Sincronizar

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Las cosas parecían volver a un punto neutral, de paz, pero bajo ningún punto de vista, este punto podría considerarse como normalidad. Y es que aún les faltaba una conversación, aclarar un tema pendiente. Definición. Y aunque ambos lo sabían, ninguno parecía dispuesto a dar el primer paso.

Las molestias de Sherlock poco a poco dieron paso a una pequeña incomodidad, para decantar en un mal recuerdo que amenazaba, rara vez, la estabilidad del bailarín y que podía ser controlada con un poco de descanso y elongación.

Una mañana, después del final, Greg convocó a todo el elenco en el centro de la sala, y explicó:

—Como saben, estamos a dos semanas del estreno. ¿Nerviosos? — Esperó a las manifestaciones generales y luego juntó sus manos en un único y sonoro aplauso — Ok jóvenes, por lo que debo comunicarles que el ensayo general se realizará el próximo miércoles, así que espero estén preparados para ello, porque se repartieron algunas acreditaciones de prensa y hay invitaciones disponibles para que recojan en la oficina de relaciones públicas...

— Disculpa, Greg. — Interrumpió Molly con timidez — Sé que hay bastantes expectativas, entonces me pregunto ¿Esto significa que no habrá preestreno?

— Eso significa que de acuerdo a nuestra situación... Particular, nuestro ensayo general será el preestreno. No hay límite en las entradas que pueden pedir, así que les aconsejo que vayan pronto antes de que alguien las acapare todas. ¿Alguna pregunta? — Esperó en silencio unos segundos y al ver que nadie preguntaba nada agregó: — Bien, eso es todo por hoy. Recuerden pasar a revisar la escenografía y nos vemos mañana.

Molly y Sherlock salieron, casi por coincidencia, juntos rumbo al escenario principal. Avanzaban por los pasillos entre las butacas cuando el bailarín dijo:

— Entonces, lo de las expectativas por el estreno... ¿Has estado leyendo mucha prensa?

— No. Sólo un poco, ya sabes un par de columnas especializadas, para saber qué esperan de nosotros.

— Si, pero no deberías guiarte por lo que dicen, ellos no siempre están en lo cierto. — Comentó Holmes, mientras trepaba al escenario.

— Lo sé. Pero ellos te aman. — Replicó Molly, una vez que el joven había subido a la tarima y le extendía una mano para ayudarla.

Una vez que la chica también estuvo sobre el escenario, Sherlock dio su punto de vista:

— Si, si. Y esta bien, me refiero a que sé que soy bueno, pero una crítica no me hará creer que soy el mejor bailarín de Inglaterra o algo así. Quizás lo soy, pero ese no es el punto. Además, no sé, esta gente es tan variable que un día detestan todo y al otro día se enamoran del primer idiota que hace un paso bien y lo elevan a un nivel totalmente exagerado...

— Y me aman a mí. — Interrumpió Molly con firmeza.

Ambos se paseaban al azar en frente a los cuadros que enmarcarían su presentación, sin mirarse. Sin embargo en ese punto, Sherlock apretó los labios y miró de reojo a Molly. Estaba absorta en la imagen del lago. El bailarín caminó hacia ella y dijo:

—Lo sé. Tú, tú sabes que es lo que quería decir. Y sabes que te considero una gran bailarina.  Yo... Dios, ¿por qué siempre tengo que arruinarlo todo cuando hablo? Es como un don.

Molly lo miró con la sombra de una sonrisita traviesa entre los labios y respondió:

— Ya lo sabía. Quizás sólo me gusta torturarte un poquito.

Sherlock se acercó un poco más y sonrió mirando al piso, luego, sus ojos se encontraron.

—No es justo que tengas semejante ventaja— Comentó, casi en un susurro.

El lago de los cisnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora