Hace una semana mi hermano había rendido la PSU y por fin pude volver a mi casa.
No quiero ser habladora, pero la verdad es que extrañaba mi casa más de lo que pensaba. Extrañaba mi comodidad, mi espacio y por sobre todo esos momentos en donde podía rascarme las tetas sin preocupaciones.
Sé que no soy la única que lo hace.
Hoy no tenía clases en la tarde y ya había almorzado, por lo que me dediqué a terminar de pintar el minotauro de mi techo, el cual estaba ya casi listo.
Sentí golpes en la puerta, por lo que me vi obligada a dejar los pinceles de lado y bajar a abrir. Vi por el agujero de la puerta quién era y pude identificar al Edgar. Abrí la puerta con una sonrisa y me lancé sobre él para darle un beso, pero él me hizo a un lado evitándome.
-¿Qué te pasa?- le pregunté confundida por su actitud.
-Tengo que hablar contigo- su voz sonó dura, como un martillazo- y contéstame con la verdad.
Esperé lo que me tenía que decir atenta, no se me podía ocurrir qué mierda era, no había hecho algo malo, por lo que el dicho de "El que nada hace nada teme" era una realidad, pero su tono y su mirada, mandaron el dicho a la mierda y el temor se apoderó de mí.
-¿Has hablado con el Javier?- preguntó sin ningún tipo de anestesia.
No esperaba que supiera esto, me tomó totalmente por sorpresa.
-Hace una semana vino para acá, pero no fue nada.
-¿Por qué no me dijiste?
-No pensé que fuera necesario, la verdad, tampoco es que tenga que decirte cada cosa que hago o con quién hablo.
-No hablo de eso, no mezcles las cosas, obvio que me interesa saber si es que tu ex pololo viene para acá, en especial cuando fue él el que te metió en drogas y adicciones. ¿Qué quería?
-Nada, agradecerme por no declarar en su contra- le resté importancia y él me miró serio.
-¿Solo eso?
Asentí y me senté en el sillón.
-Me encontré con él hoy fuera de mi universidad, me dijo que te dejó un regalo, bueno, dos regalos.
Lo miré con rabia y él bufó.
-¿Crees que estoy consumiendo de nuevo?
-No, quiero saber cuáles eras esos dos regalos.
-¿No te dijo?- pregunté con desconfianza.
-No, pero puedo adivinar cuál fue uno de ellos.
-Me dio heroína, pero la tiré a la basura- susurré, pero de todas formas me podía escuchar.
-¿Y el otro?
-No sé de qué otro te habló, porque ese fue el único "regalo"- hice comilla con mis dedos en la palabra regalo y el Edgar siguió moviéndose con desesperación.
-Me dijo que te dio un beso.
-¿Qué?- pregunté sin creerlo- o sea, ¿le creíste?
Se quedó en silencio, dándome a entender sí le creyó.
-No puedo creerlo- me puse de pie y los ojos se me llenaron de lágrimas.
-La parte de la droga resultó ser verdad- se justificó y la rabia llenó mis venas.
-Ándate- le dije y él me miró- después hablamos.
-Pero...Rebecca.
-ÁNDATE WEON- le grité y él me quedó mirando- se nota que confías en mí.
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Rise
FanfictionLo más difícil de matar los monstruos dentro de ti, es no matarte en el proceso.