EL CALVARIO DE UN ANGEL

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El viento frio del otoño en la ciudad de Storybrooke le golpeaba agradablemente en la cara mientras su vista de color castaño claro se perdía en la lejanía del horizonte, su cabello rubio recogido en una descuidada coleta de caballo se movía suavemente detrás de su cabeza, sus ropas no eran las mejores, era cierto, desde que había ingresado en esa estúpida casa de acogida, junto con dos niños menores que ella, había tenido que trabajar muy duro para ganarse el pan bajo ese maldito techo, solo tenía unas tres playeras, dos de mangas largas y una de manga corta, dos pares de pantalones que casi habían pasado a mejor vida por culpa de los constantes viajes a la lavadora y solo un par de tenis que se veía que sus suelas se desprenderían tarde o temprano.

Con tan solo trece años, Arabela ya conocía lo que era el dolor de saberse huérfana, sin que nadie la quisiera, pasando de una casa de acogida a otra, había perdido la esperanza hacia años, ya no creía que hubiera una familia esperando por ella, queriendo que formara parte de un hogar.

-¡Arabela!-esa voz le ponía los pelos de punta, esa mujer no tenía piedad con ninguno de ellos tres, y menos con ella, aun cuando había conseguido un buen trabajo que le proveía una buena paga, la mujer no estaba contenta con sus resultados-¿Dónde estás pequeña inútil?-no quiera bajar del árbol donde se encontraba escondida, pero...desde donde estaba, podía ver que esa arpía tenia sujeta del brazo a la pequeña Ruby, y por la cara de la niña, estaba muy enfadada, podía sentir en su propia carne el seguro apretón que le estaba dando a ese delicado bracito, la chiquilla de tan solo siete años estaba llorando pidiendo que la soltara.

La joven preadolescente sabía a ciencia cierta que si no aparecía no podría hacerle nada...pero también estaba segura, de que esa se desquitaría con los más pequeños de la casa, y eso no podía permitirlo, Neal y Ruby no tenían por qué sufrir ese martirio si ella podía evitarlo. Con cuidado de no trastabillar con ninguna rama floja o caerse, se bajó del árbol cayendo de pie junto al tronco casi torcido.

-aquí estoy, señora De Vil- la mujer de cabello mitad blanco, mitad negro aventó a la niña que tenia del brazo hacia la más grande, que a duras penas pudo agarrarla antes de que besara el lodoso suelo del patio.

El hedor a cigarrillo caro y wiski le asestó de lleno en la cara junto con una bofetada que la dejó realmente aturdida y al borde de las lágrimas. Sumándole el severo y doloroso jalón de cabello que esa le dio obligándola a entrar en la desordenada casa, a base de gritos de la chica y golpes de su supuesta tutora. Una vez adentro la aventó contra la pared junto a la puerta de entrada, presionando su mejilla adolorida contra el empapelado de mal gusto de la sala.

-¿no te había dicho que limpiaras la casa?-difícilmente pudo asentir contra la pared que la retenía contra la mano huesuda de esa mujer-¿Qué te crees? ¿Qué por tener trabajo fuera de esta vivienda puedes zafarte de tus tareas?-le soltó por fin de ese incomodísimo agarre.

la joven quiso excusarse, diciendo que había llegado tarde por el pequeño que cuidaba, pero las palabras murieron en sus labios, soltando un agudo grito cuando sintió que algo flexible y duro golpeaba contra su espalda. Una y otra vez, no importaba cuantas veces le suplicara o lloriqueara que la dejara, parecía que Cruella De Vil se volvía sorda por completo cuando impartía esos dolorosos golpes con su cinturón de cuero. Siempre era la misma historia, cuando se enojaba, la única manera que encontraba para calmarse era dando esas golpizas que casi dejaban a sus víctimas en carne viva.

Una vez terminada la paliza, dejó a la chica medio tirada en el piso de su sala, sin importarle si seguía respirando, los niños aterrados por los gritos y los chasquidos que hacia el cuero contra la piel apenas cubierta de su espalda, se habían arrinconado tan lejos de ellas dos como les era posible, abrazados y llorando desconsoladamente. Arabela solo deseaba que sus lloros no hicieran enojar a su tutora y decidiera también darles a ellos.

YO...DESEO UNA FAMILIAWhere stories live. Discover now