Capítulo 6

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—Creo que debería irme a casa —le dijo Anahí antes de que sus labios se rozaran, antes de que pudiera besarla, antes de que pudiera pasar nada.

Por un momento, Poncho había pensado que Anahí estaba interesada en él, pero estaba claro que la había malinterpretado.

—Claro. A los dos nos espera un largo día mañana.

Tendría que alegrarse de que Anahí hubiera pisado el freno antes de que la hubiera besado y de que ese beso hubiera llegado a establecer una relación entre los dos. Pero entonces, ¿por qué se sentía tan decepcionado?

—Bueno, ¿qué os parecen mis nuevos bebés? —dijo Harry entusiasmado mientras se acercaba a ellos—. Son preciosos, ¿verdad? Estoy pensando en añadir unos peces martillo en otoño y construir un montón de herramientas para decorar la muestra.

—Me encanta su acuario, Harry —dijo Anahí feliz por la interrupción—. Es realmente divertido. Un lugar genial para traer a los niños. Entiendo por qué vienen tantos, este lugar está lleno de actividades para ellos.

—Vaya, gracias, señorita. Ése es mi objetivo, hacer que este lugar sea de lo más familiar para mis pequeños visitantes. Lamento decir que no he tenido hijos —su gesto se oscureció—. Es una de las cosas de las que más me arrepiento en la vida, haber esperado demasiado para casarme y haber estado demasiado ocupado para formar una familia. Aunque sí que pude disfrutar de este chico que tenemos aquí cuando era un niño. De él y de su hermano —Harry sonrió a Poncho—. Aún recuerdo tu primer juego de química. Casi volaste el vecindario por los aires.

—Me lo regalaste por mi cumpleaños, si no recuerdo mal. Harry se rió.

—¿Que Poncho hizo qué? —preguntó Anahí enarcando una ceja.

—Ah, sí, con una ayudita de Oscar, claro. Cada vez que se juntaban, había problemas. Sospecho que Poncho siempre era el cerebro de la operación —Harry guiñó un ojo—. Cuando erais pequeños nos hicisteis reír mucho a todos. Fue una gran época.

—Sí, pero bueno, pertenece al pasado —dijo Poncho—. Ya soy demasiado viejo para los juegos de química.

Harry puso una mano sobre el hombro de Poncho.

—También echo de menos a tus padres, Poncho. Si pudieran verte ahora estarían orgullosos de ti.

Poncho se preguntó si Harry diría lo mismo si supiera toda la historia de la muerte de Oscar. Cómo le había dado la espalda a su hermano en el último momento,  cómo no lo había protegido, a pesar de haber prometido hacerlo. Lo único que quería ahora mismo era marcharse y no hacer un viaje por sus recuerdos.

—Sí, eh, gracias, Harry. Y gracias otra vez por dejarnos entrar. Volveré para ver esos peces martillo. Te lo prometo.

—Te tomo la palabra. Te echo de menos. Y asegúrate de traer a tu chica especial—dijo Harry sonriendo a Anahí—. Y si eres listo, amigo mío, empezarás a vivir la vida antes de que sea demasiado tarde.

—Aprecio el consejo, pero tengo una empresa que dirigir —le respondió mientras le daba una palmadita en el hombro.

—La empresa puede dirigirse sola…

—Y mi vida no. Lo sé, lo sé…

Harry sacudió la cabeza, murmuró algo sobre lo testarudo que era Poncho y después se despidió de los dos. De nuevo, Poncho posó la mano sobre la espalda de Anahí mientras salían del edificio, pero en esa ocasión ella se mostró tensa, como si estuviera enfadada con él.

¿Por intentar besarla? ¿Por algo que había dicho?

Quería preguntarle, pero se dijo a sí mismo que era mejor dejar el asunto como estaba. Acercarse a Anahí sólo le haría recordar ese respiro temporal de sus responsabilidades, le haría querer tener algo que no podía tener.

Embarazo en Las Vegas (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora