Confidencial

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Después de varias conversaciones con John y una visita de su hermano Mycroft, Sherlock había comenzado terapia kinesiologica dos veces por semana.

Los ensayos continuaban siendo bastante duros, y la exigencia comenzaba a pasarle la cuenta a Molly, quien empezaba a sentir la presión de hacer dos roles.

En uno de esos días complicados, en que Sherlock observaba a las jóvenes que interpretarían a los cisnes, notó que Molly y Jim tenían ciertos problemas, lo que hacía que Lestrade pareciese bastante impaciente. Su grupo avanzaba bastante bien, por lo que se acercó a los protagonistas para averiguar si podía ayudar en algo.

El problema, según Greg explicó, consistía en uno de los lift. Por alguna razón, Molly no alcanzaba a estar en las alturas el tiempo requerido y en una oportunidad casi se habían caído. El joven bailarín pidió repetir la maniobra y observó con expresión clínica a la joven y luego el apoyo de su compañero. Cuando la bailarina fue devuelta al piso Sherlock señaló:

— El problema está en el soporte que le da Jim. Es obvio que se cansa y pierde estabilidad antes de tiempo, además la forma en que apoya sus manos es algo incómoda para Molly, lo que le resta estabilidad.

Moriarty lo miró con cara de pocos amigos, mientras Holmes se acercaba a Molly por la espalda, mostrando y señalando como debía apoyar sus manos para darle un buen soporte a la joven.

— Sé como hacerlo — replicó el primer bailarín, con tono de superioridad — Es de manual.

— Bien. Entonces hazlo como corresponde. — Contestó Sherlock, desafiante.

Moriarty apoyó sus manos en la cintura de Molly, quien comenzó a elevarse, pero nuevamente no consiguieron la estabilidad.

—Es ella. — Alegó Jim — Molly se carga como un saco.

— Es porque tu no la tomas correctamente — Intervino Lestrade, luego de observar en silencio la situación. — Sherlock, ¿Puedes?

El bailarín dudó por un segundo y luego asintió. Molly lo miró y le regaló una sonrisa de confianza. Entonces, Sherlock tomó posición, y acomodó sus manos en la espalda baja de la bailarina, explicando en qué lugar debía proporcionarse más soporte. Mientras tanto, ella también hacia preguntas y solicitaba correcciones. Estaban en posición y sólo faltaba levantarla.

— ¿Izquierda? — Preguntó la joven, haciendo referencia a su punto de apoyo.

— Si no fuese mucha molesta — Replicó Holmes, ejerciendo presión en su agarre.

Lentamente comenzó a levantarla, para finalmente extender los brazos y dejar a la bailarina sobre su cabeza, quien adoptó la posición, extendiendo una pierna al cielo(*). Se quedaron por algunos segundos y Sherlock la bajó lentamente, acompañando su descenso hasta que ella tuvo ambos pies bien puestos en el piso.

— Liviana como una pluma de cisne — comentó el bailarín y luego dirigió su mirada a Moriarty — Como dijiste, básico, hazlo bien.

Finalmente, Sherlock se alejó para dejar a ambos protagonistas seguir con su ensayo.

Al día siguiente, en el 221 B de Baker Street, John se levantó para acudir a su residencia con el doctor Stamford. Bajó hasta la cocina y en la sala vio a Sherlock haciendo los últimos movimientos de una variación de saludo al sol. Se detuvo pasmado y preguntó:

— ¿Yoga?

— Buena manera de hacer fluir todo. Tengo que prepararme para cuando vuelva a bailar, John. — Respondió Sherlock, para dar un sorbo a una botella de agua que descansaba en el piso.

El lago de los cisnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora