación. Y... Hay no.
La puerta se abrió de golpe y los característicos zapateos de mi madre recorrieron la habitación.
-¿¡Donde esta!?-Gritó a todo pulmón. Suspiró y luego habló otra vez. -Les dije que cuando la vieran, la vigilaran. ¿¡Eso es mucho pedir!?
-No, señora Allow. Lo sentimos. La encontraremos.- la temblorosa voz del guardia me hizo consciente de que yo les suponía un problema y que me tendrían un ojo encima hasta que me fuera.
-Más les vale. Ya saben lo que les pasará si no. -Gruñó Adriana. Entendí a los pobres guardias, sabía lo que eran las amenazas de Adriana Allow.
Todos se fueron, y cuando lo único que escuché fue mi propia respiración giré sobre mi misma y salí de debajo de la cama.
Aun con mi cajita en las manos. Me levanté como pude y vi que el vestido azul de mi amiga se había ensuciado todo.
Suspire, pero le agradecí al mundo que mi tía tuviera buen gusto.
Corrí hacia mi ropero y busqué como loca una caja rosa. Cúando la encontré me senté en la cama y le quité la tapa, entre el revoltijo de papeles decorativos vi la tela pastel del vestido que me  dio mi tía, por si lo necesitaba.
Y si que lo necesitaba ahora. -Pensé. 
Cinco minutos después ya lo tenia puesto. Era precioso, era rosa pastel y simple, un tul brillante lo decoraba, parecía una chica de Roma. Reí como tonta, y me puse mis tacones negros. Solté mi cabello castaño que me llegó hasta los hombros y lo recogí con horquillas de mariposas brillantes de cuando era niña y salí disparada de la habitación. Había escondido la cajita atándola con una cinta en mi pierna. Con suerte, allí habría algo de dinero.
Era irónico que me preocupara por el dinero, donde en mi habitación hasta en las patas de la cama había oro.
Bajé las escaleras, justo cuando estaban llamando para sentarse. Paré en seco antes de llegar a la puerta. Observé el panorama desde lejos. La familia de la novia si que eran muchos, y sus damas de honor eran todas unas esqueléticas baribes operadas, no exagero.
Por parte del novia solo eran Mey, Neyl y los amigos de las carreras clandestinas, creo que habían antiguos compañeros de la escuela y de secundaria. Casi vomito al reconocerlos.
Una mano se posó en mi hombro desnudos sin tirantes y casi grito. Me di la vuelta y ví a un Allen con traje y la corbata a medio colocar.
Él rió un poco y yo solté una carcajada. Se alejó un poco y me observó de arriba para abajo.
-Fuiste a tu habitación. -No era una pregunta, era una afirmación.  Y claramente se sentía alegre por ello.
-Si...-Murmuré bajo, arreglando las imperfecciones inexistentes de mi vestido.
-La Tity sabía que un día lo usarías. Me alegra que lo hicieras. Estas hermosa. -Sonreí un poco y luego lo vi. Me acerqué y él retrocedió, desconfiado
-Tranquilo... -Dije aun riendo por su reacción. -Tienes mal puesta la corbata. -Y sin más le di una o dos vueltas y ya parecía hasta decente. -Debo decirte, hermano,que tu tampoco estas nada mal.
Él sonrió con arrogancia. Y se colocó en pelo hacia atrás.
-Pues claro, que esperabas? -Lo golpee en  el hombro y él tomó mi muñeca. Se puso serio de repente. -Es estúpido, no? Que me case con alguien a quien no quiero. -Dijo. Sentí en pecho oprimido y acaricié su mejilla
Fruncí el ceño cuando un pensamiento se pasó por mi cabeza.
-Todo esto es obra de Adriana, verdad? -No respondió  ni me miró a los ojos, y lo confirmó. Aumentando así más mi ira y odio hacia aquella mujer. -Allen... No lo hagas si no quieres hacerlo. -Susurré cúando una chica salió corriendo. No se dio cuenta de que nosotros estábamos aquí, menos mal.
Él sonrió con ironía.
-Tengo que hacerlo. No me puedo negar. -No hizo falta que preguntara, me respondió todas mis preguntas. -Adriana nos vendió a Mattew Soolyvan. Y mi prometida es su hija.-
y con esas palabras lo comprendí todo.
Porque mi casera me echaba, porque me despedían, porque me asignaron ese caso, porque Arthur me dijo lo del trabajo para Soolyvan...
Era suficiente. Le pondría un alto a toda esta mierda.

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