2.- Suicidas.

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-¿Qué opinas tú Rebecca?- me preguntó una enfermera.

Negué con la cabeza media conmocionada aún por la noticia de que tendría que seguir en este hospital de mierda.

-Los dejaremos solos- se fueron todos los enfermeros dejándome sola con mis papás.

-No puedo creer que me dejarán aquí 6 meses más- susurré al borde del llanto.

-Mi amor, es por tu bien. ¿Te imaginas 1 año entero a la basura?- dijo mi papá intentando animarme mientras acariciaba mi mano.

Asentí y rompí en llanto. Mi papá se puso de pie y me abrazó. Mi mamá lo siguió, abrazándonos los tres.

Aquí comienza la segunda parte de mi estadía en esta mierda de hospital. El Edgar no volvió a visitarme, a veces me llegaban saludos de él por parte de mis papás, pero él en persona o una carta, no, nada.

Desde que estoy aquí, he hablado con dos personas en total, por personas me refiero a internas.

Una se llamaba Alison, una weona que sufría anorexia nerviosa y se escapó de un día para otro sin decir nada, no sé cómo lo hizo, honestamente. La otra tipa se llamaba Macarena y era una weona con influencias suicidas y estaba cagá de la cabeza, pero era simpática.

Yo creo que ninguno de los que está aquí está cuerdo de la cabeza, incluyéndome, pero algunos estaban más cuerdos que otros.

La Maca murió... bueno, se suicidó y la vi muerta en la habitación, era la primera vez que veía a una persona en ese estado y la experiencia fue horrible, espero que sea la primera y última vez.

No sé de qué murió, pero lo más probable es que sea por intoxicación de remedios, por la carta que dejó lo deduzco así.

Muchas veces me preguntaba a mí misma si era esa la mejor opción, el suicidarme.

Reconozco haber estado cerca de esa opción, pero siempre termino arrepintiéndome, no soy lo suficientemente valiente para hacerlo, o soy muy valiente como para tomar esa opción tan estúpida y desquiciada.

De todas formas, en este lugar no es tan fácil suicidarse, tendrías que ser muy ingenioso como para hacerlo, el baño no tiene un espejo de vidrio, es como un papel que hace que se vea tu reflejo, no se ve muy nítido, pero cumple su función. El lava manos y la taza del baño son de plástico o algún material que no pudiera romperse y usarse como arma.

Tenían un cuidado meticuloso con el uso de jeringas y remedios, no recuerdo haber visto un descuido en estos más de 14 meses que llevaba aquí.

Una enfermera que había tomado cursos de peluquería me estaba cortando el pelo, decidí un corte un poco más debajo de mis hombros. Me miraba en el primer espejo real después de mucho tiempo y me gustaba lo que veía, quizás no era una belleza de mujer, pero me veía bien, al menos me veía sana.

Antes mi rostro no tenía un color saludables, los ojos los tenía siempre desorbitados y pesados, labios resecos y cara delgada. Ahora, seguía delgada, pero me veía sana, cuerda y limpia.

Mis uñas no corrieron la misma suerte que el resto de mi cuerpo. Al dejar todo, comencé a sufrir crisis nerviosas cuaticas y las más perjudicadas fueron mis uñas, me las comencé a morder y ahora tenía manos masculinas y bastante feas.

La enfermera terminó de cortar mi pelo. Me puse de pie y le agradecí con un abrazo y una sonrisa.

Que Dios se lo pagué... o los 5 millones que costaba mi estadía en este lugar por un año.

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