-¿Marcas de guerra?- me preguntó el tatuador y yo asentí con una sonrisa- ¿puedo preguntar cómo te las hiciste?
-Sí, un grave problema de adicción- respondí segura y él comenzó a limpiar mi brazo.
-¿A qué?
-A la heroína y otras weas, pero principalmente a eso.
-¿Tan joven y cagándote la vida?
-Sí- reí y él también.
-Supongo que esta wea no te va a doler- me dijo mostrando la aguja y comenzó a trazar.
No dolía nada, no me moví en todo el rato, lo único que hacía era mover un dedo al ritmo de la canción que sonaba de fondo.
-¿Qué wea más consumías?- me preguntó interesado. Sacó la tinta sobrante y se acomodó.
-LSD, marihuana, alcohol, tabaco y algunas anfetaminas.
-Pero si te hacías mierda, weon, yo he probado algunas weas duras, pero al perecer vo estabai cagá.
-Lo estuve- reí nerviosa aceptando mi condición de hace unos año- pero ya no, me rehabilité.
-¿Literalmente?- me preguntó interesado, creo que no me creía mucho sobre lo de la rehabilitación. Yo asentí- buena, ¿o sea que esto es como tu reinvención?
-Exacto- sonreí y él me imitó la sonrisa- mi renacer de las cenizas.
Él soltó una risa junto a mí y volvió un silencio.
-Eri muy linda como para hacerte mierda en esas weas- comentó sin mirarme.
Me quedé en silencio y suspiré. Siempre me dicen lo mismo.
El weon era lindo, muy lindo. Tenía el pelo castaño rapado a los lados con el pelo muy largo al medio, le tapaba la oreja cuando se lo tiraba para el lado. Tenía un brazo entero tatuado, una expansión bastante grande y un aro en la nariz. Se vestía con poleras anchas y pantalones ajustados, al menos así estaba vestido ahora. Era delgado, pero con brazos tonificados. Tenía una barba piola, cejas gruesas y los ojos cafés.
Como les dije, era mino.
Escuché la voz de la Feña en el pasillo, después la vi entrar con una sonrisa. Dirigió sus ojos al tatuador y mi brazo, volvió a sonreír.
-Está muy la raja, me dieron ganas de tatuarme.
-Lamentablemente tengo mi agenda copada-dijo el tatuador divertido.
Siguió con su trabajo y después de una hora estuvo listo, era hermoso. Lo miré embobada y con una sonrisa gigante.
-Está hermoso, gracias- dije y él sacó sus guantes mirando sus pies.
- De nada, ahora vamos al mesón para pasarte una crema y darte indicaciones.
(...)
-Harto lindo el tatuador, ¿Cómo se llamaba?- me preguntó la Feña mientras íbamos camino a la peluquería, ¿no era su amigo?
-Leonardo, ¿no era tú amigo?
-Leo, harto bueno y no, mi amigo es otro. ¿Hace cuánto no te pegai una cachita?
-Hace como 3 años.
-Caleta, con todo ese tiempo yo creo que eri virgen de nuevo, se te volvió a tejer el himen.
-No seas weona, Feña culia- me quejé y ella me abrazó.
Llegamos a la peluquería y nos atendieron unos 10 minutos después, había harta gente atendiéndose.

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Rise
FanfictionLo más difícil de matar los monstruos dentro de ti, es no matarte en el proceso.