Corre Melany, corre.

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El ambiente se tornó denso, no había un solo ruido y todo a mi alrededor era blanco, el suelo, las paredes, el techo. Ni siquiera sabía donde estaba parada, ni donde estaba. Ni siquiera sabía para donde correr porque todo era igual, estaba vacío, luminoso y psicológicamente me comenzaba a entrar un miedo que me enfermaba de los nervios. Al dar el primer paso, este se oyó en todo el lugar, con eco acompañado, comencé a correr de todas formas, sin éxito, y unos metros más adelante, comencé a sentir un ruido monstruoso, de otra dimension, penetraba mis sesos como si una daga lo hiciera... debía ser algo, sentía que venían por mí y era algo grande, lo sentía en los huesos, eso me iba a asesinar sin piedad y no tenía ni escondite ni esperanzas, solo mi corazón a tope; jamás me sentí tan pequeña e indefensa, y no me quedó otra alternativa; este es mi fin, pensé. Me arrodillé devota, esperando con desesperación. Y le rogaba a Dios morir lo más rápido, sin sentir nada sin siquiera un aviso, solo morir y ya...

Desperté sobresaltada, bañada en micro gotas de sudor por todo mi rostro y cuerpo, con lágrimas en mis ojos y adolorida por haberme quedado dormida en una superficie tan dura como el suelo. Agitada alargué mi mano para buscar mi celular, el cual cuando me di cuenta, tenía 10%. Dios, y eran las 8:12 a.m... me dormí por un buen rato dentro de esta casa, y encima en el último piso, donde más actividad había, con razón me desmayé tan fácil... me guardé detrás de la oreja un mechón de pelo salvaje que me tapaba la mitad del ojo, y me topé con la sangre seca que hizo que prácticamente me desmayara, acompañado de las voces de esos engendros satánicos, que desde que entré hace casi un día no me dejaron en paz.
Me senté, débil
-¿Por qué tan débil? -murmuré confundida, entonces me acordé de que no me había alimentado en importantes horas. La preocupación por no encontrar a mi madre me ha despertado el apetito. Por suerte buscando en mi mochila, encontré dos barritas de cereal que las tenía ahí hace dos semanas, en caso de emergencia. Suspiré agradecida de mí misma. -Gracias Melany del pasado. -dije mirando al techo, con una sonrisa desesperada y con algunos restos de las barritas en la comisura de mis labios.
El calor ahí dentro se adueñaba de todo mi cuerpo, y antes de continuar mi búsqueda, me despojé de la gran sudadera que alguna vez me prestó uno de los tipos que algún día me quedé a cenar o me fue a dejar a casa luego de una noche de fiesta. Por suerte andaba con una polera larga y holgada con largos cortes en los costados que con suerte tapaba mis pechos, al menos andaba con un sujetador seguro. Pero a estas alturas nada me importaba.
Me organicé, guardé y me estiré para continuar mi expedición por la casa de los Locos Adams, cuando súbitamente cayó una llave de mis pechos.
-Te había olvidado, amiga llave. -dije agachada, después de recogerla. -Espero que me sirvas, solo queda una puerta...
Y salí de la habitación que por unas horas fue mi dormitorio.
Gracias a la luz del día todo estaba más claro, por lo tanto se me hacía muchísimo más fácil distinguir un mueble de forma de mutante tipo Nemesis*. Luego de bajar todas las escaleras, que le llamé Escaleras Everest, porque mas largas imposible, encontré la puerta que me faltaba. Sí, no se podía abrir, era más rara que las demás, me doblaba en tamaño y era sofisticada, más que la casa misma. No sé donde iba, pero por lo que pude ver, la luz entraba a gritos por sus rendijas y sinceramente rogué por no quedar ciega, mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y cuando los ojos son claros sufres más.
E introduje la llave, como sabía que me la había dejado alguien del inframundo, no confié en que me abriera, pensé que podría ser que fuera una llave falsa y todo eso para ser parte de sus humillantes burlas y estúpidas, por supuesto. Pero abrió, la puerta se abrió e inmediatamente llevé mis manos a los ojos, no quería quedarme ciega con esa luz endemoniadamente fuerte; al cabo de unos minutos, pude acostumbrarme a la luz solar, estaba en el patio trasero, había un garage por la izquierda, donde gente, mejor dicho "gente", trabajaba ahí. ¡Había gente! Por todos lados habían personas deformes encarceladas en una jaula más pequeñas que sus cuerpos, y los que trabajaban en autos y arreglando maquinas, tenían un aspecto horrible, ojos demoniacos y vista de una persona completamente enloquecida. Estuve a punto de salir corriendo, pero estaban de los pies encadenados, eran unas cadenas inhumanamente grandes comparadas con las normales, estas iban unidas a una esfera de hierro tan gigante como la mitad de la casa, bien al fondo del patio trasero, ninguno de esos raros podría moverlo, ni juntos. Entonces me tranquilicé, y aunque todas las miradas se posaron en mí, crecieron mis ganas de llorar como nunca, eran miradas perturbadoras, asquerosas como la de un enfermo sexual... todos eran hombres, no quería ni pensar donde se encontraban las mujeres, tampoco quería imaginar mi cara en ese momento, que fue entre desagrado, asco y desesperación.
Estuve a punto de salir corriendo, de cerrar de un portazo la gigante puerta, pero escuché voces, y esta vez no eran susurros y lamentos de gente degollada, ni de engendros demoniacos, era la voz de una persona joven, un hombre. Eso pensé hasta que oí una segunda voz, más grave que la del rey Belial, era diferente, más tenebrosa, aunque me llamaba más la atención, era más linda. Comencé desde el otro lado del patio, aún en el umbral de la puerta, a escuchar esa conversación, pero solo obtuve palabras vagas. La voz de ultratumba le decía a la otra más joven palabras como cargo, infierno, poder...
Hubo algo a mis espaldas que estuvo molestándome todo el rato que intenté concentrarme en esa conversación, no le di importancia, eran solo respiraciones enfermas que supuse que eran las mismas de los entes que se encontraban repartidos por todo el patio... pero una vez que me di vuelta, fue lo más espantoso y horrible que vi en la vida: primero pensé que era un muerto viviente, pero todos ahí eran muertos vivientes. Lo que yo vi, iba mucho más de la imaginación de los directores de las películas de terror de Hollywood, luego vino la teoría del guardián de la casa, y me quedé con esa, porque tenía más aspecto semejante a Nemesis que todos los... esas cosas que habitaban en la casa. Me eché a correr espantada, cruzar el patio se veía difícil entre esas cosas que estaban paradas, tiradas y sentadas. Admito que pisé manos y cosas, corrí como nunca lo había hecho, y el patio se me hacia infinito, la cosa me siguió a paso lento y me puse feliz de que haya parado en la mitad.
Paré para asegurarme de no estar soñando otra vez, volteé a mirar al gorila del infierno, le levanté el dedo medio y reí, no sé porqué lo hice pero mientras eso pasaba, Némesis reanudó su carrera, más rápido que la primera vez, la desesperación y adrenalina se apoderó de mis piernas, solté una carcajada histérica y continué la carrera hasta meterme por la puerta y cerrarla detrás mío con todas mis fuerzas y boté el suspiro más adrenalínico de mi vida, con un grito de guerra acompañado:
-¡TE GANÉ MALDITO HIJO DE PUTA! -le dije a la puerta y nuevamente reí histérica, asustada como la mierda.
Me di vuelta con una sonrisa ganadora en mi cara, habían escuchado mi ridícula celebración y supe quienes eran los de las voces, lo supe porque estaban en frente mío, y uno de ellos era el mismísimo Diablo. En carne y hueso, supongo. ¿Que como lo reconocí? Lo deducí, claro.

2.- El monstruo de Resident Evil.

Del infierno y otros escenarios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora