Capítulo 3

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Anahí Puente… ¿trabajando para él?

Era una locura, pensó Poncho, mientras los dos comían y él tuvo un momento para pensar en lo que ella había dicho y buscarle una perspectiva algo racional a una idea de lo más irracional.

Después de todo, sólo habían compartido una noche… una noche increíble e impresionante. Una noche en la que los dos habían acordado no ir más allá y dejarlo todo anclado firmemente al pasado.

Cuando se había despertado a la mañana siguiente con ella en sus brazos, había pensado… sólo por un momento… en dar el siguiente paso, pedirle que se quedara otro día, una semana, un mes, que volviera a verlo. Se había quedado intrigado por  la dulce y algo descarada maestra de preescolar que había parecido estar tan dispuesta como él a despojarse de su corriente vida a cambio de unas horas inolvidables.

Pero entonces sonó su teléfono y volvió a la realidad, a un mundo que esperaba que Alfonso Herrera fuera responsable. La única elección lógica había sido dejar libre a Anahí y volver a su refugio, ése donde no existían las relaciones personales.

¿No había aprendido con Claudia que  sentar cabeza  no estaba hecho para    él? ¿Que era el último hombre del mundo que debería casarse?

Y si había algo que había observado en Anahí era que, a pesar de esa noche de desenfreno, era una mujer de relaciones largas y estables.

Por eso, por la mañana decidieron seguir caminos separados, como si esa noche nunca hubiera sucedido. No sería más que un gran recuerdo, tal y como habían acordado, y desde entonces él se había mostrado feliz con su decisión. Sí, había pensado en ella, ¿qué hombre no pensaría en ella con esa melena castaña hermosamente despeinada y esos grandes ojos azules? Pero él se había guardado esos pensamientos en su memoria y no había actuado movido por ellos.

¿Ocultaba Anahí la verdadera razón por la que estaba allí? ¿Había algo que no  le estaba contando? Sentía que se estaba guardando algo, pero no sabía si tenía que ver con el hecho de que quisiera trabajar con él.

La vio beber su bebida y en su rostro con forma de corazón no vio más que entusiasmo y sinceridad. Alguien que estaba verdaderamente interesado en su idea, la misma que sus mejores consejeros habían descartado por ser poco práctica.

Durante todos esos años había estaba reservando esa idea para el futuro y ahora Anahí estaba sentada enfrente de él ofreciéndole una oportunidad de hacerla realidad.

Había dicho que en él había visto un hombre «vivo y emocionado».
¿Cuánto tiempo hacía que Poncho no empleaba esos adjetivos para describirse?

Sí, iba a trabajar todos los días, hacía un trabajo que le encantaba, pero había perdido esa energía y ese entusiasmo hacía mucho tiempo.
No, no mucho tiempo. Podía decir exactamente la fecha en la que su pasión por la empresa había desaparecido; fue el mismo día en que había perdido a la única persona que hacía que ir a trabajar fuera una experiencia divertida y memorable. La persona con la que había creado la compañía, la única que Poncho había creído que siempre estaría ahí en el despacho al lado del suyo. Desde ese día se había volcado en el trabajo, pero estar allí ya no era lo mismo.

Y ahora ahí estaba Anahí Puente abriendo una puerta que él no se había dado cuenta que había cerrado.
Hasta ahora. ¡Maldita sea!

Una vieja emoción lo recorrió, una energía que no había sentido desde los primeros días en que creó la empresa con Oscar, cuando cada día era una aventura y no sabían si ganarían o perderían un dólar. Para un hombre que tenía toda su vida programada, esa sensación era liberadora. La reconoció…

Embarazo en Las Vegas (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora