Capítulo 7

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Diddy dormía plenamente cuando cerré la puerta y dejé de verla. Nos sentamos en el pasillo del hotel y lo único que logré decirle fue:

-Viniste...

-Vine –Me contesta, mirándome. Yo sonrío.

-¿Por qué ese cambio? ¿Qué pasó? –Pregunté luego.

-Cuatro días larguísimos de puros pensamientos pasaron –Me dice.

-Y Crónica –Hablamos luego los dos al mismo tiempo. Reímos. Era un noticiero que casi siempre veíamos, y últimamente casi la única noticia del que hablaban era del "Robo al pobre señor que salvó nuestro país", [Sí, claro.] Pienso mientras rodeo los ojos.

Pero lo miro. Y supe que todo estaba mal. Su sonrisa no era sincera, y sus ojos me gritaban ayuda. Y lo único que me salió fue abrazarlo. Pude sentir su corazón acelerarse. Y el mío también.

Me acomodo en su cuello y hombro, sintiendo su perfume, y él hace lo mismo, causando que mi piel se erice.

[¿Qué está pasándome?, ¡por Dios!, ¡no es la primera vez que nos abrazamos!].

Deposito un lento beso en su cuello, y me separo de él. Sus ojos estaban lagrimosos.

-Acá estoy. –Quería hacerle saber que estaba para escucharlo, que estaba para apoyarlo. Él asiente, y su entrecejo se arruga, mientras sonríe. Estaba intentado no llorar, siempre lo hace. Y eso me encanta de él. Es tan frágil, tan sencillo, tan sensible; y ante los demás quiere mostrarse fuerte. Pero es transparente. Es tan él.

-Mi papá –Suspira. –Estuvo toda una vida mintiéndome. –Yo lo miro confundida. Y él encoje sus hombros, como si tratara de restarle importancia.

-Me llamó –Recordé. –Estaba preocupado por ti. –Él ríe.

-Veintiún años para preocuparse, ¿y recién ahora lo hace? –Alza la voz. "Sh" le susurré como acto reflejo. No quería que Diddy se despertara. Él se disculpó.

-¿Que... qué fue lo que te ocultó? –Le pregunte dudosa.

-No me ocultó, me mintió –Dice, y luego de un rato, cuando me mira a los ojos, prosigue: -Mi mamá no está muerta. Me abandonó. –Y ahora que me doy cuenta, su mirada no mostraba solo tristeza, si no también enfado. Mi mandíbula se abrió, casi mostrando todos los dientes, y, aunque mi cabeza me diga "Cierra la puta boca", no podía hacerlo. Estaba tan confundida, y también me nació mucha ira. ¿Cómo podría un padre mentirle así a su hijo?. –Necesito distraerme.

Y, aunque de mi boca no podía salir una palabra, la cabeza se me iluminó. Supe donde podríamos ir. Me levanté del piso y lo ayudé a levantarse a él. Miro el horario en mi celular: tres de la madrugada. Es decir que acá eran las seis. [Justo] pienso, y apuro mi paso, casi empujándolo.

-¿A dónde vamos? –Me dice y apretó el botón del ascensor, que nos llevaba al último piso. Allí, en el pasillo del piso más alto del hotel, me dirijo hacia la última puerta, trancada con llave. En puntitas de pie y con mis dedos recorriendo todo el borde alto de la puerta, encuentro una pequeña llave. Abro la puerta y nos encontramos con unas desastrosas escaleras de cemento. Lo tomo de la mano derecha y le hago subir conmigo a su lado.

-Acá –Digo, una vez que llegamos al techo del hotel. Y, al igual que él, yo también me sorprendo de la hermosa vista.

Hoy mientras comíamos con Diddy en el comedor, había una chica que hablaba por teléfono. No quería entrometerme, pero sin querer logré escuchar cómo hablaba de "la última puerta del último pasillo" y de lo fantástico que era.

-Wow –Exclama maravillado.

-Wow –Repito, y sonrío.

Los colores encima de las sombras de los edificios, las perfectas nubes que lograban esconder la luz a la ciudad y la enorme mitad del sol dorado que se empezaba a asomar por el horizonte. Todo y cada detalle lo hacía totalmente especial.

El viento soplaba sobre nosotros y mi cabello se alborotaba, aparté mi vista del hermoso amanecer y la dirijo hacia él. Me estaba mirando. Sonrío, él se acerca, y me ayuda a apartarme el cabello de mi rostro, rozando sus dedos suaves sobre mi cien, sobre mis pómulos y luego roza mis labios. Y aunque sí podía deshacer este momento, como lo hubiese hecho antes, no quería. Quería que fuera eterno. Y no entiendo por qué. Se acerca todavía más, de un paso, y cierra sus ojos, mientras su frente chocaba con la mía. Yo también cierro los míos. Y lo disfruté. [¿Qué me está pasando?]. En otro momento me hubiese reído, o lo hubiese mandado a la mierda. Pero en este momento, simplemente me sentí otra. No esa malhumorada, que solo quería fumar marihuana, robar y desaparecer de la ciudad. Ahora me sentí una chica que prefería pasar tiempo con los que amaba, que quería estudiar o conseguir un trabajo.

Y entonces me mira a los ojos, me besa suavemente, tímido y tierno en mi frente, y luego se aparta, volviendo su vista al hermoso amanecer.

No respiresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora