Anahí se acurrucó contra los brazos de Poncho, contra la calidez de su torso, satisfecha y más feliz de lo que podía recordar haber estado nunca. Él le dio un beso en la frente y deslizó las manos sobre su espalda dejándole claro un mensaje:
La deseaba. Otra vez.
Ella sonrió. ¿Quién iba a decir que ese hombre, un extraño, pudiera despertarle unos sentimientos tan increíbles? ¿Que alguien a quien no conocía pudiera hacerla sentirse tan bella, tan deseada, que pudiera borrar los años de duda generados por Manuel, que la había hecho sentir que no era suficiente? Ni lo suficientemente perfecta ni lo suficientemente adecuada para su estricta vida.
Le había hecho sentir que su deseo de un matrimonio que satisficiera sus necesidades era ridículo.
Poncho la agarró de la barbilla para besarla a modo de anticipo de lo que vendría a continuación: más del mismo acto de amor apasionado que acababan de disfrutar. No habían dormido nada en toda la noche, pero a ella no le importaba.
Sólo quería estar con él, disfrutar de esa exquisita sensación una y otra vez… Algo sonaba… ¿qué demonios era eso?
Anahí se despertó bruscamente y se incorporó, desorientada al principio.
¿Dónde estaba? Ni en la cama del Bellagio, que era lo que había estado soñando, ni en la cama de su casa en San Diego.
Oh, Dios mío. Se había quedado dormida sobre la mesa de la sala de desarrollo e investigación. Tenía que ser el resultado de un largo día bajo el sol unido a su embarazo, que la hacía sentirse cansada y que disparaba sus hormonas… haciendo que el sueño resultara extremadamente realista.
El sonido continuaba y Anahí miró a su alrededor, confundida durante un largo segundo antes de darse cuenta de que provenía del ordenador. ¡Dulce! Había olvidado la vídeo llamada. Las dos habían estado chateando casi diariamente y manteniendo unas conversaciones que Anahí siempre estaba deseando no sólo porque la mantenían en contacto con su amiga, sino también con su vida en casa. Abrió el programa, respondió a la llamada y encendió la webcam mientras se atusaba el pelo y esperaba que de su cara se hubieran borrado todos los rastros visuales de ese sexy y detallado sueño.
Con Poncho.
El rostro de Dulce llenó la pantalla.
—Hola, Dulce. ¡qué alegría verte!
—¡Lo mismo digo! ¿Cómo estás?
—Bien, aunque un poco cansada —unos días antes le había contado a Dulce que estaba esperando un bebé y su amiga, al igual que Maite y María, se había mostrado eufórica con la noticia, aunque también preocupada por ella.
Anahí se recostó en la silla de la sala contenta de que Roy ya se hubiera marchado a casa y que tuviera la habitación para ella sola. Ahora mismo lo único que quería era estar sola. Habían pasado dos horas desde que habían vuelto del lago Mead y desde entonces no había hecho otra cosa que evitar a Poncho.
Le había mentido sobre lo de reunirse con sus amigas y lo había hecho porque él se había acercado demasiado y ella no sabía cómo reaccionar ante eso.
—¿Cómo van las cosas con el padre del bebé? —preguntó Dulce, a quien podía ver con Rocky sentado sobre su regazo.
Anahí suspiró mientras jugueteaba con el diario del bebé, que seguía tan en blanco como siempre.
—Es complicado.
¿En serio había creído Anahí que podía trabajar para Poncho, el hombre con el que había compartido esa increíble noche, y no recordar constantemente el tiempo que había pasado en sus brazos? ¿De verdad había pensado que ser su empleada le permitiría obtener acceso a su vida personal? ¿Que él se abriría a ella, como si fuera su mejor amiga?
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Embarazo en Las Vegas (terminada)
Teen Fiction¿Se cumpliría su sueño de formar una familia? Desde que Anahí vio a Poncho en Las Vegas, donde había ido a pasar un fin de semana con sus amigas, se quedó prendada de él. Conectaron al instante y se dejaron llevar por el momento. Anahí volvió a cas...