Conversaciones

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Durante varios días, Sherlock observó el comportamiento de Jim, y aunque se convencía de que era sólo para evaluar si el incidente de la semana anterior se había repetido, su atención se tornaba aún más exhaustiva entre ensayos, cuando lo veía acercarse a Molly, pero además se dio cuenta de que el bailarín coqueteaba bastante con Sally y de hecho, un día, llegaron juntos casi al límite de la hora.

Una mañana, en que Sherlock no se sentía bien del todo (John controlaba y limitaba su consumo de pastillas para el dolor y además, se las había arreglado para encontrar todas sus "reservas secretas"), vio a Jim llegar tarde y discutir con Molly y Lestrade. Se acercó para intentar calmar los ánimos (alarmado por la expresión de Molly) y descubrió que el director lo reprendía por su falta de disciplina.

— Si vuelves a fallarnos así, Jim te juro por mi vida que te voy a sacar de mi obra. — Decía Greg.

— ¿Así? ¿Y a quién vas a poner? No seas ridículo, Gregory. No me quitarías el maldito papel aunque te volase dos dientes. — Replicó Jim, alzando la voz.

— Cuidado con tus alardes, James — Intervino Sherlock, con fría calma — Porque como generosamente me señalaste hace algunas semanas, nadie es perfecto o irreemplazable, supongo que eso te incluye.

— ¿Y quién demonios te crees tú, Holmes? — Vociferó el bailarín, llamando la atención de todos los presentes. — Oh, cierto, el apellido. La única forma en que un tipo con tan poca gracia como tú podría haberse subido alguna vez a un escenario.

— Si, la disciplina, constancia y talento no hicieron nada por mí — Replicó el joven, con sarcasmo.

—Oh, y ahora vas a alardear.— Contestó Moriarty, abriendo los brazos de forma exagerada.

—¿Alguna vez no lo he hecho? — Cuestionó Sherlock, alzando una ceja.

— Como si tuvieses mucho de qué presumir, imbécil.

— Ok, ok, es suficiente, Jim en serio, basta. — Intervino Greg — Sherlock, ya, vuelve con tu grupo.

— Si, Sherly, aprende tú lugar. — Provocó Jim, acercándose un paso a su oponente — Ya no eres la estrella, corazón. Te arruinaste, Holmes. Te hundiste de la manera más estúpida posible.

Todos pudieron notar como Sherlock apretaba los puños a sus costados. Caminó un paso más cerca de Moriarty, haciendo que la distancia entre ellos fuese mínima y después de tomar un respiro dijo:

— Si sabes tanto sobre el asunto, deja de comportarte como un idiota y sé profesional. Lo único que haces con tus salidas de rock star es perjudicarte a ti mismo y a tu equipo. Tienes una gran compañera, James — miró de reojo a Molly — ¿Eres lo suficientemente bueno como para estar a su altura? — Entonces se dio media vuelta y se alejó, haciendo sus máximos esfuerzos por no cojear.

— ¡Por favor, Sherlock! — Gritó Moriarty, cuando Holmes se detuvo agregó en un tono más discreto: — ¿Tienes cara? No se te ocurra, ni siquiera sueñes con que puedes venir a darme clases de moral. — Se detuvo serio cuando el pelinegro se volteó — ¿En serio me vas a hablar tú de profesionalismo?

Sherlock, que había estado conteniéndose, simplemente no aguantó más y se hubiese abalanzado sobre el bailarín sino fuese porque Greg lo afirmó. Aún así, le sostuvo una mirada de odio hasta que sus compañeros lo apartaron, mientras Lestrade le preguntaba cosas que él no oía y respondía de forma mecánica.

— Ve a casa ¿ok? Toma una ducha, duerme siesta... ve tele, no lo sé. Tomate el día — Sugirió el director. — Me haré cargo de él.

Sherlock se fue a recoger sus cosas de forma precipitada y al salir, lo último que notó fue la mirada entristecida de Molly sobre él.

El lago de los cisnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora