Capítulo 4

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-No pudo librarse de las esposas, pero si pudo alcanzar el control de la alarma. –Me cuenta Alex. –No... no me había dado cuenta de eso. –Se enoja con él mismo, mientras mira la computadora. –La policía llegó, pero él no quiso nada de reporteros, ni denuncias –Me mira. –Pasó un poco menos de un mes en el hospital recuperándose, y se ve que ahora si quiere vengarse. Lo reportó. Hizo la denuncia. Pero... –Dice él, y me mira. Mi vista era borrosa, y las lágrimas pedían salir de mis ojos. –Solo... solo contó los hechos como si fueran dos ladrones. –Yo arrugo el entrecejo. ¿Qué?. –Money... y alguno de nosotros. –Mis lágrimas al fin saltaron de mis ojos y solo negaba con la cabeza. Por Dios... ¿A quién encubría?. –Y él solo es un estúpido "inocente" –Hizo ademanes con las manos. –No creo que haya una puta pista sobre la chica que tenía secuestrada, habrá ocultado absolutamente todo. –Decía totalmente enojado.

Cuando al fin estaba por hablar, la puerta de mi habitación se abre, y entra Diddy llorando, y me abraza.

-Eu, mi amor... –Digo, y apoyo mi cabeza en su pequeño hombro, aprovechando para limpiar mis lágrimas y que no me vea así. –¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Una pesadilla? –Me preocupo.

-Mamá –Dice su aguda y dulce voz, y yo frunzo mi ceño. ¿Y ahora qué?. Me enojo. La apoyo en la cama, le seco sus lágrimas, mirándola. –No pasa nada, ¿sí? –Le digo con una sonrisa forzada. Se veía tan hermosa con sus largas pestañas húmedas y sus enormes ojos celestes, que te miraban con tanta profundidad y transparencia. –Quédate con Alex. –Me levanto y voy hacia la cocina.

Observo el lugar, desordenado y sucio como siempre, y no la encuentro. Solo las botellas de licor vacías sobre la mesada. Cierro los ojos y niego. Jamás esto se iba a terminar. ¿Cómo una madre puede ser tan basura?. Respiro hondo y voy hacia su habitación, tampoco estaba, solo encontré a Trevor revolcado en la cama en calzoncillos y todavía más botellas. Marihuana sobre la mesa de luz. Mi respiración se agita del enojo y vuelvo hacia el living, todavía sin encontrarla. Ruedo los ojos, entendiendo dónde estaba, y porqué Diddy lloraba. Estaba en su cuarto. Voy hacia éste y la encuentro riendo como loca en la cama de la niña y con su peluche roto en manos.

-¡¿Qué haces?! –Grité enfurecida, arrebatándole de sus manos a Cecé, el conejo de peluche de Diddy. -¿Estás loca? ¿Qué le hiciste?. ¡Me tenes cansada, mamá, compórtate como una! ¡Basta! ¡Levántate! –Le ordeno, mientras ella seguía riéndose. Estaba en verdad cansada de estas escenas, que pasaban la mayoría de los días, pero jamás le había hecho algo así a Diddy, esta vez se había pasado. Pero estaba acostumbrada, y no me sorprendía que así fuese.

La ayudé a levantase a los empujones de la cama y clavándole mis uñas casi apropósito del enojo que sentía.

-Oye... cálmate. –Me decía, y apenas la podía entender. La arrastré hacia la ducha y encendí el agua fría, metiendo su cabeza debajo de la llovizna. –Ey, ey, ey... –Balbuceaba, mientras intentaba que le saque la mano de su nuca, pero no lo hice. Ni siquiera tenía fuerzas para sacarme mi mano de allí, estaba totalmente ebria y drogada.

-Te di miles de oportunidades –Le dije, me daba lástima verla así, pero sentí tanto odio en ese momento. –Siempre pensé que algún día te ibas a arrepentir, e ibas a volver a estar como antes, como esa mamá que amaba, antes de que papá nos abandonara. –Saqué su cabeza del agua, obligándola a que me mire. –No sé si te importe, ni siquiera sé si mañana vas a recordarlo, pero te lo voy a decir igual: Nos perdiste. Para siempre. –Aprieto mis dientes, tensando mi mandíbula. Y sus ojos rojos temblaban queriendo mantenerse en mis ojos. Suspiro y me alejo del baño, dejándola sola.

Vuelvo hacia mi habitación y me tiro en mi cama con resortes, haciendo revotar a Diddy y se ríe. Yo río con ella. Simplemente me hace feliz, rodeada de tanto dolor.

-Ey, ¿Y Alex? –Le pregunto, dándome cuenta que ya no se encontraba en la silla.

-No lo sé, se fue. –Me dice su suave vos. –Pero te dejó algo en el bolso. Y... Rocky... ¿Qué es ese bolso? –Pregunta confundida. Yo le sonrío, pero antes de contestarle abro la nota que dejó Alex encima de la ropa.

"Estoy seguro que fue telepatía. Mientras vos estabas en casa armando una valija, y también estoy seguro de que lo hacías convencida de tu decisión, yo estaba en el aeropuerto. ¿Te acordas cuando te pedí que te quedaras? Bueno... ahora te pido que te alejes lo más pronto posible.

¿Te acordas que me dijiste que me ibas a extrañar? Yo no te contesté. Ahora sí... te voy a extrañar mucho Rocky.

Te quiero."

Respiro hondo y trago saliva, tratando de deshacer el nudo de mi garganta. Cuando alzo la carta, debajo veo dos papeles más. Las agarro y abro mi boca sorprendida, eran dos pasajes en avión a California. Sonrío, pero estaba tan preocupada. ¿Y él?, por Dios, deseaba con toda mi alma que viniera con nosotras.

-¿Ro? –Habla Diddy. Me doy vuelta para mirarla.

-¿Todavía quieres ser surfista? –Le pregunto. Y ella sonríe emocionada y asiente con su cabeza. –¿Te acordas que te prometí ir a California, donde hay grandes olas? –Ella vuelve a asentir todavía más emocionada. Su sonrisa llegaba de oreja a oreja y podía ver sus pequeños dientes blancos. –Y bien... ¿Qué esperas para armar tu valija? –Le digo mostrando los pasajes. Y ella, con su gran sonrisa, y sus ojos brillantes llenos de felicidad, me abraza, apretándome con fuerza. Pude notar su corazón latiendo a gran velocidad y no pude aguantar las lágrimas de felicidad que salían de mis ojos. –Vamos... te ayudo. –Le pego suavemente su trasero, haciéndola reír. Y se retira corriendo hacia su habitación. Y antes de salir tras ella, vuelvo hacia mi ropero, y en una caja que se encontrada bien escondida entre la ropa y zapatos, escondo los pasajes, junto a los pasaportes y el medio millón que habíamos dividido con Alex. 

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