La mejor resaca.

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And that moment was so hard for me to breath, 'cause you took away the biggest part of me.

Sentía la lengua y la garganta seca, apenas podía abrir los ojos, y es que los rayos de luz que entraban a gritos por la cortina me tenían enferma. Preferí mantener los ojos cerrados para tratar de recuperar el sueño; deslicé la mano por mi abdomen por debajo de la ropa de la cama y me encontré con una que no era la mía, sonreí agradecida. Y me volteé para verlo como dormía, puedo jurar por su padre que verlo así de indefenso, con la respiración tan calmada, la boca entre abierta y una expresión de paz en su cara, me hizo sentir algo como querer morderlo y abrazarlo con todas mis fuerzas porque su belleza me saca de quicio cada vez que lo observo detenidamente.
Sonreí mirándolo atenta, por un momento me olvidé de todos los malestares de la resaca, él ni siquiera se veía trasnochado; pero claro, una resaca para él no es nada, debe significar la mínima cosa, pero para nosotros los mortales es diferente, yo me siento morir lentamente, aún así me quedé ahí para ver como parecía un inocente y calmado niño al dormir. Hasta que abrió los ojos.
-Hola, borracha. -dijo con la voz ronca, suspirando y sonriendo al mismo tiempo.
Puse mi pierna sobre su pelvis y lo abracé fuertemente escondiendo mi cara en su cuello, él rió devolviendo el arropado abrazo.
-¿Como llegué aquí? -comencé aún escondida.
-Te cargué desde que salimos del club hasta bajar del taxi. -me respondió con la voz ronca matutina.
-Es toda tu culpa, compraste ese maldito tequila. Continúa. -lo animé escondida como una rata, sin querer saber más.
-Me acosaste todo el camino, le pediste al chofer que se pusiera audífonos porque "vamos a hacer el amor y usted no me va a detener". -dijo Nathan imitándome, contando animadamente y rascando mi cabeza. -Yo no daba más de la risa, -continuó. -y hasta le pagué más, por la paciencia.
Estaba tan avergonzada que tenía unas ganas terribles de reírme, pero continué en silencio escondida en su cuello, medio disfrutando, medio muriendo, medio cagada de vergüenza.
-Que vergüenza. -solté.
-Me reí mucho, me gusta la Melany borracha, además es más tierna. -dijo entre bostezando y riendo a la vez.
-¿Y luego qué pasó? -dije agarrando fuerzas para seguir viviendo.
-Pensé que estabas bien, comenzamos a hablar de música mientras te buscaba algo para comer, hasta que te dije que escucharas Gorilla, de Bruno Mars, una de mis canciones favoritas.
Y yo empecé a recordar. Me odio por ser tan cariñosa cuando me emborracho.
-Te juro que nunca me había pasado esto antes.
-¿Me dejas terminar? -me interrumpió regañándome, estaba bastante divertido contando la historia. Yo callé al instante. -Te hice escucharla y te encantó. -calló para ver si le respondía pero no le dije nada, pues ya recordaba todo lo que seguía. -Te encantó tanto que me ofreciste hacer el amor con esa canción.
-¿Y qué dijiste tú? -ya sabía pero quería oírlo de él.
-Que era una gran idea.
-Bien, esto ya es demasiado para mí. -dije parándome de la cama nerviosa y avergonzada, él reía.
Cuando toque el suelo me vi descalza y solo estaba en ropa interior, palidecí por un segundo, Nathan me miró atento.
-Supongo que no lo hicimos... -el sonrió de lado, y aproveche de escanear la escena, me di cuenta que yacía sin polera. Dormí semidesnuda con él.
-No. -dijo al fin.
Suspiré. ¡¿PERO POR QUÉEE?! Mi conciencia hizo una mini pataleta.
Me volteé para irme directo al baño, pero me detuve solo por curiosidad.
-¿Y por qué? -le dije en un hilo de voz, como para irme corriendo a un precipicio y lanzarme al vacío.
-Porque no puedo aún.
¡¿QUÉ?!
-¿Y por qué? -pregunté con exactamente el mismo tono.
-Porque mi padre me prohibió involucrarme sexualmente contigo sin antes de ayudarte a terminar tu tarea principal, que te recuerdo que es tu mamá.
-¡¿Y por qué?! -exclamé ofendida, él me blanqueó los ojos.
-Tratos con el diablo, Melany.
-¿Y..?
-Si me preguntas por qué otra vez, te voy a tirar tan fuerte que vas a quedar inconsciente un buen rato. -lo quedé mirando en silencio, impactada y maravillada a la vez; cuando le iba a responder, él continuó para no subirme las revoluciones. -La almohada. -agregó.
Sonreí picara y abiertamente.
-Reto aceptado. -él quiso reír, pero solo me sonrió y me blanqueó los ojos.
-No sé como lo voy a hacer contigo. -se dijo seguramente mirándome el culo mientras yo salía animadamente de la habitación para bajar a la cocina a preparar desayuno.

Del infierno y otros escenarios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora