La torre de Babel

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Todas las parejas ya estaban en el salón. Porque se habían desperdigado momentos antes. Yo sabía que había la posibilidad de que más de uno quisiera que yo me quedara sin participar activamente y me dedicara al manejo de la música, pero no pensaba estar de acuerdo y lo sometería a sorteo, esa sería mi propuesta. Hare un resumen de las nueve parejas, todas de la misma edad año arriba año abajo. Los que me trajeron Valentina y Jorge, Larisa y Dacio, Rosario y Tabares, Marcia y Geraldo, Teresiña y Edson, Isamar y Gregorio, Isadora y Cristóbal, Agustina y Martin, Mónica y Miguel. Una vez más y como suele pasar con cierta frecuencia, las mujeres estaban más cuidadas físicamente que los hombres, aunque había alguna excepción.

Llego el momento de la verdad cuando Dacio pidió que le prestáramos atención y pregunto que, si había algún voluntario, paradójicamente los hombres no dijeron nada, pero si tres mujeres, que dijeron que su marido. Las tres mujeres fueron Isadora, Rosario y Mónica. Al final lo echaron a suertes y el "afortunado" fue Cristóbal. Me volvieron a preguntar a mi como seguía el juego, les explique que los hombres se desnudaban y las mujeres se quedaban vestidas e iban perdiendo las prendas. Hubo risas, muchos comentarios desternillantes y atrevidos.

Mientras se hacía espacio para poder colocar las sillas, yo las miraba y hacia mi quiniela mental, de cuál de ellas sería la primera que se dejaría perder toda la ropa, era difícil porque solo conocía bien a Larisa, casi nada a Valentina y al resto nada de nada. Se colocaron las sillas en círculo, porque pegadas cuatro contra el respaldo de las otras cuatro, hacían el movimiento peor. Los hombres nos desnudamos y volvieron los comentarios, en los cuales yo no salí mal parado.

Empezó el juego, a ellas se las notaba nerviosas y yo estaba ya preparado para darlo todo desde el primer momento. Si me dieran para elegir yo hubiera deseado que se sentara encima Teresiña, que se le vislumbraba que era el mejor culo. La primera en sentarse fue Rosario y cuando lo hizo, con el follón que se monta, yo toque bien sus muslos y ella no protesto. El juego se iba desarrollando al principio como con prisas, hasta que se le dijo a Cristóbal que fuese con más tranquilidad, que ponía muy rápido la música. Ya perdí quienes habían perdido prendas, aunque ya había varias con las tetas al aire.

Paro la música y se sentó Teresiña, que culito más duro y potente que tenía, metí mis manos entre sus piernas y ella movió bien su culo, mi polla estaba en lo más alto. Cuando Teresiña se levantó me dijo que estuviera preparado para la próxima vez. Yo veía como la gente ya había perdido los "miedos" y ya todos y todas nos aprovechábamos. De hecho, cada vez las mujeres tardaban más en levantarse cuando empezaba a sonar la música. Mónica perdió y se quitó el sujetador apareciendo dos tetas monumentales, con unos pezones negros prácticamente y grandísimos, fue toda una exhibición.

Todas ya se me habían sentado en algún momento encima y fueron muy cómplices. Me di cuenta de que Teresiña intentaba sentarse encima, lo andaba buscando y lo consiguió empujando a Marcia que iba a sentarse encima. Teresiña, según se sentaba se colocó bien mi polla entre sus piernas y mientras escuchaba las protestas de Marcia, se movía como haciéndome una paja con sus piernas y los labios de su coñito, era una pena que llevara todavía braguitas, yo me agarre bien a sus tetas que eran más bien pequeñas pero muy duritas. A uno de mis lados estaba sentado Jorge que me decía que se estaba poniendo "morado" y en ese momento se para la música y su mujer que ya estaba solo con una falda corta, se sienta sobre mí y con total descaro se coloca la polla se sienta despacio, metiéndosela hasta bien dentro. Valentina se giraba suavemente de un lado a otro, mientras su marido Jorge se volvía loco con las tetazas de Mónica.

Al rato ya estaban todas desnudas y la situación estaba en su punto álgido, cuando Cristóbal dice de hacer un descanso, ante la protesta unánime de todos. Como nadie se quería poner en la música, no quedó más remedio que aceptar. Todos con unas erecciones más que evidentes. Esa parada fue como si la gente se cortase. Me puse a hablar con Larisa y mientras le decía que había que hacer algo, que como la gente se enfriase, todo se podía ir al garete, se nos acercó Valentina y sin haberme oído dijo prácticamente lo que había dicho yo. Larisa nos dijo... "Eso no lo pienso permitir y ya veréis como lo soluciono, lo único que tenéis que hacer es apoyarme..." se fue muy decidida al centro del salón y dijo... "Escucharme... vamos a cambiar de juego, volvamos a nuestra niñez y juguemos a las escondidas, (Yo ese juego lo he conocido como el escondite. Todos sabíamos perfectamente como era el juego) la condición más importante, se puede esconder en cualquier sitio, lo único que no vale es echar los cierres de las puertas"

Erotic Room ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora