Capítulo 12

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Nos habíamos pasado la mañana lijando para sacar un poco la pintura anterior, y luego alcanzamos a pasar la pintura blanca en una de las paredes. El señor que nos atendió nos había recomendado hacer eso ya que la pintura blanca era lo suficiente espesa como para tapar todo rastro de pintura anterior, ya que el gris no era la misma marca, y si no lijábamos bien tal vez luego se podía notar rastros de fucsia. Diddy se estaba encargando de pintar los bordes, los cuales con los rodillos nosotros no podíamos, cuando de pronto dijo que tenía hambre.

Mi vista se dirige hacia el horario en el reloj de pared que ya estaba en la casa y le digo a Alex:

-Creo que se nos pasó la hora –Río. Se estaban por hacer las dos de la tarde.

-Hay un restaurant a una cuadra, ¡¿quién quiere hamburguesas?! –Dice él, y Diddy rápidamente alza las manos y grita "¡Yo, yo!". Ruedo los ojos con diversión, y pienso que tal vez un permitido después de tanto no estaría mal. Hay que darse un gusto de vez en cuando, por más que estés ahorrando.

Habíamos hecho apenas media cuadra cuando Alex nos detiene.

-Uh, he olvidado mi celular en la casa. –Se golpea la frente. Ambas bufamos y nos damos media vuelta para volver a la casa, pero antes él dice: -Iré yo, ustedes ya reserven la mesa, lo haré rápido. –Y se aleja a la casa corriente, yo me encojo de hombros y le agarro la mano a Diddy para seguir caminando.

Ya habíamos reservado mesa y habíamos pedido papas fritas mientras esperábamos a Alex, tardaba más de lo normal.

-Tengo mucha hambre, Rocky. –Ruega Diddy para comprar ya las hamburguesas, entonces llamo al mesero y pido una, la cual llegó en cuestión de unos pocos minutos.

Diddy comía desesperada, como si hace años no comía, y yo miro mi celular, empezando a preocuparme. Habían pasado ya diez minutos.

-Esperame sentada aquí, no te muevas. Iré afuera. –Le digo levantándome de la mesa, con el corazón en la garganta, ya imaginándome cualquier cosa.

Fue cuando veo la patrulla pasando lentamente por la zona, y yo entro inmediatamente otra vez al restaurante.

Mi preocupación creció al máximo por Alex y no sabía qué pensar ni qué hacer. Con mi pulso totalmente acelerado, agarro mi celular y lo llamo.

Al quinto tono sin responder, corto, e intento nuevamente.

Un tono.

Dos tonos.

Tres tonos.

Corto otra vez.

La miro a Diddy. Luego miro hacia la puerta y un oficial se encontraba en la entrada. Un nudo se forma en mi garganta, pero enseguida me tranquilizo ya que noto que me mira, y luego sigue mirando el lugar como si nada pasara. El celular suena.

-Ven.

Un mensaje de Alex. Mi cuerpo se relaja de inmediato.

-¿Por qué no te pides uno?

-Pediremos dos hamburguesas más e iremos a casa, Alex nos espera allí. –Le contesto. –Apúrate.

Y ella en dos bocados más se lo terminó, mientras las papas me las terminaba yo. Pago luego de que nos entregó las dos hamburguesas que pedí y nos retiramos, mientras Diddy canturreaba y trotaba bailando.

-Eran chiquitas, pero te ¡re llenan! –Hablaba de la hamburguesa, y yo me reía. En media cuadra ya llegábamos a la casa, y ella se fue corriendo hacia allá.

Chequeaba mi celular cuando entro a la casa, y no los encontraba a ninguno de los dos. Me voy directo a mi pieza y mi celular cae de las manos al ver a Alex abrazando a Diddy mientras ella lloraba.

-Tiene derecho a permanecer callada, cualquier cosa que diga puede ser usado en su contra. –Una voz gruesa detrás de mi recita de memoria, mientras coloca mis manos detrás de mi espalda y siento las esposas apretar mis muñecas. Las lágrimas caen por mis mejillas casi sin haberme dado cuenta.

Alex estaba a punto de hablar, pero niego con mi cabeza, abriendo mis ojos enormes, pidiendo que no diga absolutamente nada.

La mano del oficial se apoya en mi hombro y empieza a correrme hacia el comedor, Alex se levanta del piso.

-¡Cuida a Diddy con tu vida entera! –Mi voz sale en un grito ahogado.

-¿No has oído lo que dije? –Me agarra con más fuerza el policía, y justo antes de que me volteara hacia la salida, veo una imagen en mi pared, donde antes se encontraba el cuadro, que de alguna forma me hace sentir mejor. Me hace tener esperanza. Y sonrío hacia Alex, dejando liberar todavía más mis lágrimas. Eso es lo que había venido a hacer. Ya se me hacía raro que quisiera volver para buscar su celular, que casi ni lo ocupaba; volvió para sorprenderme con una calcomanía gigante de una mariquita pegada en mi pared.

Mi vista se nubla y sin parar de llorar le susurro un "Gracias" a Alex, y él me dedica una triste sonrisa.

-Lo prometo. –Me afirma, y agarra con más fuerza a Diddy, y los ojos azules de ambos, esos dos pares de maravillosos ojos, totalmente iguales, me miran, y lo último que veo es a otro oficial hablándoles, y luego solo el comedor, el jardín, y la patrulla.

No respiresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora