Misterio...

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Me desperté, sobresaltada. Estaba tumbada en la cama de mi habitación:

-¿C-cómo puedo estar aquí?-. Pronuncié. -¿No me dormí en la sala de estar...?-.

Moví mis manos de forma errática, buscando mis gafas:

-"¿Me las habré dejado en la otra habitación?"-. Pensé.

Entonces, oí la puerta del cuarto abriéndose. Una figura que me era imposible de reconocer, entró por esta:

-¡Oh! ¡Ya estás despierta!-. Era la voz de Lapis. -Podrías haberte resfriado si te hubieras quedado toda la noche allí...-.

-¿Fuiste tú quién me trajo aquí?-. Le pregunté, aún viendo su imagen borrosa.

-¡Exacto!-. Contestó. -Era lo mínimo que podía hacer. Después de todo, fuiste tú la que evitó que me pillase una pulmonía el otro día-. Notaba como revolvía varios objetos de su mesa.

-¡Casi se me olvida!-. Dijo de pronto. -Esto es tuyo...-. Sentí como se agachaba delante de mí, me quitaba el pelo de la cara y me ponía mis gafas.

Me sonrió, aún agachada:

-Estaban muy sucias, por lo que pensé en limpiarlas-.

-¡Muchas gracias!-. Le agradecí.

-¡No hay de qué!-.

Me incorporé y busqué mi ropa en el armario:

-¿Qué hora es?-. Pregunté a Lapis.

-Tranquila, falta una hora para que empiecen tus clases...-. Respondió. -No hace falta que te prepares corriendo...-.

Comencé a desvestirme:

-"Ahora que lo pienso... Anoche no me duché. ¡Agh, qué asco!"-. Me dije.

A pesar de ese horrendo sentimiento de suciedad, continué con mi tarea. Cuando acabé de vestirme y me disponía a abandonar la habitación, Lapis me paró:

-¡Hey! ¿Te has enterado?-. Dijo. -Hoy en la noche habrá una fiesta para celebrar la entrada de los nuevos estudiantes a la universidad. ¿No es genial?-.

-¿En serio?-. Dije, sorprendida. -No sé si iré...-.

-¿¡Qué!? ¿¡Por qué!?-.

-No soy muy fan de esas cosas... He oído muchas experiencias desagradables de gente que va a este tipo de fiestas universitarias. Además, no he probado la bebida nunca... Y esos sitios están plagados de eso...-.

-¡Vamos! ¡No tienen por qué pasarte esas cosas a ti! ¡Y no necesitas beber para pasártelo bien!-. Se me acercó y me cogió de las manos. -¡Venga! ¡Lo pasaremos muy bien! ¡Prometo no dejarte sola en ningún momento!-. Esto último, lo dijo con cierto tono infantil.

Seguía agarrándome con fuerza. Bien sabía que no me dejaría irme, hasta que dijera que sí:

-D-de acuerdo... ¡Pero al primer signo de algo sospechoso, me largo!-.

Me soltó y gritó animada:

-¡Bien! ¡Verás como nos lo pasamos genial!-.

Era admirable con que inocencia manejaba el asunto. Las cosas que ocurrían en esas fiestas, rozaban el límite de lo legal... Pero ella parecía no darse cuenta:

-En fin, ¿a qué hora es?-. Pregunté.

-A las ocho y media. ¡No llegues tarde!-.

Fui hacia la puerta, mientras decía:

-No te preocupes, no lo haré...-. Salí de la habitación.

Llegué a la cocina. Estaba extrañamente vacía:

Simples Universitarias [Steven Universe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora