Capítulo Doce. Corazón Roto

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― ¿Por qué no responde? ― Preguntó Kara con urgencia.

―No lo sé, pero no es normal. ―Respondió Kell, frente a la consola de comunicaciones.

― ¿Qué hacemos?

―Voy a contactarme con la seguridad de...

―General Kell, están en línea. ―Kell se detuvo ante la interrupción de uno de los operadores de la sala de comunicaciones.

―Comunícalos. ―El operador abrió la comunicación y en la pantalla apareció un muy golpeado Arnaud, un pequeño hilo de sangre corría por el lado derecho de su rostro, su impecable traje, estaba sucio y era obvio que había estado envuelto en una pelea.

―Arnaud, ¿Qué pasó? ―Preguntó Kell, obviamente preocupado por el estado de su primo.

―Nos atacaron, intentaron derrumbar la nave, aunque logramos aterrizar, pero nos siguieron hasta el planeta, tuvimos que luchar y si no fuera por los guardias en tierra, estaríamos todos muertos. Logramos derrotarlos, pero perdimos varios hombres.

―Lo siento Arnaud, pero no sabes cómo me alegra verte vivo, pensé que era demasiado tarde.

― ¿Demasiado tarde para qué?

―Kara nos avisó que los iban a atacar, hemos estado intentado comunicarnos contigo por más una hora, para avisarte.

― ¿Qué? ¿Cómo supo Kara que nos iban a atacar?

―Lo escuché ―Kara interrumpió la conversación y entró en el campo de visión de Arnaud. ― No tienes idea de cómo me asusté, me alegro tanto de verte.

―Yo también me alegro de verte, preciosa, pero dime, ¿dónde escuchaste que nos iban a atacar?

Kara dudó, antes de responder, no le había dicho a nadie de donde había obtenido esa información y no estaba segura de decírselo a Arnaud, al menos no frente a los operadores de la sala de comunicaciones.

―Kara, contéstame. ―La urgió Arnaud.

―Yo... yo escuché a Batus y a... Iqra, hablar sobre ello.

― ¿Qué dices? ¿Iqra... mi hermana?

―Si, Batus dijo que te iban a asesinar tan pronto llegaras a la reunión, así Iqra sería reina de Hiark y ellos podrían casarse y controlar el planeta.

El sepulcral silencio que se produjo en la sala, era tenso por decir lo menos. Kara estaba acusando a la única hermana del rey, a la princesa de Hiark de nada menos que de traición. No era un concepto fácil de asimilar. Pero lo que le preocupaba a Kara era lo que Arnaud pudiera estar pensando. Él solo la observaba sin decir nada, pero su expresión había cambiado, perdiendo todo el cariño con el que la había mirado antes de irse de viaje. Ahora solo podía ver al impetuoso y frío rey que había conocido meses atrás, sin un ápice de simpatía o cariño hacia ella.

―Kell ―dijo Arnaud, ignorando por completo a Kara.― Estaré en Hiark mañana, pero quiero que tanto mi hermana como Kara, permanezcan recluidas e incomunicadas en sus habitaciones, hasta que yo regrese y aclare este asunto en persona.

―Si mi rey. ―Respondió con formalidad Kell, al notar la firmeza de las órdenes de su primo.

―Arnaud... ―Intervino Kara, ahora más que preocupada por la reacción del rey.

―Hablaremos cuando regrese Kara, adiós.

La comunicación se cortó de pronto, antes de que pudiera decir algo más, dejando en Kara una sensación de pérdida y un temor que no podía explicar, pero algo le decía que en ese enfrentamiento con Iqra ella iba a perder.

Esclava Del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora