Capítulo Once. Traición

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Sabía que iba a correrse, Kara cabalgaba con fuerza las caderas de Arnaud, cada golpe lo llevaba profundamente dentro de ella. El sudor corría por sus cuerpos a pesar del frío viento que el río traía con él. Estaban en el bosque que rodeaba el palacio, completamente desnudos, pero lo único que importaba para ellos, era alcanzar la liberación en los brazos del otro.

Arnaud se deleitaba mordisqueando y chupando los sonrosados y duros pezones en su boca. Kara estaba al borde, el placer que sentía era demasiado intenso. Su cuerpo empezó a tensarse, su coño se apretaba alrededor de la gran polla que la llenaba.

―Arnaud. ―Gimió su nombre.

―Córrete para mi Kara.

Arnaud puso sus manos sobre las caderas de Kara y añadió su considerable fuerza al movimiento de la joven y movió sus propias caderas con más velocidad, dándole más potencia al encuentro de sus sexos, provocando intensos disparos de placer en ambos.

―No pares, Arnaud. ―Dijo Kara entre jadeos.

El rey no respondió, solo se hundió en ella con más ímpetu, acercándolos al delicioso final que ya estaba próximo a llegar.

Los húmedos sonidos de su encuentro, reverberaban en el bosque. No importaba quien pudiera escucharlos, el deseo y la pasión eran demasiado urgentes como para preocuparse por algo más.

De pronto Kara gritó, cuando un intenso clímax la recorrió entera, mientras Arnaud la empalaba completamente en su palpitante polla, para luego correrse dentro de ella, con un profundo gruñido.

Cuando al fin pudieron respirar de nuevo y sus cuerpos quedaron laxos, Arnaud cayó de espaldas sobre la manta que habían dispuesto en el suelo del bosque, llevándose a Kara con él. Ella no podía moverse, su cabeza descansaba sobre el pecho del rey, donde podía escuchar su acelerado corazón, regresar lentamente a un ritmo normal. Las manos de Arnaud viajaban desde los hombros de Kara hasta llegar a las mejillas de su culo y de regreso, dejando un camino de placenteras cosquillas en su piel.

Más de dos meses habían pasado desde que su relación había comenzado y era evidente para todos los que observaban que la felicidad había llenado sus vidas y se veía reflejado también en el bienestar del planeta. Kara se encargaba de los asuntos de la gente de Hiark, dándole un toque femenino, más comprensivo y dulce, a los problemas del pueblo, que hacía muy feliz a todos y permitía que el rey pudiera ocuparse de otros asuntos, igualmente importantes, como defender su planeta de Lascanr y Batus. Eso sin mencionar que Kara lo ayudaba a mantenerse tranquilo y le ofrecía un punto de vista más sereno, para enfrentar los problemas.

Todos estaban felices con la nueva pareja... todos, excepto la hermana del rey, quien obviamente despreciaba a Kara y continuaba tratándola como una esclava; cosa que había provocado varias peleas entre los hermanos, pero Arnaud, a pesar de lo mucho que quería a su hermana, no se había alejado de Kara, ni por un momento, hasta ahora.

―Voy a extrañarte mujer.

―Entonces llévame contigo Arnaud, o mejor aún, no vayas.

―Sabes que me encantaría, pero tú debes quedarte, para asegurarte que todo marche bien y en cuanto a mí, es importante que me reúna con los reyes de los planetas que aún permanecen libres. Lascanr es un problema que tenemos que erradicar de una vez por todas. Ya ha destruido las vidas de demasiadas personas y creemos que al fin tenemos una forma de detenerlo y si no aprovechamos la oportunidad, podemos estar en serios problemas si obtiene más poder.

―Lo sé, tienes que ir, pero te voy a extrañar.

―Y yo a ti mi amor, pero no va a ser más que un par de días.

Esclava Del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora