10.- Mis demonios

260 37 27
                                    

-¿Marcas de guerra?- me preguntó el tatuador y yo asentí con una sonrisa- ¿puedo preguntar cómo te las hiciste?

-Sí, un grave problema de adicción- respondí segura y él comenzó a limpiar mi brazo.

-¿A qué?

-A la heroína y otras weas, pero principalmente a eso.

-¿Tan joven y cagándote la vida?

-Sí- reí y él también.

-Supongo que esta wea no te va a doler- me dijo mostrando la aguja y comenzó a trazar.

No dolía nada, no me moví en todo el rato, lo único que hacía era mover un dedo al ritmo de la canción que sonaba de fondo.

-¿Qué wea más consumías?- me preguntó interesado. Sacó la tinta sobrante y se acomodó.

-LSD, marihuana, alcohol, tabaco y algunas anfetaminas.

-Pero si te hacías mierda, weon, yo he probado algunas weas duras, pero al perecer vo estabai cagá.

-Lo estuve- reí nerviosa aceptando mi condición de hace unos año- pero ya no, me rehabilité.

-¿Literalmente?- me preguntó interesado, creo que no me creía mucho sobre lo de la rehabilitación. Yo asentí- buena, ¿o sea que esto es como tu reinvención?

-Exacto- sonreí y él me imitó la sonrisa- mi renacer de las cenizas.

Él soltó una risa junto a mí y volvió un silencio.

-Eri muy linda como para hacerte mierda en esas weas- comentó sin mirarme.

Me quedé en silencio y suspiré. Siempre me dicen lo mismo.

El weon era lindo, muy lindo. Tenía el pelo castaño rapado a los lados con el pelo muy largo al medio, le tapaba la oreja cuando se lo tiraba para el lado. Tenía un brazo entero tatuado, una expansión bastante grande y un aro en la nariz. Se vestía con poleras anchas y pantalones ajustados, al menos así estaba vestido ahora. Era delgado, pero con brazos tonificados. Tenía una barba piola, cejas gruesas y los ojos cafés.

Como les dije, era mino.

Escuché la voz de la Feña en el pasillo, después la vi entrar con una sonrisa. Dirigió sus ojos al tatuador y mi brazo, volvió a sonreír.

-Está muy la raja, me dieron ganas de tatuarme.

-Lamentablemente tengo mi agenda copada-dijo el tatuador divertido.

Siguió con su trabajo y después de una hora estuvo listo, era hermoso. Lo miré embobada y con una sonrisa gigante.

-Está hermoso, gracias- dije y él sacó sus guantes mirando sus pies.

- De nada, ahora vamos al mesón para pasarte una crema y darte indicaciones.

(...)

-Harto lindo el tatuador, ¿Cómo se llamaba?- me preguntó la Feña mientras íbamos camino a la peluquería, ¿no era su amigo?

-Leonardo, ¿no era tú amigo?

-Leo, harto bueno y no, mi amigo es otro. ¿Hace cuánto no te pegai una cachita?

-Hace como 3 años.

-Caleta, con todo ese tiempo yo creo que eri virgen de nuevo, se te volvió a tejer el himen.

-No seas weona, Feña culia- me quejé y ella me abrazó.

Llegamos a la peluquería y nos atendieron unos 10 minutos después, había harta gente atendiéndose.

RiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora