Capítulo 31

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Recorrimos todo el hospital sin encontrar rastro de nadie como si se hubieran esfumado, me paré delante de la puerta por donde llevaron a Fouad inconsciente. "¿Dónde estarán?" mi mente no pensaba en nada bueno, imagina lo peor. Sin pensarlo dos veces empujé aquella puerta y entré omitiendo las llamadas de Intii, pero me paré al ver a dos médicos  como puertas que ocupaban todo el pasillo sin dejar espacio para pasar.

- Disculpe señorita, usted no puede acceder aquí- dijo el más alto de ellos

- Tengo que verlo, déjame entrar por favor- dije haciendo ademán de avanzar pero éste me paró- por favor déjame verlo prometo que no tardaré por favor...- mi voz se quebró y las demás palabras murieron en mi garganta.

Bajé la cabeza y me giré para salir y sentarme hasta que alguien dé señales de vida y aparezca alguien y me den noticias de Fouad.

-Haremos una excepción- escuché decir al médico que me prohibió el paso hacía apenas unos minutos, me giré de manera brusca, no me dí cuenta de que se había acercado y estaba a centímetros de mi hasta que me estampé contra su pecho, iba a comerme el suelo pero éste me cogió por la cintura nos quedamos mirando el uno al otro a los ojos por sus rasgos intuí que él también era marroquí, al fijarme en sus ojos oscuros y recordar a los de Fouad que también los tiene así una lágrima asomó por mis ojos y rodó por mis mejillas y el me pasó los dedos por ambas mejillas secándome las lágrimas y me dijo:

- No te preocupes señorita, tu padre estará bien confía en mi- me dijo con una sonrisa encantadora.

Me separé bruscamente de él y con los ojos como platos le dije - es mi prometido.


¿De verdad Fouad aparentaba ser mi padre?, era alto, fuerte, con su pelo y ojos oscuros muy deportista, fan del deporte extremo, muy educado, en resumen: un amor de persona, pero, ¿aparentar mi padre?, o espera, ¿o soy yo la que parece una niña?, es verdad que en varias ocasiones me restaron siete años de mi edad pero yo suponía que bromeaban. En serio Fouad mi padre, si me lo hubieran dicho en otro momento me tiraría al suelo de la risa pero en un momento así me dieron más ganas de llorar, pero no lo haría, no delante de él.

Levanté el mentón y lo miré a la cara diciendo:

-¿Puedo verlo?- Mi voz sonó en tono de súplica

-Sí señorita, pero solo 5 minutos- me dijo con la misma sonrisa de minutos antes.

Me indicó un puerta y yo fui a paso lento, no podía acelerar, no se lo que vería ahí dentro, mis pies no me soportaban, de un momento a otro podrá perder el equilibrio y caer redonda en el suelo, y yo no sé porqué razón delante de aquel hombre no pensaba hacer el ridículo más veces, no sé por qué razón pero algo en mi interior me lo impedía. Llegué hasta la puerta y me paré, inspiré hondo y miré hacia donde estaba él médico, él que lo acompañaba ya no estaba, no me dí cuenta ni de cuándo se había ido, este me dedicó una sonrisa tranquilizadora y yo entré.

Allí dentro no estaba Fouad, había una camilla vacía y la otra con un hombre mayor, ahí comprendí a qué se refería él médico con mi padre, él creía que aquel hombre mayor era mi padre, por esa misma razón se extrañó cuando le dije que era mi prometido, ahora todo tenía sentido, una sonrisa se formó en mis labios sin darme cuenta, pero se esfumó en cuanto me di cuenta de que Fouad no estaba y no sabía dónde podría estar, salí a decirle al médico que donde estaba mi Fouad, pero tampoco me di cuenta de cuándo se había acercado al marco de la puerta y se apoyaba en él con los brazos ligeramente cruzados hasta que me estampé contra él de nuevo, pero esta vez antes de que me sujete me apoye en la silla que había justo a unos centímetros de distancia.

¿Destino?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora