Capítulo 9

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Habíamos llegado al hotel y ambas nos tiramos en la cama, totalmente exhaustas, nos habíamos pasado toda la tarde comprando cosas esenciales para la estadía. Y me encuentro sonriendo, las bolsas tiradas a mi lado, Diddy a mi derecha con sus ojos cerrados y también una pequeña sonrisa en sus labios.

Todavía no puedo creer lo que había pasado.


-¡Ey!, vayamos a por un buen licuado de banana y dulce de leche, tu favorito –Le había dicho cuando pasamos por la parte de restaurantes y cafeterías en el Shopping.

-¿Y un jugo de naranja exprimido para ti? –Me sonrió, más como afirmación que como pregunta. Asentí y nos dirigimos hacia allí. Al entrar algo inmediatamente llama mi atención y me acerco, sonriendo automáticamente. Buscaban empleados.

Me acerco para que me atiendan y lo hacen al instante, y, antes de preguntar cualquier cosa, pido el licuado para Diddy, una vez que lo tiene sí lo hago.

-Disculpe, ¿siguen buscando un empleado? –Aunque al principio el joven chico me mira sin entender, luego reacciona y mira hacia el cartel.

-¡Claro! –Dice su grave y a la vez suave voz, sonriendo. Mostraba todos sus dientes, y aunque fuera bastante chico como para mí, era inevitable pensar que era muy apuesto. –Pregunte a esa chica de allí por Ruth Miles –Me señala una chica también joven, de aproximadamente uno o dos años menos que yo.

Un rato luego me encontraba hablando con Ruth Miles, una señora de unos cuarenta y pocos años que resultaba ser la dueña de la cafetería.

-Entonces... ¿Tienes experiencia como mesera? –Me preguntaba amablemente, mirando un bloc de notas, en el que anotaba algo que no lograba ver qué. Dudé.

-Mm... no –Contesté con sinceridad. Y bajé la vista justo cuando ella levanta la suya. –Pero podría aprender, en verdad necesito un trabajo. -Y con su perfecto acento, habló:

-¡Claro!, aunque también te podría ofrecer la parte del lavado de platos... -Dudó y me miró a los ojos cuando yo alcé mi vista. –Te aseguro que tiene la misma remuneración. –Continuó cuando yo ya estaba asintiendo desde antes. Sinceramente no me importaba la cantidad de dinero. Solo un poco ya me ayudaba bastante. Y el salario que me ofrecía no era poco, era una gran ayuda.

-¡Está perfecto, de verdad muchísimas gracias! –Me levanté de la mesa y le tiendo mi mano con muchísimo agradecimiento y contenta. Diddy seguía con su licuado distraída, miraba hacia los castillos inflables al fondo del Shopping, aunque también se paró al ratito que yo lo hice.

-Entonces nos vemos mañana a las ocho. Tú traes tu currículum y yo me encargo del resto, solo tendrás unos papeles para firmar. Estarás a prueba un mes, pero te aseguro que ya estás contratada. –Me cuenta y yo no paraba de agradecerle.


-¡Rocky!, ¿puedes prestar atención y contestar la puerta? –Me grita Diddy a mi lado, y yo abro los ojos, parándome de pronto de la cama y abriendo la puerta. Un mareo repentino se apodera de mi cuerpo y me apoyo en la puerta para recuperarme.

-¿Estas bien? –Pregunta la voz de Alex y entra a la habitación.

-Si –Río. -¡¿Cómo andas?!

-Todo bien, quería pasar a saludar y sorprender a la pequeña... hermosísima... y... adorable... -Decía lentamente. Diddy se había escondido bajo las sábanas, y él se acerca lentamente. Yo sonrío. –Diddy. –Termina la frase y sigue: –Pero como no la encuentro... creo que tendré que ir... -Y, antes de acabar con la frase, Diddy salta gritando que no, pero ya no lo encuentra. Y arruga la frente, armando un puchero. -¡Booh! –Salta Alex, estaba agachado y escondido a su lado. Ella se asusta y empieza a reírse al recibir las cosquillas que le hacía él. Yo río a carcajadas, mirándolos. Se veían tan hermosos. Tan unidos. Como una familia.

Y repentinamente me pongo triste, no podía seguir esto así. No podía permitirme seguir mintiendo. Pero de la tristeza paso al miedo e inmediatamente me obligo a olvidar lo que cruzaba por mi mente.

Así lo decidí yo, y tenía que aceptar que así iba a ser siempre. Ya no hay marcha atrás.

Y entonces, sonrío otra vez. Aunque no fuera sincera.

-¿Fueron de compras? –Pregunta él, y esfumo mis pensamientos.

-Sí, ¿Por qué no le muestras lo que te compraste? –Me dirijo hacia Diddy y ella muy animada y contenta empieza a sacar la nueva ropa de las bolsas y le mostra. Él la miraba. Y luego me miraba a mí. Y luego volvía su vista hacia ella.

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