Capitulo 8: Hablemos

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— Yo no tengo nada que hablar contigo

— Pero...

— Nada de peros, además, no me rendiré hasta que compruebe que no hay ninguna salida

Sin esperar una respuesta por su parte me pongo a buscar una salida. Después de estar buscando durante diez minutos aproximadamente​ me doy por vencida y acepto la derrota. No hay escapatoria ¿Cómo es esto posible?

Me recuesto en el asiento de atrás mostrándo así que mi rendición. Al parecer Dake se da cuenta porque voltea para mirarme.

— ¿Ya te rendiste?

— Supongo que no hay salida

— Bueno entonces hablemos

Iba a hablar pero se me ocurrió una idea. Las ventanas.  Estás no estan aseguradas así que podemos salir por ahí, bueno o al menos yo podría salir por ahí e ir a buscar las llaves para abrir esto.

— ¡Ya sé cómo salir! — digo eufórica

— ¿Cómo?

— Por la ventana

— No creo que sea lo mejor salir por la ventana

— Pues es la única manera de salir

— Pero...

— Ven ayúdame

Abro toda la ventana para poder salir. Cuando estoy terminando de salir siento que alguien me ayuda a sacar mis piernas que es lo último que falta pero cuando estoy por salir me caigo y me golpeo. Todos mis pensamientos no están dirigidos si me he roto algo, sino mas bien van dirigidos a la persona que está enfrente mío con maletas en mano. ¿Qué hace el acá? No debería de estar aquí se supone que no iba a volver hasta diciembre ¿Por qué rayos está aquí parado frente mío como si nada?

— Vero, ¿Estás bien?— pregunta Dake

— Si, no pasó nada

— ¿De verdad?

— Si

Me paro y corro a abrazar a la persona frente mío.

— Cuanto tiempo sin verte Vero

— Te extrañe

Estuve abrazándolo un rato más hasta que me acorde que Dake estaba dentro de la camioneta y tenía que sacarlo de ahí, me separe del abrazo y me dirigí hacia Dake.

— Voy a por las llaves no te muevas

— ¿A dónde podría ir?

— Buen punto

Cuando estaba por ir a casa de Amber mi hermano me detiene.

— ¿A dónde vas?

— A casa de una amiga

— ¿Te puedo acompañar?

— Claro, pero primero deja tus maletas

— Como digas

Después de que dejáramos las maletas en casa nos dirigimos a la casa de Amber.

— Vero, puedo hacerte una pregunta

— Ya me la hiciste

— Me refiero a otra, tonta

— Está bien

— ¿Por qué estabas en el suelo cuando te encontré?

— ¿Te acuerdas de Jimena?

— Si, ¿Qué tiene ella que ver son esto?

¿Existe el amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora