Audiciones

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Molly Hooper era una de las principales bailarinas del ballet Real de Inglaterra, la joven practicaba todos los días, cerca de cinco horas diarias desde que tenía 10 años. Había estelarizado algunas funciones de gran éxito cuando era apenas una adolescente y la crítica siempre la acogía bastante bien, considerándola dulce, talentosa y delicada.

Hace cerca de tres meses se había unido al equipo Sherlock Holmes, un talentoso bailarín, conocido en toda Inglaterra por los aficionados al ballet. Hace dos años, Holmes había sacado lágrimas a la mismísima reina tras protagonizar "El Cascanueces" ; sin embargo, poco después de ello, había sufrido una lesión que amenazaba con retirarlo de los escenarios para siempre. En medio del contexto de su recuperación, Holmes se había unido al primer ballet, apoyando a los jóvenes bailarines que veían en él un modelo a seguir. No obstante, él era un tipo serio, bastante grosero y perfeccionista. La única que parecía soportar sus críticas sin alma era Molly, quien al principio se había sentido algo atraída hacia el bailarín.

Cuando Sherlock Holmes fue presentado, Molly no sólo casi se cayó de la emoción (tenía varios recortes de periódico de Sherlock pegados en las paredes de su habitación), sino que sintió que se perdió unos segundos en sus ojos y en la suave firmeza de sus manos, cuando se saludaron. La joven casi habría jurado que el afamado bailarín se había fijado de una forma romántica en ella, sino fuese porque un día, en un ensayo con público, Holmes había asistido con un joven rubio, más o menos de su edad, a quien presentó como "su compañero de piso". Aunque por la mirada nerviosa que habían intercambiado, la mayoría creyó que se trataba de otra cosa.

Aún así, y a pesar de lo rudo y directo que Sherlock solía ser, Molly intentaba acercarse al joven y con bastante suavidad y paciencia, se habían establecido en un punto que se podría considerar amistad. De vez en cuando, después de los ensayos, salían a comer en grupo o simplemente, Holmes caminaba con Molly hasta su casa, dándole algunos consejos o sencillamente discutiendo algunas presentaciones memorables que habían visto.

Una mañana, apenas habían finalizado los calentamientos previos y Sherlock dirigía una ronda de movimientos básicos, el director, Gregory Lestrade, entró a la sala.

—Hey, ¿cómo están? — saludó, inclinando un poco la cabeza a aquellos que respondieron — veo que están muy concentrados, lo que me parece fantástico. Tengo grandes noticias. Como saben, estamos próximos a iniciar una nueva temporada y hemos estado hablando con el director del Royal Opera House por lo que este año, presentaremos "El lago de los cisnes".

La mitad de la sala aplaudió, mientras que el resto se abrazó, sin duda ansiosos y nerviosos.

—Pueden irse a casa — Agregó Sherlock Holmes, cuando las manifestaciones de alegría de agotaron — mañana nos reuniremos para entregar las partes y puedan preparar sus audiciones, que comenzarán en una semana.

—Disculpe, Greg — alzó la mano Phillip Anderson — ¿Sherlock nos ayudará a preparar las audiciones?

La cara de Holmes en ese momento fue impagable. Entrecerró los ojos y se apretó el puente de la nariz, resoplando sonoramente. Lestrade lo miró y sonrió divertido, gesto que se extendió ante la mirada casi suplicante de Sherlock para no hacerlo.

—¡Por supuesto! — contestó el director con alegría, devolviendo la mirada al cuerpo de baile — por eso está aquí.

Luego, palmoteó la espalda del joven y se retiró.

Sherlock creyó que la mayoría de los bailarines se acercarían corriendo a él, buscando su consejo sobre qué papel tomar o si eran lo suficientemente buenos para solicitar los principales. Sin embargo, como ya había creado algunos anticuerpos, sólo unos pocos se aproximaron y sus dudas eran bastante razonables.

El lago de los cisnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora