VII| επτά

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—¿Eres tú? —preguntó Karissa en un suave susurro a tiempo que tomaba entre sus manos aquel bello rostro.

Attis tomó ambas manos de Karissa con fuerza.

—Mi madre me mandó a buscarte.

El corazón de Karissa se detuvo lo que parecía ser, una eternidad. Podría haberse imaginado mil escenarios donde acariciaba sus últimos segundos de vida o que al final los Skiés la hubiesen encontrado, torturado y matado sin importarles que ella fuese la hija de Hades. Pero que aquel chico que creció conociendo como su hermano, que hacía años desapareció de su vista volviese sólo para saber que él mismo le daría muerte.

—¿Vas a matarme? —preguntó Karissa alejándose de él.

—¡Por supuesto que no! —gritó un exaltado Attis con la sola idea de hacerle daño, aquellos ojos de dolor le creó una especie de agujero negro en el corazón—, el estar aquí no te garantiza que esos malditos guardianes no te encontrarán, están en cada rincón.

—¿Y dónde se supone qué debo ir? Prácticamente huí porque no podía hacerle frente a tu madre —Karissa bajó la mirada y miró a su espaldas las leves flamas de las antorchas—. Debo regresar con ellas.

—¿Crees que te dejarán seguir ahí, cuando duda en cada cosa que haces?

—Es la única manera de salvar a nuestro padre, tu madre no se detendrá hasta que lo haya desaparecido todo.

Karissa no dudo en darse la media vuelta y saber que posiblemente no lo volvería a ver. Estaba muy emocionada de por fin verlo, tan alto, tan fuerte, tan formidable como su mismo padre. Esos ojos azules que no engañaban a nadie, esa aura de peligro y supremacía se elevaban por sobre todo lo demás. Attis ya era un adulto, Attis era el hijo legítimo de los señores del Inframundo.

Él no era su hermano del todo, pero creció con la idea de que tenía uno y tenía asuntos pendientes que atender en el Inframundo como para alejarse de ella y dejarla sola en aquel basto lugar.

El corazón de Karissa se estrujó provocándole dolor, el sentimiento resentido que guardó dentro de sí brotaría en forma de lágrimas. Ella era una simple humana, que no era ni siquiera buena en las artes de combate.

Un estorbo, aquel error de su madre. Se mordió los labios conteniéndose de pensar lo peor de ella pero quería preguntar y gritarle a las estrellas debajo de ella si es que ella se encontraba en una de ellas, el por qué ¿Por qué tenía que ser ella la hija de un Dios? ¿Por qué tenía que ser humana?

Las lágrimas corrieron por sus mejillas y aun con aquellos susurros en su mente de "regresa" soltó a correr dejando a aquel hombre detrás de sí con la mirada triste. Attis no sería nunca suficiente para ella y le era imperdonable aun el hecho de que haya podido abandonarla tan pequeña e insegura en aquel lugar.

Karissa [Reinos de Oscuridad #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora