Capítulo 7

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-Mason Pines-

Oh sí, la vida de éste adolescente no era sólo lo que observaba Bill, él sólo miraba lo bueno, lo energético, no conocía lo malo, lo malo que era ahogarse constantemente en problemas a los diecisiete, pero Dipper, claro, sí sabía.

(...)

Llegando a su casa, lo primero que hizo fue tirarse en el sofá más cercano, su casa no era limpia, tampoco grata a los ojos ajenos, si él no toleraba estar ahí, mucho menos otra persona.
En sus tiempos fue la típica casa que era utilizada para fiestas pero en cuanto sus padres decidieron que era hora, tiempo, de dejarle solo, a que hiciera su vida, la casa había acabado echa un asco.
Minutos después, el timbre sonó, a lo que por entre la persiana que daba vista a la puerta principal, asomó su vista divisando algo de lo que ya había querido huir hace mucho.

—No... —Girando los ojos se levantó ¿Qué más podía hacer? Era su responsabilidad; tras abrir la puerta se encontró con su novia, o ex-novia ya ni siquiera sabía, tenían tantas peleas que era imposible hasta ser amigos —¿Qué quieres?

—¿Tú qué crees? —Habló la rubia muchacha arrullando, oh adivinen.

El hijo de Dipper.

Pacífica había salido embarazada en preparatoria, y para "Suerte" de Dipper, era suyo. Total, otra de las cosas por las cuales ya se había hundido todavía más en las drogas.
Ella había quedado en un acuerdo con Dipper en aquellas veces en las que ambos estaban medianamente cuerdos y no bajo alguna droga o sustancia que no les hiciera razonar.
Ella había dicho que de lunes a miércoles le iría a ver, porque aunque estuvieran separados, quería una figura paterna para su hijo y eso era lo que sucedía.

(...)

Solos, en la sala, la muchacha se dedicaba a mecer sobre sus piernas al pequeño niño, parecía molesto, realmente, mientras que el castaño mandaba textos a quien sabe quién.

—¿No lo cargarás? —Preguntó la chica de enormes ojeras y aspecto casi de una moribunda.

—Espera —Fue lo único que dijo el chico antes de bloquear el celular y dejarlo a un lado. —Pacífica... Tengo que decirte algo.

—Oh, si piensas hablar nuevamente de que eres un inútil sin trabajo, creeme que ya se suficiente —El pequeño no dejaba de llorar, la vibra era muy tensa, inclusive tanto que la pobre criatura se sentía asfixiada entre esos irresponsables padres.

—Escucha... —Girando los ojos se levantó y literalmente le arrebató al inocente ser de los brazos, comenzando a arrullarle de un lado a otro. —Es acerca de mi rehabilitación, deberías ir, en serio... Es muy bueno —Comenzó a explicar antes de suspirar y alzar al bebé en el aire —¿Qué pasa? ¿Tienes hambre? —Le habló con angustia, era un pequeño de siete meses, aun era un bebé literalmente. —Bueno, a lo que iba es que quizá deberíamos ir ambos ¿No lo crees?

—¿Ambos? ¿Ambos para qué Mason? Esto no resolverá ninguno de los problemas que "ambos" tenemos y yo no necesito un psicólogo para saber que nuestra relación va de mal en peor —Cruzándose de brazos miró a su propio hijo ¿Por qué tenía que ser tan parecido a Dipper? Incluso había pensado que sería lindo pero no, no era así.

—... Olvídalo, ya no es posible hablar contigo —Dijo el muchacho.

Siendo eso un denotante a la histérica chica, una discusión ya algo fuerte comenzó a generarse, una que afectaba incluso al pequeño niño que nuevamente había regresado a los brazos de la rubia.
Todo era demasiado triste, lastimoso, se notaban las ganas de ambos de no querer pelear más, no más.
Pero todo fue salvado por el toque de la puerta, ese maravilloso toque de la puerta por el cual Mason corrió abriéndola con una sonrisa.

—¿Q-Qué pasa? ¿Te has hecho daño? —Cuestionó Billiam, agitado, manteniéndose ahí en el umbral de la puerta.

Qué incómodo sería el momento.

Inconexo {DippBill}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora