Recuerdos: La primera sesión.

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En cuanto abrió la puerta del apartamento amabas nos dejamos caer en el sillón.
—Necesito saber que te pasa, —Ivy me miró y pude notar la preocupación tanto en su voz como en sus ojos—quiero ayudarte, calabazita.
Fijé mi mirada en el suelo, evitando mirarla. Me tomo la barbilla suavemente y me levanto la cara para que la mirara.
—Cuéntame —pidió con su mirada intensa en la mía — ¿Que paso anoche?
—Me engaño —murmuré.
Frunció el ceño y en su rostro se leía la sorpresa y el enojo, separó sus labios, pero no puedo decir palabra alguna.
—Anoche me engaño —continúe con voz dolida —estaba con tres... con tres... —se me quebró la voz antes de poder continuar e irremediablemente mis ojos se llenaron de gruesas lágrimas hasta que a penas y pude ver el rostro de Ivy — ¿puedes creerlo, roja? — mis palabras a penas y eran entendibles, me eché a llorar al fin.
Era como una herida fresca, un corte que aún con el más leve roce provoca un dolor y ardor inclemente.
Ella me abrazó y acarició mi cabello dulcemente, sosteniéndome entre sus brazos con apego, como si con ello quisiera evitar que me desmoronara, pero mis lágrimas no cesaban y mi dolor tampoco.
—Payaso de mierda — refunfuñó, más bien para sí misma.
Nos quedamos así por un rato hasta que los sollozos cesaron y pude regular mi respiración. Continuó abrazándome en silencio.

  







     Escuché como mis tacones rojos resonaban en el piso de cemento y hacían eco en las paredes del desolado pasillo, llevaba una falda negra, una blusa roja y mi bata de doctora. La luz mortecina y amarillenta de los focos colocados a distancias iguales a penas y alumbraba los pasillos sombríos.
    —¿Dra. Quinzel...? —me llamó la voz de la doctora Lenand.
    —Estoy lista, Dra. Lenand —respondí con una sonrisa.
     Me costo tres meses lograr un sesión, estudie todos sus trucos y manías, y sentí que estaba lista para todo.
    —Harleen, tu estas calificada, —comentó Joan— pero no creo que alguien este listo para el... Nunca —enfatizó —El Guasón es algo que no puedo categorizar.
    —Pero no esta mas allá de cualquier ayuda— repuse con seguridad— puedo hacerlo.
     Podía ver al Guasón a través del cristal, sentado en una silla metálica, frente a una mesa del mismo material y frente a el, una silla esperándome. La doctora Lenand se retiró y el guardia de seguridad se quedo afuera mientras yo entraba. Sentía los nervios revolver mi estómago cuando me senté frente a el,  bote que mis manos temblaban mientras dejaba mis archivos y notas sobre la mesa. Lo entendí, al hacer contacto visual, no estaba ciertamente nerviosa, más bien... emocionada. Sentí un escalofrío recorrer mi columna y reprimí una sonrisa, como un niño cuando al fin ha conseguido lo que pido insistentemente pero le fue negado.
    —Leí tu expediente, —comencé intentando que mi voz fuera monocorde —las golpizas que te daba tu padre, el abandono de tu madre, la fallida carrera criminal, y al final... Tu pequeño "accidente". —Hice una pausa, a la espera de una respuesta o reacción, el pareció no inmutarse, permanecía sentado con una sonrisa perversa definiendo su expresión, trague saliva—. Todas las piezas que conforman tu psicosis y mente asesina, —continúe —pero ambos sabemos que todo es un estupidez.
    —Cuéntame —me instó ensanchando aun más esa sonrisa.
     Dude por un segundo y continúe:
    —Se trata del control.
    —¿El control? —inquirió juguetón.
    —Si.
    —Entonces no has seguido mi carrera, calabazin — podría jurar que me estaba coqueteando, pero como podía asegurarlo, era un manipulador.
    —Oh si lo he hecho —sonreí —eres todo un artista, creas caos para ser el ojo de la tormenta —dije como presumiendo lo que decía y sabía —por que en esta tomenta todo esta al revés, excepto tu. —hice énfasis en la palabra "tu"
    «Esconderte detrás de tu locura es control. Como yo lo veo solo eres un obsesivo del control con sentido del humor —no se como, pero en ese momento le estaba hablando con toda la seguridad y con aires de grandesa a la mayor mente criminal y psicótica de Ciudad Gótica.»
    De pronto el hizo su silla para atrás, haciendo un ruido agudo y horrible y se levanto, sabia que el oficial iba a tomar precauciones, seguramente tomo su pistola, yo con calma alce mi mano en señal de que se detuviera y dije:
    —Oficial Cash, eso no sera necesario.
    Y de pronto la dulce y ruidosa risa de El Guasón inundo la habitación, sus carcajadas llenaron todo el lugar.
    —Oh, me gusta esta, —dijo entre risas intentando nivelar su respiración —es diferente a los típicos enuncios privilegiados de sangre azul que suelen traer.
     Me miró sonriendo.
    —Tienes actitud niña. Pero así debe ser de donde vienes. —dio media vuelta hacia la izquierda y continuó — Tu acento grita Nueva York —dijo como sacando un diagnóstico y con una terrorífica y traviesa sonrisa asomando en sus labios —pero no de la variedad Rockefeller. Dejame adivinar...
    «La chica del barrio cumplió las expectativas, sociedad de honor, becas, etc. —hizo una pausa, como pensando las palabras, y esa sonrisa macabra seguía ahí, intrigandome y atrayendome cada vez más —pero faltaba algo, algo que te motiva, algo que deseas, —dijo con emoción y dureza —pero que no tienes —fingió lastima.
    Hice la silla hacia atrás, provocando el mismo agudo sonido que había hecho la silla de El Guasón y me levante, acto seguido el me miro.
    —Psicologia 101 —dije seria —. Todos tememos algo que deseamos..
—tome mis archivos y notas que estaba sobre la mesa —pero que no podemos conseguir —intente imitar el tono de falsa lástima que el había usado hacía unos segundos —. Así que mañana comenzaremos con lo que tu deseas —enfatice la palabra "tu" y lo mire seria.
     Note que llevaba algo atrás seguramente una navaja o algo así, fue algo... excitante, así que lo rete:
    —Ah, y otra cosa... —dije como si fuera algo de poco interés —si piensas apuñalarme con lo que sea que tienes en tu bolsillo, más te vale no fallar... —hice una pausa pensando en las palabras exactas — por que si lo haces —continúe —patearé tan fuerte tus bolas que te saldrán por la boca y te mostraré cómo lo hacemos en Canarsie —intente sonar ruda, pero lo único que causé fue que una gran sonrisa saliera de su rostro.
     Salí del cuarto dejándolo solo con su risa maniática inundando la habitación.
     No hubo fuegos artificiales, no precisamente, pero si hubo una chispa.
     No recuerdo haber tenido miedo la primera vez que lo conocí, pero si recuerdo haberme sentido... emocionada.
    Camine un poco por los pasillos de Arkham y.... desperté.
    —¿Harley? —escuche a Hiedra.
    —¿Si?
    —¿Estas bien? —dijo con preocupación y con el ceño fruncido.
    —Si, ¿por que?
    —Tienes lágrimas en los ojos.
     Me toque un poco cerca de los ojos... era cierto. Hiedra me abrazó tiernamente, me desmoroné en sus brazos, llorando.
    —Fue solo un sueño, ya paso, cariño.

Espero les este gustando.
Nota: la escena de donde se conocen la saque del cómic "el origen de Harley Quinn".
Voten y comenten.
Amor, besos y un abrazo psicológico.

Te necesito, mi horrible amor (Harley Quinn/ Harlivy/ Jarley) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora