Parte 2 : De cuñada a Amante

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Nuestra primera experiencia había sucedido apenas mes y medio antes con Leo, y que ya os relaté y fue estupenda, así que siempre tuvimos la idea de repetir trío con él, pero nunca concretamos el momento. Chateamos de vez en cuando con él por internet e incluso le hacíamos algún show privado que él observaba masturbándose, suspirando por estar en esos momentos con nosotros, pero él pensaba que su mujer se olía algo, así que decidió bajar el ritmo de sus escapadas para no empeorar las cosas, por lo que nuestros contactos se reducían a esos momentos. Se despedía mandándome a mi un abrazo y a Elena un beso, dos cunnilingus, una sodomización y varios orgasmos. Le respondíamos que se dejase de mandar esas cosas… y que viniera a dárnoslas en personas.

Una tarde, chateando yo a solas con Leo me confesó estar matando a polvos a su esposa pensando en nosotros, y me daba detalles de lo que le hacía pensando en la mía. Por supuesto, lejos de molestarme, me ponía a mil. Nos propusimos seriamente repetir, por lo que buscamos en nuestras “agendas” con el fin de encontrar una fecha que nos fuera bien a todos. Se me ocurrió darle un toque más excitante, así que le propuse hacer algo especial para darle una sorpresa a Elena. La idea era que él llegara a casa antes que Ella, una media hora antes de que lo hiciera mi mujer, para que nos encontrara esperándola para follarla. Cuando le conté el plan a Leo dudó un poco al principio, pues no sabía si la reacción de mi mujer sería la que ambos deseábamos, pero tampoco me costó mucho convencerle.

Llegué a casa con el tiempo justo, y Leo ya estaba en la puerta esperando. Subimos y ya estaba todo dispuesto, pues por la mañana antes de salir a trabajar me había encargado de dejarlo todo preparado: cama lista y velas perfumadas estratégicamente repartidas por la casa.

Unos post-it por toda la casa junto a las velas pretendían darle las instrucciones necesarias a lo largo del camino hasta el dormitorio a Elena para que llegara en el momento preciso y de la forma que nosotros esperábamos.

A Leo, algo nervioso aún, le pareció muy excitante. En sus otras experiencias siempre había sido todo muy directo, pero en esta ocasión debíamos esperarla en la cama, desnudos y con nuestras pollas preparadas.

Charlamos un poco y le pedí que se sintiera como en su casa mientras yo iba a ducharme. Durante mi ducha confieso que llegué a dudar de si aquello era una buena idea, pues podría haber calculado mal el momento y temía una reacción negativa de Elena.

Mientras terminaba de ducharme, oí como la puerta del baño se abría, y al asomarme tras la cortina vi que Leo entró totalmente desnudo excepto por sus boxers, que le marcaban ese paquete con el que fantaseábamos mi mujer y yo. “Dijiste que me sintiera como en mi casa” me dijo al ver mi cara de sorpresa. “Pues es cierto que te lo dije, si”. Se acercó y me quitó la toalla de las manos. “déjame que te ayude” sugirió y se dispuso a secarme él. Desde mis hombros comenzó a bajar por todo mi cuerpo centrándose especialmente en masajear mi culo. “No deberíamos esperar a Elena?” le pregunte mientras disfrutaba de su masaje, que realizaba ya sin toalla y observando como bajo su ropa interior se marcaba aún más su polla totalmente erecta. Como no soy de piedra, mi polla estaba también lista para el asalto, y el comenzó a acariciarla al responderme: “esperaremos a Elena. Tengo muchas ganas de que mires como la follo. Sé que te gusta. Pero antes tenemos que prepararnos para que nos encuentre en el punto adecuado”. Nada más terminar de decir esto me besó y yo sujeté su cabeza, empujándola suavemente para que la bajara hasta mi polla y la mamara, cosa que hizo sin oponer ninguna resistencia. Ya de rodillas, su lengua recorría mis huevos y mi polla. Lo hacía realmente bien, mientras sus manos sujetaban fuerte mi culo. Me dió la vuelta y trabajó mi culo como si me fuera a follar inmediatamente. Que manera de mover su lengua!

Le invité a irnos al dormitorio, y eso hicimos. Me senté en el borde de la cama y lo coloqué ante mi. Bajé su ropa interior y su polla saltó ante mi cara totalmete dura y me pareciá incluso más grande de como la recordaba. Por fin volvía a meterme en la boca aquel manjar. Que caliente estaba! Deseaba probar su corrida en mi boca, pero debíamos esperar a Elena. Él suspiraba con mi mamada y mis manos recorriendo sus piernas, su pecho y su culo.

Erotic Room ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora