Narra Becca
-Él era mi ex pololo. Le gustaba fumar hierba y salir a carretear, sí, carreteaba mucho, pero no onda como narcotraficante y cosas así, no era de esa onda- mentí descaradamente. La detective me quedó mirando y revisó una carpeta. Sacó una foto y me la mostró.
No me lo esperaba, no sabía de la existencia de esa foto y esto provocó que mi declaración se volviera menos creíble. Extendió una ficha y se puso de pie.
-Señorita Saavedra, según lo que sabemos es que usted estuvo internada por adicción a drogas y en la foto sale usted con el señor Martínez consumiendo heroína, droga por la que entró a rehabilitación. ¿Cómo entró en eso?
-Malas juntas.
-¿Su ex pololo?
-Amigos de él.
-¿Cuáles eran sus nombres?- preguntó interesada.
-Nunca los supe, por sus sobrenombres sí.
-Dígamelos- me lo pidió y yo suspiré mirando cada esquina que había en la sala. Miré directamente a los ojos a la detective, fue tan intimidante que le desvié a la primera cosa que se me ocurrió, lo cual fue la grabadora que estaba a un costado de la mesa que me separaba de la mujer de traje negro.
-Aldo, Charlie, Caracol, Dita y Escalopa.
-¿Segura que no sabe quiénes eran estas personas?
-Segura.
-¿Si le muestro fotos las reconocería?
-Quizás, igual no los veo hace tiempo.
Extendió por las mesa unas fotos que sacó de una carpeta. Mis ojos se posicionaron en ellas y los reconocí a todos, pero no diría quién era quién.
-Ellos son supuestos trabajadores de su ex pololo, ¿reconoce alguno?
La verdad es que no son supuestos, son trabajadores y uno de los que está ahí, el Dita, es un sicario que mató casi toda una cuadra.
-Los vi una que otra vez en una fiesta, pero no sabría decirle.
- Señorita Saavedra, sabe que mentirle a la policía es un delito, ¿verdad?
-Lo sé- reconocí- pero a veces es mejor callar que perder la vida.
-¿Tiene miedo?- me preguntó y yo solté una risa irónica.
-Este mino me metió en la droga y casi me mató cuando supuestamente me amaba, ¿qué cree que me haría si sabe que lo quise meter en la cárcel?
-Nadie va a saber su declaración.
-Si lo encuentran y sabe que alguien dijo algo en su contra, va a saber que fui yo, sí que por mi propia vida, le diré lo que recuerdo. Los hombres de sus fotos son amigos y sí, consumíamos drogas, pero de forma recreativa, nada más.
Terminó el interrogatorio y volví a mi casa con un sentimiento de angustia gigante. Revisé mi croquera con dibujos para elegir un tatuaje, quería otro. Fijé una fecha dentro de la próxima semana, le pediría al Edgar que me acompañara.
Finalmente el día miércoles me tatúe una media luna hecha de flores entre los hombros. Después de eso todo siguió igual, la Feña y el Nico gustándose pero sin hacer nada, la Cristal con el Bestia siendo asquerosamente adorables y yo con el Edgar, siendo... nosotros.
Respecto a lo de la Feña y el Nico, muchas veces hemos tirado indirectas o intentado darles un empujón, pero como que ellos no entienden esas señales y se ocultan en su mundo. La Feña me dijo un día que se le iba a declarar, que ya no aguantaba y no sé qué wea, pero no le creí mucho, porque mi amiga puede ser deslenguada, chora y muy sociable, pero desde siempre, cuando hablamos de sus sentimientos, se cierra y es como un búnker.
ESTÁS LEYENDO
Rise
FanfictionLo más difícil de matar los monstruos dentro de ti, es no matarte en el proceso.