Capítulo1: Hola, yo soy Itchi.

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            — Mi nombre es Itchi Morinaga —abrir la hoja para decir todo lo que una vez ocultaste— tengo 11 años y como ustedes saben voy en mi quinto año en la escuela elemental —todos observan fijamente, algunos se burlan y otros están atentos— me gustan mucho los deportes como son el soccer o el baloncestos, soy pésima en los estudios —empiezo a reír un poco para bajar mis nervios— me encanta mucho comer ramen y los dulces no son una excepción —no era mucho que decir— esta soy yo, mucho gusto en conocerlos —hago una reverencia para ver a la profesora.

— Bien hecho Morinaga —ella acaricia mi cabeza por sobre el gorro que llevo— puedes ir a tu asiento —y así regreso a mi pupitre a ver como otro compañero se presenta.

Empezando el nuevo curso estoy lista para nuevas experiencias, tal vez unirme a un club de deportes, hacer más amigas o quizá que me guste algún chico, todo eso es posible en este mundo. Aún así debo admitir que es muy complicado de alcanzar para mí, por eso trato de tener fe que algún día estás aspiraciones se cumplirán.

— ¡Itchi! ¡Itchi! —los niños siempre me molestan— ¿Por qué no admites de una vez que no eres una chica? —me quitan mi gorra que descubre mi pelo corto.

— ¡Ah! ¡Ya cállate! —yo sólo debo hacer dos movimientos con mi cuerpo, saltar y patear su cara para que caiga al suelo y así tomar mi gorra de vuelta— ¡Por supuesto que soy una chica! —aunque debo admitir que no una muy femenina.

— ¡Itchi! ¡Itchi! —siguen hablando y molestándome, les di más razones para ello, aún así me acompañan a casa.

— Más que molestarme deberían decirme cuando es el próximo partido —sonrío mostrando mis dientes. Quiero jugar, quiero ganar.

— Pues es el siguiente sábado —contesta Toshi, un chico bajo de pelo café en un tipo de corte de hongo que cubre sus ojos, siempre parece sucio de las mejillas, pero debo admitir es un buen centro.

— Claro que no eres tan buena como yo —habla Kinisha— pero debo admitir que eres buena delantera —cabello negro y ojos azules, aún lleva la marca de la patada que le di.

— ¡Tenemos que ganar! —alza sus manos Ryu— sino Itchi invita los helados —pelo blanco y un poco más alto que yo, siempre puedo contar con él cuando se trata de tener problemas.

Cabe aclarar que no tengo amigas, solo tengo amigos, ellos siempre sonríen y revolotean alrededor, me molestan con mi apariencia y suelen burlarse de mí, pero no es tan malo, la verdad me divierto con ellos mucho en los partidos que organizamos y me siento cómoda. No sería normal en mi ser una niña tan dulce y femenina.

— Bueno Itchi —ellos me miran— debemos irnos, cuídate.

— ¡Sí! —enfrente de la puerta de mi casa los despido y entro como si nada— ¡Ya llegue! —me empiezo a quitar los zapatos para pisar dentro.

— ¡Hermana! ¡Hermana! —un niño pequeño corre hacia mi casi corriendo, con esfuerzo lo atrapo entre mis manos.

— Tobi... ¡Hola! —una sonrisa nace cuando lo abrazo y acaricio su pelo— ¿Cómo estás?

— ¡Te extrañaba! —hace un puchero. Habla bastante bien para solo tener 5 años— Tobi está bien.

— ¡Me alegro! —lo levanto y empiezo a darle vueltas.

— ¡Niños! —de la puerta de la cocina se asoma mi madre con un cucharon en mano y su delantal— ya les he dicho que no hagan tanto escándalo en la entrada de la casa —nos intenta regañar, pero al final sonríe— ¡Bienvenida a casa Itchi!

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