Capítulo 5

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-¿Qué dibujas? –Le pregunté a Diddy. Estábamos sentadas tomando chocolatada fría en el aeropuerto, mientras miraba cada tanto las pantallas que me informaban los vuelos. Habían pasado un día, tratando de localizar y hablar con Alex, tratando de convencerlo de que viniera con nosotras. Pero no contestaba las llamadas, y sabía por qué.

Primera razón: detestaba las despedidas.

Segunda razón: su padre.

Tercera razón: tal vez existía la posibilidad de que pudiera convencerlo, de que le tentara la idea, y por esa misma razón no quería verme.

-Tú y yo, en las olas. –Me contesta. Yo sonrío, y tiendo mi brazo por encima de la meza para alcanzar su flequillo, que tapaba parte de su rostro, y ponerla detrás de su oreja. La luz del sol que entraba por la ventanilla iluminaba su rostro y la hacía ver más pálida de lo que ya era, y sus ojos azules, mucho más claros con la luz, me miraron. Brillaban de felicidad, estaba segura. Le dedico otra sonrisa y baja su vista, otra vez a su dibujo.

Regreso mi vista hacia la gran pantalla en el medio de la enorme sala, y podía ver como nuestro vuelo a California se acercaba; faltaba media hora.

Algo llama mi atención y fue la pequeña pantalla del televisor cerca de la cafetería. Me levanto de la mesa y me acerco.

Mi corazón se acelera cuando logro divisar qué era.

"Esta casa detrás de mí, en Buena Vista, es de un veterano del ejército, que peleo por nuestro país en Irak, y perdió la vista debido a una esquirla de granada..." –Empecé a escuchar. –"...Hace unas cuantas noches, dos ladrones entraron a su casa, trataron de robarle y lo atacaron brutalmente." –Miro hacia Diddy, seguía distraída dibujando. –"...Este hombre evidentemente logró defenderse y matar a tiros a uno de los atacantes en su propio hogar.

El hombre resultó herido, y los médicos luego de casi un mes, le dieron el alta. La víctima no reportó el robo de ninguno de sus bienes, pero buscan al segundo intruso..."

Inmediatamente dejo de escuchar, hundida en mis pensamientos. No podía creerlo. Eliminó todas las evidencias en contra suyo, y luego nos denunció. No podemos culparlo de absolutamente nada. Pero lo único que rondaba en mi cabeza, una, y otra, y otra, y otra vez era: ¿A quién está buscando la policía, a mí o a Alex?.

El ciego solo podía decir si era chico o chica, ni siquiera nos podía describir, y me atormentaba la idea de que la sangre y las huellas que se hallaba en la casa lograran descifrar que eran de Alex, o que revisaran el teléfono de Money y eso los ayudara todavía más. Yo me estaba yendo del país, pero él no.

Me vuelvo incómoda a la mesa justo cuando escucho una voz robótica informando que el próximo vuelo, a las 07:30, era hacia California y que nos acerquemos hacia la mesa de entrada, entregando nuestros pasaportes y pasajes.

-Vamos –Le digo a Diddy, y la ayudo a guardar sus cosas en su mochila. Alzo las valijas y nos dirigimos hacia donde se dijo. Me saqué todo lo que podría tener de metal e hice lo mismo con ella, poniendo en una pequeña caja que pasaba hacia el otro lado automáticamente. Y, antes de pasar por el detectador de metales, observo detrás de mí por última vez, resignándome a la idea de que era una película con final feliz, en el que Alex corría hacia mí con su valija. Suspiro y pasamos normalmente, agarrando otra vez nuestras cosas, y nos alejamos totalmente de la entrada, saliendo hacia las pistas de aterrizaje, donde se encontraba el avión, y una larga fila de personas que subían. Cuando me encontraba a punto de subir por las pequeñas escaleras, un hombre con traje de policía toca mi hombro y mi corazón se estanca en mi garganta, imaginando lo peor.

-Su valija, déjeme colocarla. –Dice respetuosamente, y noto como mi cuerpo libera de pronto toda la tensión. Y, al observarlo mejor, no era un traje de policía, solo era parecido. Le sonrío como agradecimiento y subimos al avión, Diddy delante de mí, viendo en nuestros pasajes el número de asiento.

-Aquí –Le susurro y nos sentamos, yo del lado de la ventanilla. Me acomodo, la miro, le pongo el cinturón y le digo, mirándola a los ojos. –¿Emocionada?.

No respiresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora