Capitulo 10. Miedos

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C A P I T U L O 10

Miedos

Al día siguiente a media tarde, después de que las visitas se fueran yendo, Hyo le llevaba la comida a Kakashi. Comían juntos en la habitación del hospital en un silencio amable, y el posterior a ese día también y el siguiente. Siempre a la misma hora, siempre dos platos. El shinobi reposando en la camilla y la kunoichi sentada ahí, en frente suyo hasta el atardecer cuando esta se decidía a irse para continuar su entrenamiento.

Cuando salía del hospital regresaba al campo tres. Las tardes se habían vuelto pesadas por el ajetreo de actividades que llevaba ahora. En las mañanas cumplía míseras misiones, volviendo para preparar comidas apetecibles para el Jōnin y posteriormente regresaba al campo a practicar hasta que llegaba la noche, cuando volvía a casa. Pero esta vez, Hyo se encontró reposada en los altos del bosque dentro del campo admirando las sombras y el sereno de otoño que acaecía sobre las frondosidades de las copas. Meditando, recordó ansiosa las palabras de la Quinta cuando la kunoichi le pregunto por Kakashi, sin contemplaciones le advirtió en la peligrosidad de la misión: "Investigación sobre los Akatsuki" fue lo que dijo. Nada más. Si le preocupaba, Hyo no lo demostró jamás, aunque se sentía curiosa de lo que le sucedió para que el shinobi peliplata siguiera en reposo en el hospital de la aldea, pero cuando se lo cuestiono, éste no le dijo nada.

Una visión de Kakashi frente suyo inundo sus pupilas, súbitamente la oscuridad cada vez se acentuaba más y la luna se escondió entre las nubes como aquella vez, sus latidos eran más intensos hasta poder oírlos y la neblina ya cubría sus pies, algo andaba mal. De pronto sintió una presencia que le observaba y en un medio giro descubrió dos esferas rojas detrás de la maleza, Hyo retrocedió dispuesta a correr pero la densidad del aire le sofocaba haciéndola caer de rodillas bajo los pies de la forma humana que se aproximaba lento, cadente, como si su placer fuera ese. No paró hasta llegar a ella y lo vio. Unos ojos violentos, intensamente rojos, tan rojos como la sangre, quizá alguna gota le alcanzo cuando en ese entonces, en una noche, introdujo el terror y el homicidio dentro de la aldea.

― ... Itachi - susurro en el silencio de la noche, desolada. Entonces él sonrió en respuesta, antojándosele ácida, malévola. Arrastrándose una lágrima, le acompaño en su dolor en una caída eterna, en donde su cuerpo no pudo moverse - ... ¿por qué? – fue lo único que logro decir.

― Jamás lo entenderás por completo... ― aseveró.

Fue lo único que dijo. Fue lo único que escucho. Se sintió presa del miedo, de Itachi, al verlo frente suyo, del batir de las alas de los cuervos vigías, que sobrevolaban el espacio alertas y en acecho. Tirada y en pánico poso sus manos sobre los oídos y en alaridos clamaba piedad al lóbrego hombre.

― ¡Basta, déjame! ¡Ya no quiero!

Las lágrimas comenzaron a brotar insistentes, escurriéndose sobre el rostro horrorizado de Hyo. No podía apartar sus ojos de él al ver una sonrisa sombría, tan tétrica, dibujada en el rostro de aquel asesino sanguinario que, en su caminar un haz de luz de luna pareció acusar a Itachi, ensombreciendo e iluminando en un juego de claroscuro su semblante tenebroso. Sus ojos centellaron. Los de Hyo también. Levantándose con diligencia fehaciente se arrojó hacia él con una de las espadas wakisashi que llevaba cargadas a su espalda, el sonido del corte la alerto al notar como la figura de Itachi se deshacía surgiendo una bandada de cuervos. La mataría. Las aves negras rondaban sobre ella incesantes emitiendo sonidos cortos, como llamadas de alerta, trinando cantaban su nombre. Exasperada cerro sus ojos apretándolos indispuesta a abrirlos nuevamente. En ese momento, sus iris se volvieron rojos pero esta vez las aspas se movían de izquierda a derecha adquiriendo una forma irregular como un remolino de tres aspas oscuras unidas, atravesadas por tres triángulos ondulados, en una figura casi abstracta.

En ese momento, dos manos ya la sujetaban por los hombros.

Y la silueta de un hombre oculto en las sombras surgidas de las copas le miraba; acercándose a ella, emitió su nombre en un tono alarmado que no lograba ocultar su sorpresa y preocupación al verla con la mirada desorbitada, con su cuerpo bañado en sudor entre espasmos y temblores, lucía en su totalidad desquiciada y Kakashi se lamentó para sus adentros por lo que le hizo, otra vez. Había sido demasiado para ella, había llegado a su límite y por fin entendió el terror que le proporcionaba la figura de Itachi Uchiha.

Hyo volvió a caer de bruces sobre la hierba y Kakashi le acompaño en su caída. La kunoichi yacía inclinada apoyada en sus manos, su rostro cubierto por sus cabellos lucía un semblante lúgubre, perdido. Disipándose su conciencia se desmayó pero aquel shinobi peliplata ya la sujetaba, aproximándola a él,la cubrió con sus brazos ¿Qué había hecho?

La había sometido a un genjutsu de nuevo para confirmar sus sospechas, le temía a Itachi, eso era verdad, y era lógico que desarrollara su sharingan después de sufrir las secuelas de la última noche del Clan Uchiha, pero Hyo era portadora del mangekyō sharingan... ocultaba algo sobre su pasado. Él lo sabía y lo entendía porque a final de cuentas, él también lo tenía. 


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Ausencia total, si alguien lo lee, una disculpa sincera y eterna, tan eterna como mis ausencias. Han sido meses pesados, parte de crecer supongo. De todas maneras, espero te haya gustado, ¡nos vemos! 

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⏰ Última actualización: Feb 19, 2018 ⏰

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La Redención del Último Cuervo  [Kakashi Hatake] IEditandoIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora