Cap 2

116 4 0
                                    

"Hiyoshi, hijo de una familia humilde, ha jurado no regresar a su hogar hasta haber logrado abrirse camino en la vida. Se despidió de su hermana y su madre diciéndoles que regresaría cuando se hubiera convertido en un gran hombre. Había probado un trabajo tras otro, pero no tenía deseos de hacer de aprendiz para un mercader o un artesano. Deseaba poder servir a un samurái más que a ninguna otra cosa en el mundo"

Estamos en Tokio, son las 10 de la noche y me encuentro en la casa de este señor, Nakamura, me ha dicho que se llama.

Es una casa grande y medianamente lujosa. Me ha dicho que es un amigo de la infancia de mi papá. Me ha mostrado álbumes de fotos de cuando niños. Incluso fueron a la escuela juntos. Me parece raro que mi papá nunca lo haya mencionado, este señor jamás ha ido a la casa, ni lo recuerdo de ningún lugar, pero dice que quiere ayudarme. Al parecer tiene sospechas de quien haya cometido los asesinatos.

Me dice que mi padre tuvo problemas con la Yakuza. No me lo acabo de creer. Sin embargo, ni mi mamá, ni mi hermana, ni yo, sabíamos nada del trabajo de papá, sólo que trabajaba en Tokio y que era un buen trabajo, al grado de permitirle a mamá no contribuir con los gastos y dedicarse de lleno a la casa. Yo no charlaba mucho con papá, sólo lo veía los tres últimos días consecutivos de cada mes y no había mucho tiempo para hablar, ni para tener momentos padre e hijo.

Nakamura me dice que debemos actuar, que la policía no se meterá con la Yakuza.

--- Ellos están haciendo su trabajo.--- repongo.

Después de soltar una risotada, me dice:

--- Eres muy gracioso. Dime, ¿de verdad crees que la policía se enfrentará a la Yakuza?, ¡por favor!, ellos saben quién fue y créeme que por crímenes menores no se atreven a meterse con la mafia.

--- ¿Y usted cómo sabe tanto de eso?

No me responde y en vez de eso se limita a encender un puro, dejando mostrar su mano derecha, a la que le hace falta un meñique.

--- ¿Te parece algo conocido?--- pregunta, al darse cuenta de que su mano ha llamado mi atención.

Ahora que lo dice, a diferencia del mes pasado, hoy, el cadáver de papá tenía la mano igual que Nakamura, le faltaba el meñique de la mano derecha, incluso la policía había hecho preguntas al respecto, pero no sabía qué significaba. Por un momento llego a suponer apenas que papá pueda estar relacionado con la mafia.

--- La policía se hará cargo.---- vuelvo a decir como queriendo difuminar mis absurdos pensamientos.

Nakamura vuelve a reírse. Y me dice que soy un cobarde. Que quiero las cosas muy fáciles. Me recuerda lo sucedido hace unas horas: yo llorando, sosteniendo un arma, que no parecía muy determinado a usar. Me dice que hubiese sido un desperdicio, nunca nadie vengaría la muerte de mi familia y caigo en la cuenta de que tiene razón, la policía no suele ser muy efectiva a la hora de que se trata de la mafia, de hecho no se oye mucho de esto en las noticias, la policía no se enfrenta ellos. Las palabras de Nakamura vuelven otra vez a mi mente, "la policía no meterá las manos". Debo hacer algo yo. Debo demostrar que no soy un cobarde, mi familia hubiera dado la vida por mí, debo por lo menos vengarla ahora que no me queda nada que perder, debo honrarlos con la venganza de sus muertes; esto parece ser lo único bueno que haga por ellos. Debo hacerlo.

Tomo el arma de mi bolsillo de nuevo.

--- Debo ir por ellos.--- digo en un tono con mucha decisión.

A Nakamura parece divertirle esto, se ríe con más soltura que antes, de verdad parece que he dicho algo muy gracioso... o ingenuo, sin embargo, al ver que hablo en serio, se acerca a mí:

--- Aprende a usar esto--- dice, mientras sacude mi cabeza con su índice--- y yo te enseño a usar esto---completa la frase señalando el arma.


YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora