Lo que el viento se lleva

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Nuestra primera parada fue el centro de la ciudad, donde nos dedicamos a observar las palomas y a hacer comentarios sobre nuestras impresiones referentes a la universidad.

Le comenté a Lapis sobre los nuevos compañeros que conocí y mi aventura con Jasper y Steven:

-¡Ah, Steven!-. Dijo. -Le conozco. Me ayudó a encontrar el edificio de estudiantes el primer día. Anda siempre con un grupo de chicas de segundo, pero a mí no es que me caigan muy bien-.

-¿Enserio?-. Respondí. -¿Con quienes?-.

-Se llaman: Amethyst, Pearl y Garnet-.

-¿Te caen mal? No sé. Amethyst me parece muy maja, Pearl es muy formal y correcta, y... Bueno, no puedo decir mucho de Garnet. No la conozco demasiado-.

-Simplemente tengo malos presentimientos. No digo que no hables con ellas, solo que estés atenta-.

Nos sentamos en un banco cercano. Se tumbó hacia atrás y yo me senté a su lado.

Observamos el cielo:

-Echo de menos mi casa-. Comenté.

-¿Echas de menos a tus padres?-. Preguntó.

-¡Por supuesto! No me acostumbro a estar las 24 horas del día sin mis padres-.

-Tienes suerte...-. Dijo desanimada. -Mi madre trabaja en esta universidad, una de las razones por las que decidió que yo estudiara aquí-.

-Y... ¿eso no es bueno?-.

-No del todo. Entiendo perfectamente que quiera que sea mejor que cualquiera, pero... Tanta presión, me agobia mucho. Como siempre anda por aquí, no le cuesta trabajo venir a mi habitación para "ayudar" a concentrarme...-.

-¿En que trabaja?-. Pregunté.

-Es profesora de derecho romano...-. Contestó.

-Ugh, osea que te da clase...-.

Un silencio incómodo se impuso en el ambiente:

-Vámonos de aquí-. Pronunció.

-¿A dónde?-. Pregunté.

-No lo sé. Solo quiero irme-.

-"Creo que no debí sacar el tema..."-. Pensé, arrepentida.

Continuamos caminando, inversas en un puro silencio. No tenía idea de que tema podía hablar:

-Emm... para conocernos un poco mejor...-. Dije, nerviosa. -¿Cu-cuál es tu animal favorito?-.

Pude ver como cambiaba su expresión de dolor interno, a su amable sonrisa.

El resto de la conversación trataba de preguntas triviales y cotidianas.

Llegamos a un parque bastante amplio. Observé que había una fila de bicicletas públicas de distintos tipos, situadas justo enfrente de la entrada del parque:

-¡Hey mira! Dios, hace años que no monto una bicicleta-. Dije, teniendo en mente mis años de niñez.

-Podemos coger una si quieres-. Comentó Lapis. -Mira, tienen un cartel con distintos precios. Dependiendo de lo que pagues, puedes tener más o menos tiempo-.

-Yo no traje dinero...-. Dije incómodamente.

-Mmm... yo tengo un dólar. No nos llega para 2 individuales, pero sí para una doble. ¿Qué dices?-.

-¡Claro! Aunque nunca he montado en una-.

-¡Bah, tranquila! Es exactamente igual que una normal. ¡Venga!-.

Delante de las bicis, se encontraba una especie de caja en la que debíamos introducir el dinero. Lapis metió el dólar y cogimos la bici:

-Tenemos una hora-. Informó.

-¿Delante o detrás?-. Le pregunté.

-Delante me es más cómodo-.

Montamos y comenzamos nuestro trayecto por el carril bici.

Había olvidado lo bien que se sentía montarse en una bici. Esperaba que Lapis también sintiera eso, así olvidaría la conversación que tuvimos en el centro:

-¡Hey! ¿Y si aceleramos?-. Me preguntó, animada.

-¡Adelante!-. Respondí de la misma manera.

Pedaleamos frenéticamente, aumentando la velocidad y sintiéndo la fuerza del viento en la cara.

Se notaba que Lapis se sentía muchísimo mejor.

Por mi parte, sentía como mi corazón latía rápidamente debido a la velocidad. Era libre de todas las preocupaciones sobre los compañeros, la universidad...¡De todo!

-¡Hacía años que no me sentía así!-. Grité, acompañando la frase con una gran risa de satisfacción.

Tushé, amiga mía!-. Gritó Lapis.

Tras cansarnos después de 30 minutos, paramos en una colina y nos tumbamos en la hierba.

-¿Sabes?-. Dije. -Tenía miedo de no hacer amigos aquí. De que a nadie le gustara. Pero ahora, he conocido a un montón de gente super animada y considerada. Y a una compañera de habitación super guay-.

Se sorprendió:

-¿¡Enserio!? ¿¡Piensas eso de mí!?-. Suspiró. -Verás, yo también tenía miedo de que a nadie le gustara... En mi antiguo instituto, todo el mundo me decía que era una loca que solo quería hacerse notar-.

-¿Y qué si estás loca? ¿No crees que eso te hace ser especial? No una máquina monótona que solo sigue las modas. De esa manera, eres única-.

Me sonrió, me cogió con su brazo la cabeza y empezó a frotarla con su mano:

-¡Jajaja...! ¡Pues que sepas que tú también estás loca!-.

-¡No, para! ¡Qué duele!-. Me quejé entre risas.

Tras unos minutos, miré al reloj:

-¡Uy! Tenemos que volver. Hay que devolver la bici-. Le informé a Lapis.

-Ve tú delante esta vez. Es un poco más emocionante que ir atrás-. Respondió.

-Como quieras...-.

Subimos y fuimos directas a la entrada del parque.

Lapis no mentía. ¡Era increíble! La misma sensación que sentí antes, se había multiplicado por 10. No entendía esto, pero esperaba poder volver aquí alguna vez para sentirlo de nuevo.

Llegamos y dejamos la bicicleta. Vimos que era bastantate tarde, por lo que decidimos volver a casa.

Al salir del parque, Lapis pasó su brazo por encima de mis hombros y dijo:

-Para tú información, ¡eres una gran amiga!-.

-¡Lo mismo digo, "loca"!-. Contesté chocándole la mano.

Nada más llegar, fuimos recibidas por Amethyst:

-¿Qué tal el tour por la ciudad?-. Preguntó.

-Me voy a dormir...-. Dijo Lapis, sin responder una sola palabra.

Cuando se fue, Amethyst me preguntó:

-Hey, bro, ¿dije algo malo?-.

-Déjala, ha sido un día algo largo-. Respondí.

Quedé en la sala de estar hablando con Amethyst hasta que fue la hora de ir a dormir.

Me lavé los dientes, me puse el pijama y me acosté...

¿Como sería mi primer día de clase en la universidad de Earth?

Continuará...





Simples Universitarias [Steven Universe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora