Promise

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5.PROMISE

¿Dormir en un motel?, ¿para que? No tenía sueño. ¿Regresar a casa?, ¿con que fin? Nadie estaba esperándolo. En cambio había decidido desviar su camino, terminando en aquel pésimamente iluminado lugar, donde el olor a nicotina con alcohol barato se mezclaban de una manera casi nauseabunda.

La noche seguía avanzando, y con ella el bar se iba quedando solo. Desde la barra podía vislumbrar de manera empañada algunas mesas que aún se encontraban ocupadas, donde algunas prostitutas le coqueteaban a los hombres que se caían de borrachos, buscando la forma de poder sacarles dinero sin tener que ofrecer sexo. Pobres idiotas, creyéndose unos don Juanes cuando posiblemente esas mujeres estaban asqueadas por semejante estado etílico en el que se encontraban. Aunque , no podía juzgarlos, él estaba en una situación bastante similar; con el cuello de la camisa mojada por el alcohol que le resbalaba por los labios al beberlo de manera tonta y temblorosa; con el cabello pegajoso por una pelea que había habido unas horas antes, donde un ebrio le había lanzado cerveza al otro, pero tomando en cuenta que su suerte era un asco, la bebida había caído entera y solamente sobre él. Ya ni siquiera era capaz de articular palabras, solo levantaba su índice para indicar al bartender que deseaba otro trago, pero la cabeza cada vez le daba más vueltas.

—Hola, cariño. ¿Por que tan solito?— sintió un fino brazo rodeándole la cintura, giró su rostro y se encontró con una chica de cabellos rojos a su lado, quien se relamía los labios de manera obscena.

—...mmhm...— frunció los labios al verse incapaz de decir algo coherente, pero no deseaba estar cerca de ella ni de nadie. Intentó ponerse de pie, alejarse de su agarre, pero el alcohol consumido lo golpeó de repente haciéndole tambalearse, afectándole más si es que acaso era posible.

—Tranquilo, se ve que necesitas que alguien te cuide, y yo puedo hacerlo con gusto, mi amor— lo rodeó con ambos brazos, pegándose a él de manera sugerente.

Ser cariñosa para que comenzasen a soltar el dinero por cualquier tontería era su habilidad, aunque tampoco estaba en contra de irse a la cama con ese hombre. Pero mientras ella admiraba que su posible cliente no estaba nada mal, para Lawliet la historia era distinta, le había hervido la sangre de tan solo sentirla tan cerca como si tuviese el derecho de hacerlo, y por si fuese poco, había debido apretar los puños para no explotar al escucharla llamándole "amor". Quizá era su paranoia disparada por el alcohol pero le había disgustado, le había asqueado, le había molestado que le llamase de dicha forma, él solo necesitaba el amor y cariño de Light, no de esa cualquiera. Se revolvió nuevamente, esta vez con más fuerzas, logrando soltarse pero debiendo sostenerse de la barra para no caer.

—¡No me interesa coger con una puta como tú!— las palabras le salieron arrastradas, pero con el nivel suficiente de furia para hacer que la pelirroja se llevase una mano al pecho, completamente ofendida o anonadada.

—Mira, querido, tengo tanto tiempo en este negocio que he escuchado las mismas historias cientos de veces. Si tú estás aquí, en lugar de estar en tu casa, hay una alta probabilidad que se deba porque has tenido problemas con tu pareja, y no la culpo, nadie aguantaría a semejante imbécil— tomó su bolso dorado que había dejado sobre la silla y se giró completamente molesta e indignada. Era de las más guapas, jamás alguien se había atrevido a rechazarla. Pero no pudo alejarse demasiado cuando sintió un certero agarre alrededor de su brazo que le hizo regresar sus pasos.

—¿¡Como me has llamado!?

Era un hecho, ya no razonaba. La jaló con tal fuerza que ambos rostros quedaron separados por escasos centímetros, pero la pelirroja ya no deseaba dicha cercanía, sobretodo cuando veía esa mirada llena de dolor y furia. Colocó ambas manos sobre el pecho del azabache intentando alejarlo, pero él no cesaba en su agarre.

L'appel de la vieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora