La mejor amiga en el mundo

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Entramos al departamento de Hiedra y estaba tal y como lo recordaba, aunque la verdad algunas plantas eran mas grandes pero fuera de eso, era prácticamente el mismo. Las paredes estaban pintadas de un gris verdoso, había un viejo y maltratado sillón color café grisaseo, un viejo, grande y pesado televisor, ¿como se que es que se que es pesado?, como la gran amiga que soy, tuve que ayudar a cargar cuando ayude a Hiedra a llevarlo a su apartamento, el televisor estaba sobre un mueble para televisor color chocolate y junto a el un estéreo, a la derecha y vi la cocina, con un gran y viejo refrigerador, una estufa con horno, un horno de microondas algo sucio, el mueble de la alacena, y una vieja y oxidada lavadora, era un espacio pequeño y estoy segura de que poda haberse visto bastante deprimente, pero estaba adornado por hermosas plantas y bellas flores de colores que daban una gran alegría a la habitación. Sonreí.
    —¿Y? —dijo interrumpiendo mis pensamientos.
    —¿Qué?
    —¿Qué te parece?
    —Esta tal y como lo recordaba —dije en un susurro, obligándome a mostrar una sonrisa a medias.
    —Si, no ha cambiado mucho desde la ultima vez que estuviste aquí. — ella también hizo su sonrisa a medias y se encogió de hombros.
    —Bueno, las plantas han crecido.
     Soltó una pequeña risita.
    —Si. Aún así necesito regarlas, ¿Me ayudas? —entendí que quería mantener mi mente distraída, y solo buscaba algo que poder hacer conmigo.
     Solte una pequeña risa y asentí sonriendo.
    —De acuerdo, ahora vuelvo —se fue de la habitación.
     Me senté en el sillón mirando cada detalle del departamento, pensando en que quizá ese sería mi nuevo hogar en adelante, el lugar donde viviría, aun tenia es horrible sensación, ese vacío que me provocaba pensar que mi hogar lo había dejado atrás y no sabia si volvería, tendría que usar todas mi fuerza de voluntad, además de la poca dignidad y amor propio que me quedan para no hacerlo. No se como me sentía en ese momento, ya no me sentía triste, viendo todas las plantas, sentía como si mis sentimientos estuvieran ocultos ya una gran maleza que no me permitía descubrirlos, o por lo menos sentirlos correctamente, ¿que se supone que debía de sentir?¿tristeza?¿decepción?¿enojo? Parecía que todo lo que sentía se había hecho a un lado para dejarme pensar en lo que haría, pero mi mente divagaba tanto que ni siquiera podía aprovechar ese rato de silencio emocional.
    —¿Lista? —cuestionó Hiedra, llamando mi atención.
    —¿Para?
    —Dijiste que me ayudarías —me recordó.
Asentí con la cabeza tratando de concentrarme en lo que pasaba.
—De acuerdo ¿lista? — lo decía con emoción.
    —Lista —afirme.
Me entregó un pequeño artefacto para rociar.
—¿Qué se supone que tiene? —pregunté refiriendo al líquido color turquesa dentro de este, al tiempo que lo sacudía.
—Mi fórmula secreta —me guiñó el ojo.
No pude evitar sonreír. Casi como un impulso, con ella era muy fácil sonreír.
Roja podía parecer algo dura, al igual que Gatita, pero ambas, en especial Roja, podían ser bastante tiernas, por supuesto, ambas odian cuando se los hacía notar. Roja lo podía ser bastante tratándose de mí, y cuando estaba algo triste su máscara de rudeza caía, y podía ser una persona simplemente cariñosa, haciendo todo por levantarme el ánimo, y este era uno de esos momentos. Yo no la merecía, ¿como podría?
La ayude a regar sus queridas plantas, era algo increíble y muy tierno verla cuidar así de sus plantas.
    —Entonces... —comenzó con curiosidad.
     Hice una mueca, sabia lo que ella quería saber.
    —¿Me dirás lo que ha pasado? — el recuerdo vino a mi como un camión de basura sin frenos, y me arrolló. Y ahí estaban de nuevo, las emociones.— ¡Hey!
    —¡Eh! —exclame reaccionando y accidentalmente tire el rociador que me había dado.
    —¿Estas bien? —preguntó ahora con preocupación.
     Moví suavemente la cabeza a modo de negación. Me sentía pasmada, sin poder mover más que la cabeza.
    —¿Qué paso, calabazita?
    Mire hacia otro, dándome cuenta de que prefería la maleza, sentí como una lágrima corrió por mi mejilla, Roja se apresuró a mi posición, me tomó por los hombros, me miró por unos segundos, pareció inspeccionar mi rostro, mientras el suyo no reflejaba nada me pregunté que diría el mío, porque su expresión después fue de pura compasión, y me abrazó, me abrazó fuerte y cariñosamente, un abrazo lleno de consuelo y cariño, yo escondí mi cabeza en su pecho y comencé a llorar a ríos. Mis lágrimas no cesaban pero las palabras no salían de mi boca, me dio un tierno beso en la frente y volvió a tomarme por los hombros mirándome aún compasivamente, pero reflejando duda, no sabía que hacer conmigo.
    —Iré a darme un baño, apesto a basura — anunció.
     Asenti.
    En cuanto me quede sola me dirigí a la habitación, la cual también estaba tal y como la recordaba, la cama con una cabecera en forma de corazón, la colcha rosa y unas cuantas almohadas, no era el estilo de Ivy, pero a mi me gustaba, se veía linda. Abrí el closet y encontré unos shorts negros y una camiseta roja para usar como pijama, me quite el traje, me cambié, y me senté con las piernas cruzadas en la cama. Trate de no recordar, estaba segura de que entre más lo hiciera más lo extrañaría, y volvería. Mantuve mi mente ocupada, conté cuántos colores había entre la ropa de Ivy, al llegar a veinte me pregunté cuanto más tardaría, la imagine en el baño, no por morbo, simplemente imaginando en que parte iría y cuanto demoraría, aunque no es como si niña la hubiera visto desnuda.
    Hiedra entro a la habitación con una toalla en el cuerpo y una en la cabeza y con 2 tazas, una en cada mano, me entregó una, era chocolate con malvaviscos. Sonreí. Tal vez imaginar que haría alguna golosina para hacerme sentir mejor. Hiedra abrió el closet y saco unos shorts negros y una camiseta verde que uso como pijama. Se sentó frente a mi y me dedico una cálida sonrisa, a la cual yo le correspondí, acarició mi rostro com ternura y me acomodo un mechón de cabello detrás de mi oreja.
    —¿Piensas volver con el?
    —No —susurré.
     Hizo una mueca. Seguramente se preguntabas si yo de verdad tendría la voluntad, o sería como todas las ocasiones anteriores.
    —Entonces luego iremos por tus cosas, y... —hizo una pausa, eligiendo sus palabras— si quieres, me lo contaras cuando estés lista, ¿de acuerdo?.
    —De a acuerdo — esbocé una sonrisa y ella igual.
    Tomamos nuestros chocolates en silencio.
    —¿Terminaste?
     Di un ultimo sorbo.
    —Si — le sonreí mostrando los dientes, puso la mano para que le entregara mi taza. Me dio un suave beso en la frente antes de poner las tazas en el buró, levanto la colcha para ponerse debajo de ella y se acomodo, yo hice lo mismo del otro lado de la cama — buenas noches calabazita, —fue lo ultimo que dijo y la habitación quedo en silencio.
     Definitivamente tengo a la mejor amiga del mundo. Solo desearía merecerla.

Holaaaaa!!! Perdón x atrasarme tanto, tenia un "bloqueo creativo" pero ¡Aqui estoy de nuevo! Creo q este capitulo es un poco mas largo así q esperó q les guste.
Voten  ★ y comenten.
Amor, besos y un abrazo psicológico, los quiero.

Te necesito, mi horrible amor (Harley Quinn/ Harlivy/ Jarley) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora