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Él se levantó con una sonrisa en la mañana y miró por su ventana, allí estaba su chica del té bostezando pero lista para ir a la escuela. Él adoraba verla, supuso que era una ventaja ser su vecino.

Agarró sus cosas, junto a la nota de disculpa dispuesto a dársela de frente hoy, esperaría a que no hubiera nadie o muchas personas, la emoción no lo había dejado dormir, hoy realmente pasaría.

Fue a la escuela donde trato de tener un día normal hablando con sus amigos, pero no podía, cada cuanto volteaba a ver a su chica del té, ella leía, como de costumbre, mientras todos a su alrededor no le prestaban atención, él sabía que ella no era muy buena para hacer amigos, así que ocultaba su timidez detrás de un libro, aunque él no la culpa, la única vez que ella se aventuró a tener un amigo, éste le rompió el corazón.

Negó con la cabeza, no debía pensar en cosas así unas pocas horas antes de la revelación. Debía mantenerse optimista y relajarse, tenía un buen presentimiento el día de hoy y esperaba tener razón.

El día de clases acabó y fue al local de té donde había conseguido trabajo solo para estar con ella, se puso su uniforme y se puso a atender personas. Su chica del té llegó, él notó que ella había cepillado su cabello y mostraba más su cara, él sonrió mientras ella se acomodaba en su lugar para atender a la gente.

Él estaba entusiasmado por lo que estaba pasando, aunque hubiera lugar lleno, ambos prepararon tés sin descanso hasta casi a la hora que iban a salir, el lugar de pronto quedó vacío.

Las del otro turno la tendrían fácil, pensó él mientras ella veía la puerta mordiéndose el labio, él sabía que ella lo estaba esperando, sonrió entusiasmado y fue a su mochila a sacar la nota que había escrito la noche anterior.

Se aclaró la garganta para llamar la atención y trató de no desanimarse cuando la cara de ella cambió de ilusionada a desprecio cuando lo vio. Él sacó la nota de su bolsillo con una sonrisa tímida y se la dio.

Ella lo miró atónita, agarró la nota en sus manos temblando, dirigió su mirada a la nota, ella no dejaba de temblar, faltaban unos cuantos minutos para que las chicas del otro turno llegarán, él estaba esperando una reacción.

—Así que — dijo ella rompiendo el silencio sin alguna emoción en su voz, aún mirando la nota —, todo este tiempo... ¿fuiste tú?

—Sí — contestó él con un suspiro, estaba nervioso por la reacción de ella.

Ella lo miro a los ojos, sin emoción alguna en su mirada, levantó la nota doblada enfrente de él y la rompió antes de leerla justo en su cara. Ella dejó que los pedazos de la nota cayeran al suelo mientras él sentía como su corazón se rompía.

—Supongo que tus miedos tenían motivos — dijo ella con voz fría y cruel para agarrar sus cosas e irse.

Él se quedó viendo la entrada donde ella se iba con paso furioso, las chicas del otro turno llegaron platicando entre ellas, él sin dudar agarró sus cosas y fue en persecución de la chica del té.

Gritó su nombre mientras ella parecía caminar más rápido, él corría para alcanzarla. No podían quedar las cosas peor, se decía, debían solucionarse, se decía.

—¡Hey! — exclamo parándose enfrente de ella, la vio por un segundo sin saber que decirle cuando ella se volteo y camino en dirección contraria.

Él fue más rápido y agarró su brazo, ella forcejeaba mientras le decía que lo soltará, él sólo podía tratar de hablar pero las palabras no salían, estaba en un callejón sin salida.

Él había roto su corazón y ahora ella rompía el suyo.
Él la soltó.
Ella se fue.
Él no la siguió.

La chica del téDonde viven las historias. Descúbrelo ahora