¿Amigos?

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Eckbert

He vuelto a mis actividades en la torre, al parecer el Gran Maestre, encuentra mas importante, que acabe mis deberes con los cuervos, que poder comer algo en este día tan largo, lo único que me queda es tomar una de las hogazas duras del día anterior y un poco de mermelada de fresa de los campos de Horn Hill. Estos días han sido demasiado ajetreados, he tenido que enviar mas de dos docenas de cuervas a casi todo el reino, la mayoría en respuesta, a actividades extrañas, desde los avistamientos de Direwolfs en los Bosques del Norte y hasta en las mismas entrañas de las Riverlands, o la presencia de supuestos Trolls gigantes en los campos de cebada de High Garden, todo muy sospechoso a mi consideración, el Gran Maestre se ha escusado en la idea de que los Direwolf han vuelto tan al sur, puesto ya no se les persigue como en el pasado, y sobre los Trolls, bueno simplemente ha dicho que son criaturas estúpidas y que los aldeanos deberían de tener mejores cercos para evitar que estos crucen a sus sembradíos.

Pero lo carta que mas me ha intrigado, es la proveniente de las Ciénegas cercanas a la isla de los rostros, el Lord de aquel paraje, ha pedido una expedición armada urgente, pues describe extraña luces al interior de la isla, así como espeluznantes gritos. El Gran Maestre lo ha vuelto a minimizar diciendo, que esa isla esta maldita, y que ningún hombre en su sano juicio entraría a ella, así como dejar en claro, que existe un decreto real que prohíbe la entrada a la isla, a cualquier ciudadano de Westeros; aun así esto causa en mi una intensa curiosidad, algún día como Gran Maestre, yo en persona dirigiré una expedición a esa isla, claramente esperando que Aerys ya como rey, sea mas flexible que su padre.

-¿Siempre eres así de pensativo?-

¡Que! ¿Quién pregunto eso? Si son los cuervos... ¡Oh! Los 7 me protejan, que me estoy volviendo loco.

-¿Por qué miras a los cuervos? No, fueron ellos quienes te hablaron –

Muevo, mi mirada a una de las ventanas. -¡Pero que diantres! ¿Cómo es que has llegado hasta aquí?-

-Sabes eso es lo que me gusta de ti, tratas a todos por igual- Me responde Al, con la mayor naturalidad del mundo.

-Yo.- trago saliva, -Solo, que me sorprendió mucho, que estuvieras en esa venta, "mi, lord."-

-¡Oh! Ya veo, fue demasiado fácil, hay demasiados guijarros salidos.- Lo dice, en un tono de autocomplacencia y triunfalismo. –Por cierto, no me vuelvas a decir, mi lord, soy Al, ya te lo había dicho.-

- Esta bien "Al," ¿A que debo tu visita?, necesitas enviar algún mensaje.-

-No, Eck, solo he venido a pasar un rato libre, de todo ese ajetreo de allá abajo, y como note que no acompañantas al Gran Maestre supuse que estarías aquí.-

-Ahora lo entiendo, ¿Ya has comido algo?, no tengo mucho que ofrecer, pero tengo mermelada y pan.-

-Hhmmm... ¿De que es la mermelada?.- Me pregunta Al, en tono de niño caprichudo.

-Pues, es de fresas, un obsequio de las tierras de Horn-Hill.-

-¡Perfecto¡ la de fresa es mi favorita, ¿De donde lo puedo tomar?.-

-¿No quieres que yo te prepare?.-

-No, no quiero, yo soy capas de prepararme un pan con mermelada de fresa, mi madre dice que preparo el mejor pan con mermelada, de todo el reino.-

-¡Ah! Ya veo, esta bien, los ingredientes están justo ahí.- señalo a uno pequeña repisa.

-Esta bien, ahora, ¿Qué va primero la mermelada o el pan?.- Lo dice, de manera divertida, y yo suelto una ligera risa. -¡Vaya!, hasta que por fin, te escucho reír.-

-Yo, yo, perdón, debo de volver a mis tareas.- Que tonto soy, si ya con Aerys tengo suficiente, ahora con Al, Albert.

-¡Hey!, ¿Tan rápido? No suelo asustar a la gente hasta mi segunda o tercer cita.- ¿Pero que rayos a dicho?, ¿Cita?, ¿Qué me estoy perdiendo?.

-¿Perdón?- pregunto sorprendido.

-No te alarmes pequeño, tal vez nuestro vocabulario, sea ligeramente diferente al de ustedes, aquí en la capital, tranquilo.-

-Esta bien, creo...-

-Por cierto, toma.- Me extiende su brazo, y me da un pan con mermelada. –Ahora probaras, el mejor pan con mermelada, de toda tu vida.-

-¡Oh! Muchas gracias.- Bueno, al menos sabe preparar algo con sus manos, es mas, de lo que puedo decir de Maekar.

-Luego entonces, Eck, ¿Vienes de la Citadel?, ¿Su biblioteca es tan grande como dicen?, Tus cadenas, tienen colores muy interesantes, explícame que significa cada uno, por favor.- ¿Por favor?, la única persona que me ha pedio las cosas de esa manera, en este castillo es Aerys, que curioso muchacho.

-Esta bien, toma asiento, solo que mientras te platico, estaré preparando algunas cosa ,que el Gran Maestre me ha pedido.-

-Muy bien.- toma asiento y coloca sus manos alrededor de su cara, la posición perfecta para escuchar una historia.

-Llegue a Oldtown, por suerte de los 7, puesto que...- Abren la puerta a toda prisa, es ¿Aerys?.

-Eckbert, escucha, tienes que saber, ese chico con el que hablaste en la corte, tienes, que tener cuidado.- lo dice de manera mas alarmante posible y con una cara de temor , que no había visto en el; de la misma forma, volteo a ver la cara de Albert se ha transforma de igual forma, pero no esta serio, mas bien ¿Se esta riendo?-

-¡Aerys! Tiempo sin verte.- Contesta de la mejor manera Albert. -¿Cuidado de quien? ¿De, mi?, ¡oh, vamos!, el pasado en el pasado.- Yo sigo congelado.

-¿Albert?¿Que haces aquí?.- Aerys contesta, de la forma mas ruda que jamás le había visto.-

-Vino conmigo Aerys, no te molestes.- Contesto, de la forma mas confundida posible.

-¿Contigo?.- Me mira, sorprendido.

-¿Algún problema, su majestad?, ¿Quiere un poco de pan con mermelada?.- Vuelve a decir Albert de la manera mas tranquila.

-No, no quiero nada de ti.-

-¿Aerys, estas bien? Estas actuando muy raro.-

-Eckbert, solo ten cuidado, Albert no es lo que aparenta, es un mezquino, mentiroso y solo busca su propio bien.- Lo dice, sin poner atención si quiera, en que Albert, esta presente. ¿Qué habrá pasado, entre estos dos?.

-Eck, creo que es mejor que me vaya, no quiero seguir causándote problemas, luego te busco.- Me lo dice Albert de forma tranquila. –¿Me permite pasar su majestad?. Aerys, le da el paso de mala gana.

-Esta bien, nos vemos.- respondo de la mejor manera que puedo, Aerys, no me dirá quien o quien no es mi amigo.

-Mas te vale, que no le hagas nada malo, ¿Me escuchaste?- Dice Aerys de manera amenazadora a Albert.

-¿Nos vemos?, ¿Planeas volverlo a ver?, después de lo que te dije de el.- Me lo dice Aerys, de la manera mas ofendida posible. –No lo puedo creer, ¿A caso me escuchaste?.-

-Aerys, tranquilo, no me ha hecho nada malo.-

-Aún, solo espera, por suerte no pasara mucho tiempo en la ciudad.- Lo dice con tono de alivio.

-El solo quería estar fuera de todo el estrés de la bienvenida, el que se comporto fuera de lugar, y perdón por ello, fuiste tu Aerys.-

-¿Yo?.- Aerys suena sorprendido y dolido. –Esta bien Eckbert, si no me quieres creer, es tu decisión, pero si ese cretino, te hace algo, no dudes en que voy a actuar y las cosas no se quedaran así.- Lo dice en un tono muy serio.

-Esta bien Aerys, aprecio, tu preocupación, pero creo que me puedo cuidar solo.-

-Solo, no dudes en pedirme ayuda, ahora y siempre, ¿Entendido Eck?.-

-Te lo prometo Aerys.-

-Te quiero Eck, no quiero que nada malo te pase.- Me da un abrazo, y sale de la habitación, y tan rápido como todo inicio, esto se queda en silencio y yo totalmente aturdido y abrumado. ¡La carta! no le he dado la carta a Aerys. -¡Aerys, aguarda tengo algo para ti!.-

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