El día había comenzado muy temprano, Kara había sido despertada por los sirvientes de palacio, quienes se habían encargado de prepararla para lo que parecía iba a ser un largo viaje, aunque no sabía a donde. Ahora se encontraba en la habitación del príncipe Batus en su nave privada. Ella no entendía por qué, pero el rey la había regalado a Batus, como algún tipo de pago, ya el rey le había advertido a su hermano que Kara regresaría al harem real si no salía victorioso de su misión.
―Mi bella Kara. ―Sus pensamientos fueron interrumpidos por la entrada de Batus a la habitación― Finalmente eres toda mía y planeo disfrutarte hasta que este harto de ti. Desnúdate, no tengo mucho tiempo.
―Como desee mi Príncipe. ―Fue la respuesta automática de Kara, aprendida por años de entrenamiento. Mientras abría el broche con el emblema del príncipe que sostenía un pequeño top de una tela casi transparente, que cubría sus pechos.
Batus se acercó a ella y tomo sus pechos en las manos, mientras Kara habría el broche que sostenía su pequeña falda y la dejaba caer al suelo.
―Eres una tentación Kara. ―Dijo Batus antes de meterse un pezón en la boca, mientras jugaba con el otro entre sus dedos.
Una vibración recorrió a Kara desde los picos en sus pechos hasta su coño. Su cuerpo sensibilizándose y relajándose para Batus, quien ahora le daba el mismo tratamiento a su otro pezón, chupando cada vez más fuerte, para luego deslizar una de sus manos por la espalda de Kara, dejando un rastro de piel erizada a su paso. Batus dejó sus pechos, para llegar a su cuello, donde beso y mordisqueó, dejando marcas en su suave piel.
Kara sentía como su cuerpo se rendía a las atenciones de Batus, como poco a poco sus fuerzas se drenaban de su cuerpo, para dar paso a una sensación más placentera, una especie de cosquilleo que recorría su cuerpo y la convertía en una masa suave y maleable en las expertas manos de Batus, quien poco a poco la llevo a la plataforma que se usaba para dormir, donde la depositó con cuidado, sin despegar sus labios del cuerpo de Kara.
Una vez acostada Kara siguió sus instintos que le pedían a gritos que abriera las piernas y así lo hizo. Poco a poco, separo sus muslos, permitiendo que Batus se instalara entre ellos; él aún estaba vestido, por lo que el tejido de su ropa rosaba su cuerpo, arañando sus pezones, provocando nuevas descargas de placer que atravesaban su cuerpo; acariciando su suave vientre y sensible cara interna de sus muslos, y rozando su clítoris con cada movimiento que hacia sobre ella.
De pronto Batus se alejó, solo para poder abrir su pantalón lo suficiente, como para liberar su dura polla. Pronto estuvo de nuevo sobre Kara, mientras ubicaba la gruesa cabeza de su miembro en la entrada de Kara y empujó con fuerza y rápidamente, provocando el grito de Kara, por la repentina y fuerte intrusión y el gruñido de placer de Batus.
―Tan receptiva como siempre. ―Dijo Batus con una sonrisa en los labios al encontrar a Kara tan húmeda y lista para él.
Pronto empezó a empujar con fuerza dentro de ella, mientras la sostenía por los hombros, para evitar que se alejara impulsada por los fuertes golpes que le propinaba con sus caderas.
La ropa que él aún vestía seguía rozando el cuerpo de Kara, provocando que cada rápido movimiento de Batus, arrastrara la tela directamente sobre sus pechos y clítoris, creando una fuerte marea de sensaciones que la recorrían entera. Podía sentir como rápidamente, sus extremidades se tensaban, como sus piernas se cerraban con fuerza alrededor de las caderas de Batus y como uñas se clavaban en su espalda a través de la camisa que estaba usando. Batus también estaba cerca considerando su fuerte respiración y sus movimientos frenéticos dentro de ella, movimientos que la acercaban más y más al orgasmo.
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Esclava Del Placer
RomanceAl ser una esclava del placer, Kara ha estado a merced de las pasiones de los hombres, pero un inesperado cambio en su vida la pondrá en manos de un hombre a quien le es completamente indiferente y un nuevo comienzo estará al alcance de sus manos, p...