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Mi querida chica del té:

Ya sé porque sonreías tanto. Era día de paga e ibas a gastarte tu dinero en libros, fue gracioso atenderte yo en vez de tu a mí. Fue como si Harry Potter corrigiera a Hermione.
Fue lindo y no porque me dan comisión por cada libro que vendo, si no porque ya no usabas esa voz dulce que te caracterizaba, si no ese descaro en tu voz mezclado con la duda y el deseo impulsivo por comprar libros.
Después de todo, sigues siendo un desastre.

Atte
Un vendedor fiel

La chica del téDonde viven las historias. Descúbrelo ahora