Capítulo 10

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No estaba en la posición de decir que Dios me había mandado ese hermoso ángel a mi vida. 

Desde muy chico pertenecí a la iglesia a la que mi madre me había llevado junto con mis dos hermanos mayores. A estas alturas de la vida, podía decir que estar asistiendo a cada reunión de jóvenes lo sábados por la tarde  ya no era emocionante ir a encontrarme con Dios, solo lo estaba haciendo para evitar una discusión con mi madre. 

Todo estaba cambiando en mí, desde mi manera de pensar y ver la vida, y mis gustos aparentemente se estaban definiendo. De chico  tuve un par de novias, y todo era normal, siempre he sido un poco afeminado por decirlo de alguna manera, mi manera de expresarme es distinta a la de un hombre de hoy en día, busco siempre ser respetuoso y lo más caballeroso posible, y eso... hoy en día ya no se ve, el hombre ahora es machista e irrespetuoso con las mujeres. Pero yo siempre fui un chico diferente.

Mis redes sociales siempre habían sido muy activas para mi vida, era más sociable por ese medio que en persona, pero cuando comencé hablar con Chad y supe que todo se encaminaría a una relación, todo esto paró de inmediato. Eliminé a muchos chicos de ellas, dejé de lado los likes en las de  fotos de ellos. Me entregué  de lleno a la relación. Solo estaba esperando lo mismo de su parte. 

Mi mundo estaba girando en torno a él, Chad, Chad y Chad; era todo lo que quería saber, pero de una manera controlada, sin sobrepasar el límite del acoso. 

No podía creer que había pasado una semana de ese día, aquel 18 de mayo que era el inicio para los dos, un inicio real. Ni Chad, ni yo habíamos antes tenido una relación con otro hombre. Era mágico para mí, tan mágico lo era que cuando lo veía,  sus ojos parecían dos estrellas iluminando mi vida. 

Todo era felicidad, una felicidad absoluta, tan absoluta que todos la notaban. Mis padres estaban anonadados por mi cambio de actitud, mis amigos no dejaban de preguntarme por ello; la única que sabia por lo que estaba pasando era mi mejor amiga Madison, y la promesa no se rompería, era un secreto que nadie podía saber. 


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