Capitulo 8: Dulce o salado

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Habían pasado poco más de tres semanas desde que Kakashi partió a la misión y Hyo estaba sometida a los extravagantes entrenamientos de Maito Gai desde entonces. La relación entre ellos dos se había fortalecido enormemente, pero la kunoichi conservaba esa línea invisible que servía para mantener al margen a la bestia verde de konoha pues hace no mucho éste le había ofrecido con tanta persistencia que utilizara uno de sus súper trajes "son más ligeros" insistía. "Y serás tan rápida y genial como mi Lee y tu sensei postizo". No. Una imagen de un trío de shinobis verdes le trastorno la mente. Prefería ser tan lenta como un caracol antes de ser uno más del equipo dinámico de Gai sensei.

No obstante Hyo se fortalecía cada vez más gracias a él. Mejoro su velocidad, agilidad y fuerza en el taijutsu e inclusive logro manipular sus armas ninjas con un grado de letalidad mayor al impregnarle chakra en sus golpes, ahora gracias a Gai, poseía un truco más cargado a su espalda. Sobre todo le ayudo los entrenamientos con los alumnos de Gai: Rock Lee, Tenten y Neji en especial con éste último, sus batallas eran por demás interesantes, tanto que a veces deseaba con ferocidad poder combatir con él con su sharingan, pero debía mantenerlo en secreto y solo se limitaba a atacarlo con taijutsu y jutsus básicos que copio, especialmente el dragón de agua. Gracias Kakashi agradeció en el momento que venció a Neji.

― Hyo desde lo más profundo de mi corazón, lo siento. Ya no podré ser más tu sensei – dijo con una mano posicionada en su frente en apariencia agónica

― ¿Qué?

― Lo sé mi pequeña alumna postiza, es duro, pero por favor mírame profundamente a los ojos y acepta mis más sinceras disculpas. Observa también mis rasgos varoniles.

―Gai...

― Esta bien, está bien. Kakashi regreso de la misión pero está en el hospital temo que no se encuentra muy bien pero se recuperara, él es muy fuerte.

― ¿De verdad? ¿puedo verlo?

― Me temo que por ahora no. Tiene que rendirle un reporte a la Quinta. Además, ya oscureció ― señalando al cielo ―sin embargo, mañana podrías, a Kakashi le vendría bien – guiño un ojo

Después de eso y haber concluido su entrenamiento Hyo regreso a su departamento apenas cruzo el umbral un notable vacío le asalto. Las cosas estaban exactamente donde las dejo en la mañana signo de que nadie a parte de ella residía ahí. Entonces, por primera vez en muchos años sintió lo que creía marchito. Su soledad. Hasta hace no mucho había aprendido a vivir con ella, se había despreocupado tanto que ya ni siquiera le conmovía ni le inquietaban las primicias del amor. Había olvidado todo aquello desde la última noche en la que un Itachi desquiciado termino con la vida de todos y con la de ella también, aunque su corazón siguiera latiendo no era más que para sobrevivir. Él le enseño casualmente la dualidad del amor; el placer y el dolor eran parte de ello. Como quién se para en un peñasco encarando el abismo, cuando la adrenalina recorre con placer tu cuerpo osado dispuesto a saltar a sabiendas de su fatalidad. Puedes morir de un ahogo o infarto antes del impacto o chocar contra el pedrusco y agonizar hasta que el velo oscuro cierre tus ojos. Este último era el sufrimiento un malestar más agudo que el mismo dolor. Gracias a Itachi, se demostró que debes de estar lo suficientemente loco para dejarte caer.

Pero el sufrimiento, vivaz, le aprisionaba como si las paredes se cernieran sobre ella para aplastarla. Joder tenía que estar loca para hallarse en la cocina con un mandil amarrado en su cintura y la harina a su lado.

― Tonto Kakashi ― murmuro en una sonrisa melancólica

Jamás se había encargado de la cocina para más que platillos sencillos y elementales para su supervivencia pero ahora era todo lo contrario. Con tal concentración leía unos apuntes, que con tanto empeño los aplicaba. Parecía un día más de entrenamiento con Gai o Kakashi, de esos cuando la única solución es pensar una buena estrategia en donde la reflexión y destreza es esencial para vencer al enemigo. Pero justo ahora sus enemigos eran huevos y una masa inmensa e inflexible.

La Redención del Último Cuervo  [Kakashi Hatake] IEditandoIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora