Emocional

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Por la mañana, Molly se levantó primero que todos en la casa. Probó varios peinados frente al espejo, decantándose por una trenza algo deshecha. Se puso algo de maquillaje, muy sutil y mientras aplicaba un suave brillo labial se detuvo a pensar en lo que estaba haciendo. No pudo evitar lanzar una sonora risita. "Es absurdo", se decía recordando al joven rubio que convivía con Holmes. Sin embargo, antes de salir, al pasar frente a un espejo y detenerse por unos segundos ante él, reconoció que se sentía bastante bien con su aspecto e incluso notó sus hombros algo más atrás de lo habitual. Entonces, se reprendió mentalmente por haberse arreglado por alguien y no para sí misma. El timbre sonó y la joven salió con una amplia sonrisa, saludando al muchacho que aguardaba por ella, y comenzaron a caminar en silencio.

Al poco rato, Sherlock, que la miraba de reojo constantemente elaboró la primera frase:

— Estás usando brillo labial, no sueles hacerlo.

— Oh... emmm... — Contestó la bailarina mientras elaboraba una respuesta — Una... tía me lo trajo y ya sabes, sólo pruebo.

— Funciona bastante bien, de hecho. Tu boca se ve más bonita. — Contestó él, preguntándose porque había dicho eso.

— En realidad si. — Comentó ella, despreocupada. — Y deberías probar el sabor. — Se detuvo.

Literalmente estuvo unos segundos de pie, sin dar el siguiente paso, sintiendo como la cara le ardía, mientras en su cabeza le pedía a todas las deidades que conocía que la tierra se abriese en torno a ella y la tragase.

—Dime que no dije eso en voz alta — Comentó por fin, sin atreverse a mirar a Sherlock.

— Lo hiciste. — Contestó él, apresurado. — Pero lo ignoraré.

—Gracias — Contestó Molly, mirándolo de reojo, comprobando que él estaba igual de incómodo que ella.

— Entonces — Inició el bailarín, jugando con sus manos — ¿Algo bueno en la tele anoche?

Molly se relajó. Admiraba esa capacidad del joven, de salir triunfante de una situación incómoda, por lo que le siguió el juego, hablando hasta por los codos del último capítulo de "Doctor Who" que había visto, hasta que llegaron al teatro y Sherlock tomó su papel habitual, ordenando una serie de calentamientos antes de iniciar las sesiones de ensayos.

Esa mañana se detuvieron en el primer encuentro entre Odette y el príncipe Sigfrido, por lo que todo fluía bastante bien para la bailarina, que se sentía bastante cómoda en el rol, ganándose más de un elogio del director. Por la tarde tendrían prueba de vestuario.

La primera semana avanzó de manera similar. Molly esperaba a Holmes, caminaban hasta el teatro, hablando de cualquier cosa (usualmente él preguntaba y luego dejaba que la chica se extendiese a sus anchas en el tema) y los ensayos seguían siendo bastante estrictos y agotadores. No obstante, cuando tuvo un segundo para pensar, la joven comenzó a creer que lo mejor sería dejar de frecuentar al bailarín de esa forma. Se sentía abierta y absurdamente atraída por él, habiéndose repetido cien veces que era imposible. Ideó varias maneras de excusarse (revelar sus verdaderas motivaciones estaba al fondo de la lista), pero al final nunca reunía el valor suficiente.

Sherlock, por su parte no se había detenido a pensar demasiado en la situación.
Le gustaba estar con Molly, se sentía bien y comenzaba a notar ese efecto también en su cuerpo, y dejando atrás poco a poco su lesión. Incluso se mostró abierto a asistir a las terapias kinesilógicas de las que John tanto hablaba.

Discutían el asunto una mañana, cuando Mary, la novia del rubio se les unió al desayuno, apoyando los argumentos del estudiante de medicina, por lo que, con grandes muecas de desagrado del bailarín de por medio, la joven patinadora olímpica se ofreció a consultar por un especialista. Finalmente, Mary y Sherlock salieron juntos.

El lago de los cisnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora