— ¡Ryu! —mi voz resonaba en la obscuridad de la noche, mientras él me daba la espalda y huía de mí, intenté ir tras él, pero el superior Narahama detuvo uno de mis brazos— ¡Suéltame!
— Déjalo —su mirada se notaba seria— después de lo que vio, creo es necesario que asimile todo —suspira y me siento frustrada. ¿Cómo puede actuar de una forma tan madura?
— ¿Qué debería hacer? —miré fijamente mientras Ficatremon me tomaba de la mano.
— Itchi, creo que cuando lo veas deberás hablar de todo esto —comenta.
— Los humanos siempre se complican las cosas —habla Lucemon.
— No es que nos compliquemos las cosas, pero tampoco es que sea fácil explicar su existencia en la Tierra —el superior Narahama suspira— ustedes, ya lo dije, son una anomalía que se ha colado en este plano existencial.
— ¿Te parece realmente el momento de hablar de eso? —suspiro mientras empiezo a caminar a casa.
— No, espera... —me dice— ¿No debería acompañarte a casa? Es tarde y no considero sea seguro que tú andes sola por ahí.
— Vaya —me rio de forma sarcástica— ¿Ahora incluso te preocupa mi seguridad? Vaya cambio de corazón —niego con la cabeza para posteriormente sonreír de forma triste— gracias, pero no te preocupes, Ficatremon irá conmigo; estaré bien.
— Morinaga... —suspira— ¡Bien! —y sin decir más me da la espalda— ¡Vamos Lucemon!
— A la orden —dice aquel digimon con forma de ángel.
Así empieza mi marcha a casa, temerosa, cansada, pero con la compañía de Ficatremon. No entendía aún muchas cosas, pero ya no eran sobre los digimon, sino sobre mí misma, ¿Por qué no había podido decirle la verdad a Ryu? Era obvio que en algún momento iba a enterarse, y más cuando había sido tan descuidada como para volver a la escuela.
Me decía a mí misma que era para protegerlo, para evitar más accidentes como el de su pierna, pero... ¿Esa era la verdad? Podría decirse que sí, pero no del todo, quizá sólo tenía miedo de lo que fuera a decir o a pensar, sobre mí, sobre Ficatremon.
— ¿Todo bien Itchi? —me pregunta ella.
— Sí... —bajo la mirada, aún absorta en mis pensamientos.
— ¿Sabes? Todo va a salir bien, tranquila —trata de consolarme, pero sin mucho éxito.
— Me gustaría creer eso, pero... —suspiro— ¿Sabes? Ryu, siempre ha sido mi amigo, desde antes de que pueda recordarlo. Él siempre ha estado conmigo en momentos difíciles y ha sido mi apoyo incondicional, nunca me ha traicionado y siempre me ha protegido —y no puedo evitar empezar a llorar— pero, aun así, no pude confiar en él, no pude decirle la verdad.
— Lo siento... —dice Ficatremon mientras salta por encima de la barda.
— Espera, ¿¡A dónde vas!? —le pregunto angustiada.
— Por el momento, adelantaré camino a la casa —comenta triste— creo que realmente necesitas estar sola por ahora Itchi. Me gustaría poder decir más, pero seamos honestos, esto que sientes se debe a mi propio egoísmo.
— ¡No, no es así! —grito.
— Lo es —ella mira el cielo— siempre me encontré en solitario, me preguntaba que era tener a alguien por quién luchar y existir, buscaba mi razón de ser en aquel mundo, de que mi programa hubiera sido creado, y no encontraba respuesta. Vine, tratando de encontrar eso, siendo mi guía aquel sentimiento que guardas en tu corazón, Itchi, y no me arrepiento.
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Digimon Magic
FanfictionItchi Morinaga es una niña de 11 años de edad que vive una vida normal con su madre y su hermano menor. Es una chica promedio con un gran gusto por los deportes como es el fútbol soccer; pero un día todo cambia cuando una pequeña voz le habla implor...