La vie continue.

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N/A: Se subirán dos capítulos, tan pronto se suba éste, a los minutos les vengo con el otro ;)
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11.LA VIE CONTINUE.

—¿Y es que lo hemos hecho muy mal?— preguntó Matsuda avergonzado, sintiéndose empequeñecido frente al que ahora era su jefe

Lawliet suspiró, pensándolo un momento, quizá había sido un poco cruel en la crítica que había hecho sobre el trabajo de dos de sus subordinados, pidiendo verlos a ambos por separado en su oficina.

—El informe... no está del todo mal— empezó, apoyando los codos en el escritorio y entrelazando los dedos —Sin embargo está desordenado, y lo sabes Matsuda. Si se les encargó este trabajo al señor Aizawa y a ti es porque los dos son muy capaces, y créeme, a la compañía no le interesa las diferencias que ambos puedan tener.

—Pero si nos encargamos en revisarlo para que todo concordase, sé que él y yo no congeniamos pero también sabemos ser profesionales— masculló, detestando el hecho que Aizawa le hubiese dicho que fuese él primero al matadero, como también detestaba el haberle hecho caso en su tonta idea de trabajar por separado.

—Pero no lo suficiente, se nota que no trabajaron juntos, ¿es que siquiera sabes cómo viene?, me recuerda tanto a cuando estás en bachillerato y te dejan un trabajo en equipo, cada integrante toma su parte y luego solo lo unen al final, si lees cada parte por separado todo está perfecto, pero al unirlo se crea algo sin pies ni cabeza. Yo no puedo entregar ese informe a la junta— tomó la taza de café que yacía sobre su escritorio, llevándola hasta sus labios con una parsimonia que logró exasperar al otro.

—¿¡Pero por qué solo me lo dices a mí cuando él podría estar aquí!?— graznó exaltado, relajando sus facciones cuando sus ojos se toparon con los insondables orbes de su jefe —Lo siento...— murmuró cabizbajo.

—Esta conversación también la tendré con él, la razón por la que decidí hacerlo por separado es porque eres muy maleable, sigues lo que los otros dicen, cuando tienes una buena idea, esperas que otro también la tenga para que él la diga y no tener que hacerlo tú— suspiró, dándose un leve masaje en el puente de la nariz, porque cosas como llamar la atención a los demás era algo que aún le costaba o le incomodaba pese al tiempo —Por ello estoy seguro que el de la idea de que trabajasen por separado fue suya, y aunque no estabas de acuerdo, accediste.

—Deberemos repetirlo, ¿verdad?— resignado y avergonzado, trató de mantener su vista sujeta a los acentuados ojos de su jefe.

—Por supuesto, y en lugar de dos semanas, tienen hasta el viernes— sonrió acomodándose en su butaca, desabrochando el botón de en medio de su saco negro.

—¿Debo decirle a Aizawa que pase?— intentó ponerse de pie, ansioso por salir de ahí, pero una socarrona risa lo dejo inerte.

—Respira Matsuda, no actúes como si estuvieses frente a un monstruo, faltan solo quince minutos para la hora de almuerzo, lo haré pasar luego. Por ahora, y si gustas, toma una taza de café para que te relajes, la cafetera está por allá.

Matsuda siguió con su mirada la dirección que apuntaba el dedo índice de Lawliet, hacia una de las esquinas de la oficina, pero decidió negar lentamente con la cabeza, rechazando la amabilidad de su amigo con una sonrisa.

—No soy muy fan del café, lo sabes.

—Lo sé, solo quería romper la tensión, mejor cuéntame como van las cosas con tu esposa, ¿como van sus controles?

Esta vez Matsuda no pudo evitar sonreír, borrando cualquier rostro de angustia previo.

—¡Todo va de maravilla!, apenas van cuatro meses de su embarazado pero no veo la hora de poder conocerlo.— sus ojos brillaron inevitablemente, provocándole una sonrisa al azabache.

L'appel de la vieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora