En alguna parte del mundo, dentro de una cueva donde la luz del día no llegaba, John Lennon estaba abriendo los ojos. Cuando se quitó la máscara de morsa, se dio cuenta de que estaba completamente perdido, no sabía dónde estaba ni mucho menos cómo había llegado ahí. Se encontraba dentro de una especie de jaula gigante, en algo parecido a un laboratorio, pero mucho más extraño: Las paredes parecían ser de tierra, no había ventanas por ninguna parte, pero sí lámparas. Giró su cabeza y en un rincón observó una cama y una mesa de luz, aparentaba ser más cómodo que la jaula, la cual le había dejado un molesto dolor de espalda.
Estaba confundido y asustado. Su respiración era agitada, dentro de aquella cueva hacía demasiado calor y el traje lo hacía transpirar por todas partes. «Ya verás, Ringo», pensó pasando su muñeca contra la frente. Su flequillo y su rostro estaban empapados de sudor. No traía puestos sus anteojos por lo que apenas podía ver el ambiente en el cuál estaba encerrado; para su "suerte" no era un lugar muy elegante, por lo que no se perdía de mucho. Intentó sacarse el abrigo de piel, cuando de repente escuchó una voz que lo llamaba. Volteó en la dirección donde creyó oírla y se sorprendió al ver de quién se trataba...
—¡John!
—¡¡BRIAN!! ¡¡Qué bueno que estés bien!! —John no podía evitar sentirse feliz por haber encontrado a su amigo.
—Pues, me alegro de ver una cara conocida —susurró Brian, sonriendo.
Lucía realmente exhausto y su aspecto no era para nada como John lo recordaba. Su cabello estaba desastroso y su ropa sucia y rasgada; parecía como si no se hubiera duchado en días, quizás semanas.
—¿Qué demonios te pasó? ¿Dónde estamos? —preguntó John, quien no podía calmarse puesto que al fin había encontrado al mánager. Claro que a él también lo habían atrapado, pero valió la pena, al menos eso pensaba.
—Aún no lo sé... Estoy aterrado, creí que jamás saldría de aquí.
—Bueno, que yo también esté aquí no quiere decir que vayamos a salir —dijo John, con una media sonrisa.
Brian intentó sonreír, pero no le duró mucho.
—Freda te extraña —le confesó a Eppy—. Todos te extrañan, hasta yo...
Brian levantó la mirada y le sonrió.
—Claro que ahora estoy atrapado contigo y no creo que vaya a ser divertido, es más, te aseguro que será una pesadilla —siguió John, en broma.
Brian rió, pero se detuvo al ver que X aparecía por la puerta del escondite/cueva.
—¡TÚ! ¿Dónde estoy? ¡¿Por qué estoy aquí?! ¡Exijo volver! —le gritó John al verlo. Pero cuando X se quitó el pasamontañas, se dio cuenta de que no era un hombre quién estaba detrás de esto, sino una mujer, una joven asiática...
—No estás en condición de exigir nada —le dijo esta con tranquilidad.
John se quedó boquiabierto al verla: una mujer lo había secuestrado. Recordó lo que Maureen había dicho y al final era cierto, aunque aún no sabía si lo admiraba o simplemente intentaba matarlo.
—¿...Por qué estoy aquí? —le preguntó John, ahora sí intentando tranquilizarse.
—Creo que mereces saberlo, el señor Epstein ya lo sabe —respondió la muchacha—. Verás. Siempre soñé con ser cantante y, al ver el éxito que ustedes tenían, supuse que consiguiendo a su mánager me volvería tan famosa como ustedes, o aún más. Pero el señor Epstein se niega a ayudarme y me dijo que ustedes eran los talentosos. Por lo que, teniéndote aquí, tal vez puedas ayudarme. De otra forma sufrirás como tu amigo.
John no podía creer lo que oía, estaba siendo amenazado por una fanática asiática. No quería que la mujer se enfadara, por lo que trató de seguirle la corriente, así tal vez pudieran salir de ahí en cuanto antes.
—...Creo que podré ayudarte —le dijo John, luego de unos segundos de silencio. Los ojos de la joven brillaron.
—John... No creo que sea una buena ide... —empezó Brian, pero la mujer lo interrumpió.
—¡Cállate! No me has servido de nada, creo que tendré que deshacerme de ti —declaró la asiática, con maldad en sus ojos.
—¡NO! ¡Alto! —exclamó John, la asiática lo observó con curiosidad—. ¡Yo te ayudaré! Puedes dejarlo ir, te prometo que te ayudaré y que serás famosa, mucho más que nosotros, ¡mucho más que Elvis!
La joven pareció dudarlo.
—De acuerdo —finalizó luego de pensarlo—. Pero tendrás que casarte conmigo.
—¡¿Qué?! Pero... ya estoy casado —intentó explicarle John, sin herir sus sentimientos—. Además, ni siquiera sé tu nombre.
—Soy Yoko. Y sin matrimonio, no hay Brian Epstein.
Yoko parecía sonar segura de lo que decía, como si la vida de un hombre no valiera nada. John no quería averiguar si hablaba enserio o si sólo bromeaba, por lo que debía responderle... y rápido.
—...De acuerdo, nos casaremos —dijo, sabiendo que luego se arrepentiría.
—John... no —susurró Brian.
—Es algo que debo hacer, queremos que estés bien.
—Pero yo también quiero que tú lo estés...
—Lo estaré —le aseguró John, con una sonrisa en su rostro, pero no era una sonrisa de felicidad, sino una de compasión. Brian se dio por vencido y no hizo ningún otro comentario. Ni siquiera recordaba cuántos días había estado allí, y si no salía iba a enloquecer. Yoko no le hacía daño, pero podía ser cruel cuando quería.
La asiática se acercó a la jaula donde el mánager estaba y abrió la cerradura con una llave que tenía enganchada a un collar.
Antes de desaparecer por la puerta de la cueva, Brian miró a John y se despidió de él.
—Vendré por ti, John. Lo prometo.
John hizo un movimiento con la cabeza, estaba realmente abatido.
—¿Puedo saber al menos dónde estuve todo este tiempo? —le preguntó el mánager a la joven una vez que estaban lejos de John, en una especie de pasillo sin iluminación y algo asfixiante.
—Sólo te diré que es un lugar que los chicos conocen bien... Ah, y en lo profundo —respondió la mujer.
—¿Quiénes conocen? ¿En lo profundo? ¿Eso qué quiere decir?
—Hace demasiadas preguntas, señor Epstein —comentó Yoko. Acto seguido, con otro chasquido de dedos, hizo que Brian se desmayara.
Mientras tanto, John se sacaba el abrigo de piel. El traje que Ringo le había entregado era muy caluroso. Ringo. Con sólo recordar a sus amigos, unas lágrimas amenazaron con salir de sus ojos, pero John no lo iba a permitir. Ahora más que nunca necesitaba su ayuda, estaba en peligro. Se preguntó qué estarían haciendo sus amigos en aquel momento. Posiblemente habían ido a buscarlo; claro que no, conociéndolos sabía que habían visto lo ocurrido. Eran como los niños, cuando les decías que no hicieran algo, iban y lo hacían. Pero él también era así, y no podía evitarlo. Sin embargo, eso no ayudó demasiado ya que de todas formas lo habían secuestrado. Pero no podía culpar a sus amigos, habían ido disfrazados de animales de felpa sólo para ayudarlo a encontrar a un secuestrador al cual él mismo había citado, que para conste era una mujer con algunos problemas mentales. ¿Quién secuestra a alguien para poder ser cantante? John estaba aterrado en esos momentos, pero no quería demostrarlo, no delante de Yoko, eso sería como mostrarse vulnerable frente a su peor enemigo.
***
Finalmente, John descubrió quién estuvo detrás del secuestro de su mánager, el cuál ahora es libre. ¿Qué creen que pasará entre John y Yoko? ¿Dónde se encuentra la cueva? ¿Qué harán los demás Beatles?
Este capítulo se lo dedico a imabluebird, que comenta en todos los capítulos y es una gran lectora. Además, tiene una muy intrigante novela de drama llamada Adictos, donde uno de los protagonistas es Paul. ¡Se las recomiendo!
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Help! Beatles al rescate
ФанфикEsta descabellada historia cuenta las aventuras de los Beatles en el año 1967, cuando su mánager, Brian Epstein, es secuestrado por un malvado villano y ellos deberán rescatarlo antes de que la prensa se entere.